El enigma Melchior: ¿debe o no seguir al frente de Puertos de Tenerife? (IV)

Sherlock Holmes de Anaga (*)

Algo inusual me ha pasado con este estudio al que me dedico ocasionalmente desde hace unos días. Mi pasión de escritor-investigador se ha visto colmada al encontrar un hilo conductor que me dicta con facilidad el relato.

Comencé con algunas pesquisas que me permitieran aclarar la curiosidad suscitada por la disparidad de signo de las noticias  vertidas sobre el personaje público, Ricardo Melchior.  Por un lado,  las alabanzas continuadas a su gestión, en prensa principalmente y por otro,  las críticas duras a la ilegalidad de sus actuaciones y a su persona,  resaltando el maltrato y crueldad con los trabajadores, publicadas en medios alternativos.

He encontrado abundante material.  En el último capítulo, el tercero de esta serie, ya no escribía yo.  Trascribía testimonios de manera casi mecánica.  Testimonios terribles.  Testimonios de mujeres conocidas, con nombres y apellidos.  Testimonios que narran similares desencuentros personales y lo más importante, testimonios con una coincidencia: el protagonista de las historias.  También es nuestro protagonista: Ricardo Melchior, antes Excelentísimo, hoy Señor Don.

En esta cuarta entrega recopilo anécdotas de diferente índole, las que narran una forma de actuar despótica, tiránica, que algunos vienen a tildar de megalomanía o complejo de Dios.

En primer lugar, rescato algunas frases de la carta escrita por la ex alcaldesa de Gúimar y consejera de Carreteras y Vivienda en el Cabildo, póstuma de 2011.

(…) Sr. Presidente,  (…) le pido mis competencias y se rechaza mi petición; es más, usted se atreve a decirme que hace lo que le da la gana, que para eso es el presidente.

A continuación, en 2012, hallo unas líneas publicadas en prensa, que reprochan a Ricardo que pisotee los derechos políticos de los ciudadanos. El artículo dice lo siguiente: “el presidente del Cabildo de Tenerife: Melchior dice que llevará a la Fiscalía a quien auspicie las prospecciones.  El arranque fascista y populista de Ricardo Melchior muestra cuán fuera de juego y faltos de ideas están estos machangos tratando de ir a rebufo de un "reboso ciudadano" que los ha desbordado completamente”

Otro medio dedica un editorial a propósito de lo anterior: “eso es pura dictadura; puro totalitarismo y puro fascismo. ¿Es que este hombre ha perdido la cabeza política? (….) ¿Qué es eso de que va a llevar ante la Fiscalía a quienes crean en las prospecciones y lo expresen libremente? ¿Es que ya ni siquiera podremos salir a la calle sin permiso del señor Melchior y de las inutilidades políticas de CC? Si publicamos una página de publicidad de Repsol, ¿nos llevará el presidente del Cabildo a la fiscalía? ¿Tendremos que enviarle cada día de madrugada un ejemplar de nuestro periódico para que sus censores, quizá la jefa de su gabinete que nos ha denunciado por decir lo que ha hecho, nos dé el visto bueno antes de distribuirlo, como ocurría en los tiempos de la dictadura del general? ¿Añora el señor Melchior las dictaduras que hubo en España y en otros países europeos?”

Es evidente que estas declaraciones enfurecieron, en su momento a más de uno.  Para prueba esta mención, titulada El ‘Führer’ de Tenerife: “Yo ya he expresado públicamente que estoy en contra de las prospecciones de Repsol, pero independientemente de que se esté a favor o en contra... pero quien coño se cree este Ricardo Melchior que es para pasarse los derechos civiles de los ciudadanos por la entrepierna. Pero donde diablos se cree que está. Quién es Melchior para pisotear los derechos fundamentales del hombre expresados en la carta de los derechos humanos que en su artículo 19 dice: “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”

Una referencia más a una actitud dictatorial publicada por un diario de la isla,  el 6 noviembre de 2014: Ricardo Melchior, siendo presidente del Cabildo de Tenerife, intentó que echaran al delegado del diario ABC en Canarias, Bernardo Sagastume, por haber sido uno de los dos medios –el otro fue ‘El Día’— que publicaron la famosa carta de la fallecida consejera del PP Vicenta ‘Tita’ Díaz, titulada ‘Yo acuso’, en la que se denunciaban graves irregularidades en el Cabildo.

Irregularidades que ahora han sido enviadas a la Fiscalía Anticorrupción y que afectan a la gestión de Melchior en la corporación. El presidente escribió dos cartas a Bieito Rubido, director de ABC, quejándose de la actuación de Bernardo Sagastume, un periodista muy serio y documentado, jefe de la delegación del periódico madrileño en Canarias.

Melchior utilizó la estrategia de político viejo y franquista: pedir la cabeza del Bautista. Y lo hizo sin contemplaciones y de una manera deleznable. Es decir, intentando matar al mensajero. Una práctica falaz, indigna de un político de estos tiempos.

Completo esta última historia con una similar ocurrida hace tan solo dos meses.  Es el caso de un periodista que fue cesado de su puesto en una cadena televisiva local, el día posterior  al que en la tertulia del programa nocturno en el que participaba, acusara a Ricardo Melchior de supuesta prevaricación y otras prácticas ilegales en la gestión de la Autoridad Portuaria.  Suponemos que la llamada del político que protagoniza este artículo al responsable de la cadena televisiva, llegaría de inmediato. Como de inmediato fue el cese del tertuliano.

Lo que hasta ahora pudo ser una suposición o simplemente, una historia más sin pruebas fehacientes de su credibilidad, se convierte ahora, tras conocer los antecedentes, tras saber el modus operandi de Melchior, en una certeza. 

Todo lo anterior nos lleva a pensar que el actual presidente de la Autoridad Portuaria utiliza sus contactos, para jugar a ser Dios con la vida de las personas que no actúan conforme a su criterio.

Google nos recuerda que la megalomanía es una condición psicopatológica caracterizada por fantasías delirantes de poder, relevancia, omnipotencia y por una hinchada autoestima.  Históricamente fue usada como un nombre para un trastorno de la personalidad narcisista.

También dice Google que una persona con un complejo de Dios puede negarse a admitir la posibilidad de cometer un error o fallo, incluso frente a problemas complejos o tareas difíciles o imposibles.  Además, puede considerar sus opiniones personales como incuestionablemente correctas. ​ El individuo con complejo de Dios puede ignorar las reglas de la sociedad y requerir una consideración especial o privilegios.

(*) Detective frustrado pero insistente