La vida nos pone pruebas para ver donde llegan nuestras fuerzas
Rafael Lutzardo (*)
La vida nos cambia cuando de repente te haces una analítica y una resonancia y te detectan que tienes un tumor cancerígeno. De entrada, cuando tu médico de familia te da la noticia, te quedas perplejo, sin hablar, en un estado de shock. Tras la dura noticia, y durante varias semanas, te quedas pensando que será de tu vida a partir de ahora. Noches largas de reflexión, sin dormir, viendo un nuevo amanecer, desmotivado e inseguro de ti mismo. Por si fuera poco, y a raíz de diagnóstico señalado, ingrese varias veces en el Hospital Universitario de Santa Cruz de Tenerife. Días interminables en la sala de urgencias, donde se carece de personal sanitario. Pasillos abarrotados de pacientes, careciendo de camillas y de sillas de ruedas. En definitivas, un habitáculo de urgencias tercermundista.
Por otro lado, es justo reconocer que durante mi estancia en el señalado Hospital siempre estuve bien atendido por los profesionales sanitarios. Sin embargo, los días y las noches en la habitación del Hospital, se hicieron muy largos. Reconozco y no me da espereza decirlo, que muchas fueron las ocasiones que llore en silencio. Sobre todo, cuando mi mente trabajaba a destajo pensando cuanto tiempo tendría de vida. Sin duda, mi vida cambio a partir del momento que me diagnosticaron el ocupa ilegal (cáncer). Ahora soy otra persona, posiblemente más humano, más sensible y más solidario.
La inmunoterapia, tratamiento que me están dando desde hace seis meses, me esta dando vida, ayudando a vencer el cáncer, pero también la ayuda moral que estoy recibiendo de mi familia y amigos/as. La verdad que después de vencer esos miedos y dudas que me embargaron de entrada, ya me siento más familiarizado con mi nueva vida. De la misma manera, no puedo o debo dejar de sonreír, pues eso es lo que quiere mi ocupa ilegal, el cual intenta desmoralizarme robándome una parte de la salud que la vida me ha dado. Es cierto es, que tenemos que seguir luchando; llevando una vida normal, creando alternativas en nuestras vidas y olvidarnos de alguna manera, de las patologías oncológicas que tenemos en el interior de nuestros cuerpos. Eso no quiere decir, que ignoremos a una enfermedad tan letal como es el cáncer, pues a partir de ahora tendremos que llevar a cabo una serie de seguimientos y consultas con nuestros especialistas. Sin duda, es una forma o manera de seguir cuidándonos y estar alerta para prevenir cualquier tipo de bultos sospechosos.
Por último, y siendo sincero, me doy cuenta que vivimos en un mundo totalmente diferente al que yo viví en mi infancia. Una generación, que a la anterior a la nuestra, se caracterizó como la “generación de hierro”, marcada por otra clase de vida social y por un sistema dictatorial, donde el hambre y la pobreza fue el denominador común de los años antes y después de la guerra civil española. Lo importante es seguir viviendo con las directrices que la vida nos vaya marcando. No debemos de arrojar la toalla aunque lleguen momentos muy difíciles; la mente es muy importante para controlar las emociones y los desencantos de la vida. De igual manera, la actitud positiva que podamos demostrar y llevar a cabo en un mundo tan desigual y competitivo.
(*) Escritor y periodista