Un gran hombre montado en una cama playera que actúa como un ‘Asurbanipalo’ (little)

Un día fue alguien a su negocio playero, emblemático para lobas de todo pelaje, pijos y fauna variada, invitado por el boss. Comió a gusto. No estaba mal la cosa, incluso el DJ, Michael Tropo, se lo hacía. Al final le dijo que le hacía un descuento del 15%, solamente. Muchacho, que mezquino, porque a otros, incluidos personajes de dudoso pelaje, no solamente los invita, sino incluso puede salirle un día cualquiera por 3.000 pavos la cosa. Esa invitación la pagó una directiva de su negocio, muy profesional, muy suya. Al poco la echaba a la calle. Pero no es solamente eso, hay mucho más. Es verdad que ‘er nota’ es un empresario supuestamente de fuste, con apellido ilustre y que además es bastante representativo. Y da el pego cuando habla, cuando se relaciona fuera de sus ámbitos laborales, porque en ellos en realidad es bastante despreciable, bastante chungo, impropio de un empresario que lucha por lo colectivo, por lo que le rodea. Y hay numerosas pruebas de cómo se enseñorea con los trabajadores de sus negocios o por lo menos de este, pleno de camas y demás. Y siempre delante de amigos, de colegas, para que se vea que es un Falocrátor, señor del Universo Le Pene, todo un macho ibérico. Hermanos y hermanas, fíjense en esto, es lo más. Estamos en Tenerife, siglo XXI. Pero aquí volvemos a la Asiria antigua, al Egipto faraónico. Este empresario, sentado y con el paquete (perdón paquetito) a tope, delante de sus amigos, llama a su empleado, a uno cualquiera, bien camarero, bien de la seguridad. Les da un vaso. Le pide que vayan hasta el mar y se lo llenen de agua salada. Y que se lo traigan. Hecha la proeza, el nota, ya excitado a tope, coge el vaso y lo derrama a la arena. Oooohhh, gran visir, gran poder playero. Lo has demostrado. Eres Big. Pero ¿lo harías delante de quienes te acompañan en tus menesteres empresariales colectivos? Creemos que no. Otra por el estilo. Despidió a un camarero porque le tapo el sol mientras tomaba una comanda en su mesa con amigos. Ni el camarero era Diogénes ni el empresario, Alejandro Magno. Pero ahí lo tienen. En una playa en el Sur de Tenerife como señor de horca y cuchillo como un Asurbanipalo chiquito o little en inglés. Freud haría un estupendo trabajo de pesos y medidas. En fin, seguiremos hablando, que hay más nipa, más palo, más chicha y más cocinas mal puestas y mal avenidas. Que Dios los ampare, a nosotros no, a los sufridos trabajadores y trabajadores del mundo Le Pene. En fin.