Zarpar de las sombras

Jesús Antonio Fernández Olmedo (*)

El trabajo sexual si no es reconocido como tal en la mayoría de los estados del planeta es realmente precarizado aún más hoy con la pandemia. La inexistencia de un marco legal se presta a todo tipo de abusos en esta área.

No podemos mirar para otro lado, se trata pues del más antiguo del mundo. En muchos lugares están sometidas a detenciones arbitrarias, abusos, a tratos inhumanos y degradantes. ¿Cómo seguimos en el XXI todavía  tan hipócritas? ¿Qué nos pasa por que nos gusta tirar la primera piedra si no somos quien ni tenemos categoría ninguno de nosotros para ello?

Hoy algunas de ellas se comienzan a organizar en herramientas sindicales pero estamos muy lejos de generar un cambio de  situación.

La policía en su caso jugó durante muchos años de agente de mercado. A nadie se le escapa que estas personas están en el ojo más bajo de la moral y de la criminalización.

Paradójicamente estamos viviendo en una sociedad donde la moral ya no existe ni tampoco la fidelidad así  como una enorme cantidad de valores se han convertido en cero.

Aceptar que existen como gremio y darle su espacio en la sociedad significa superar unos perjuicios y convertir a las trabajadoras  sexuales en un sujeto político existente en nuestra sociedad.

(*) Articulista