La nueva comisaría de Playa de Las Américas arrasa con todo e instaura unas nuevas relaciones basadas en un poder despótico

El equilibrio entre lo policial y lo social se rompe nada más llegar a su cargo

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

Terremoto de consecuencias imprevisibles. La comisaria de la Nacional en Playa de Las Américas no es solamente un edificio que alberga policías, es un punto, una referencia también social, económica y porque no, protocolaria, si, señores, protocolaria. Y lo es porque no es un ente aislado, ajeno a todo, entregado solamente a lo policial, a la seguridad.

Y como tal punto dentro de la sociedad sureña que nos ha tocado en suerte, pues los comisarios que han estado yendo y viniendo en la misma han marcado siempre una referencia clara y es el equilibrio entre su labor y las relaciones que se pueden generar con los ciudadanos y ciudadanas, cualquiera que sea su condición.

Equilibrio que como es lógico ha tenido matices. Hay comisarios que han marcado los tiempos en los que ejercieron el cargo, algunos de manera muy especial, dejando su impronta y estableciendo un marco de relaciones por lo menos óptimo, amable, sin grandes alharacas y conflictos.

Y es normal. No olvidemos que se llevó de manera exquisita el asunto de la inmigración irregular, cuando llegó la gran ola, que abarrotó la comisaría, pero que se atendió y no se produjeron grandes problemáticas. Y todo por saber combinar lo policial con lo social, con lo que rodea el trabajo de los agentes, tanto en la comisaría como en la calle.

Los últimos años han sido ejemplares y nadie puede enarbolar banderas de conflictos o de malas situaciones, aunque siempre hay historias, problemas de efectivos, materiales, cosa que ya todo el mundo sabe, pero que se han ido solventado con mayor o menor fortuna.

Todo este escenario sin embargo ha reventado por los aires. Así con fiereza. Con un salvajismo inusitado, impropio. Ha dejado a todo el mundo impávido. Y se ha hecho en poco tiempo. Tiene un nombre propio. Se trata de la nueva comisaría de Playa de Las Américas, que además ya estuvo allí, pero no como una Superwoman, sino como una más, llevando un departamento sensible, o mejor, estando en él.

Pero ahora eso es historia pasada y ya saben agua pasada no mueve molino. La nueva comisaría ha decidido que la diplomacia, las relaciones exteriores no se basan en la cordialidad, en el atendimiento, sino en el ejercicio puro y duro del poder. No concesiones, no diálogo, no sentarse, no negociar. Parece que ha pasado por un sindicato y ahí la han tratado mal.

Su fiereza, sus modos han sembrado una enorme inquietud. Y sencillamente porque si entró como un elefante en una cacharrería, nada más llegar, como será cuando lleve más tiempo y sin cambiar de actitud.

Un detalle. No contamos casos concretos, que los hay, porque no queremos perjudicar a los interesados, que temen enormes represalias. Ya se pueden hacer una idea. Atila, si, Atila ante las puertas de Roma. Esperemos que cambie.