La ex concejala y ahora militante de CC de Güímar, Loly Rodríguez, colaboró en la campaña de Luisa Castro (PP)

Participó en eventos, apoyó a la candidata y erosionó las expectativas de su partido

 

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

Los lindes azules acaparan ahora toda la atención en el Valle, dejando fuera asuntos políticos y económicos más relevantes, tanto en Arafo, bajo el mando de un alcalde terrible como Lemes, como en Güímar, donde la alcaldesa, a pesar de su buena voluntad, está presa de un brutal asesor, que es quien realmente ejerce el mando y quien marca el camino a la Alcaldía, para consternación de propios y extraños.

La pasada legislatura en el municipio de Güímar no fue fácil para los socios del pacto. Ni para el PP, ni para CC y lo fue por causas distintas, aunque quien sufrió mayores desperfectos fueron los nacionalistas, porque en un proyecto político, la deslealtad y la traición son siempre muy dolorosas y sus efectos pueden ser letales, como en este caso.

Javier Mederos ha llevado el timón del partido nacionalista en Güímar durante años. Su liderazgo les ha permitido sobrevivir a los vaivenes políticos del municipio, protagonizados en su día por el satánico Rafael Yanes, ahora irradiado de todo cielo político a cuenta de su soberbia y luego por Vicenta Díaz, a la que ha sustituido su heredera natural, Carmen Luisa Castro, una sabia rural, según este taimado asesor, que suple sus carencias formativas por esa amplia experiencia vital (algunos la están buscando) que tanto admiraba Paulino Rivero y que permite que cualquiera que vaya a esta Universidad pueda ejercer cargos públicos con mayor acierto, si cabe, que los que han pasado por el colegio y la Universidad.

Mederos consiguió cuatro concejales en la anterior legislatura. Ahora tiene dos. ¿Cómo fue posible esta derrota, si estuvieron gobernando? Muy sencillo. Una de sus compañeras de batalla, que misteriosamente sigue militando en el partido, era la entonces concejala de Cultura, que al principio despertó esperanzas, porque parecía muy activa y emprendedora, pero nada de eso, sus fatales cambios de humor, su desequilibrio, le complicó la existencia a sus compañeros, sobre todo a Mederos, que sin embargo la dejaba hacer, a pesar de todos sus desmanes en la concejalía.

Todo se mantuvo más o menos tranquilo, aunque las diferencias cada día se agigantaban entre Loly Rodríguez y sus compañeros, hasta que se acercó el momento de las candidaturas y el nuevo cartel. Loly, poseída de una ambición desmedida, quería ser la cabeza de lista y comenzó a conspirar, ayudada por varias personas, que se sentían engañadas por Mederos, primero dentro del partido y luego fuera. Pero Loly hizo un cálculo erróneo, porque ella pensaba que CC de Santa Cruz o en su caso, el secretario general, Fernando Clavijo, iba a apostar por ella y a descabalgar a Mederos, pero no lo hicieron. La escucharon, le dijeron que si, que tenía la razón, pero quien tenía el control del partido, era el entonces teniente alcalde y socio de gobierno con la alcaldesa y que esa labor la había conseguido él.

Loly se la tuvo que envainar y ver como la dejaban fuera de la lista y de toda esperanza de repetir. ¿Se fue del partido nacionalista? No. Lo que hizo fue ponerse en manos de Luisa Castro y de la gente del PP (el asesor estaba feliz de contar con ella) y hacerle la campaña. Fue a actos del PP güímarero, se presentó a una convención insular, apoyó a la alcaldesa en los barrios y fue por todo el pueblo haciéndole la contra a Mederos y los suyos.

Resultado de todo esto: dos concejales menos. Loly satisfecha con su venganza y un problema para CC de Güímar. Mederos no quiere hacer sangre, porque es un caballero, pero hay compañeros que exigen que se actúe, que se tomen medidas y que se acabe ya con esta situación paradójica de tener a una militante de CC que a lo único que aspira a que el partido desaparezca del Ayuntamiento y que Mederos se vaya para su casa. El dilema es grave y más cuando Santa Cruz no sabe que hacer tampoco. Habrá que esperar acontecimientos.