
Las Kellys, olvidadas otra vez en Tenerife
Recientemente se ha firmado el convenio de hostelería para la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Fueron largas negociaciones, con la amenaza de huelga del sector por parte de los sindicatos. Al final, con la intervención propagandística del presidente Clavijo —ángel protector del señor Marichal, representante de los empresarios— se firmó un documento en el que encuentro diversos agujeros negros.
El primero es que las viviendas vacacionales no son mencionadas en ningún momento. ¿Es que nadie las limpia? ¿Lo hacen empleadas del servicio doméstico o de empresas de limpieza de oficinas? ¿No tienen que ver con el turismo las viviendas vacacionales como para quedar fuera del convenio? Hay cientos de trabajadoras —sobre todo mujeres— que se encargan de limpiar esas viviendas entre turista y turista. Si, como se reclama, son parte de la oferta turística de las islas, deben estar reguladas como cualquier otro establecimiento turístico. Pero ni los sindicatos ni los empresarios se han acordado de ellas.
Otro agujero es que los establecimientos de restauración quedan fuera, alegando “necesidades específicas”, de casi todas las medidas recogidas en el convenio. Sus condiciones quedan remitidas a una futura comisión mixta (patronal-sindicatos), comisión que no es decisiva, donde las decisiones se tomarán exclusivamente por consenso, con lo cual la parte empresarial puede boicotearlas sine die. Además, dada la fragilidad laboral en el sector —con la mayoría de las empresas contando con pocos trabajadores—, negociar centro a centro o que dicha comisión les haga caso es prácticamente imposible. Las personas que trabajan en restaurantes, cafeterías y establecimientos similares quedan desprotegidas. Un ejemplo es el trabajo en festivos, el derecho a vacaciones y a días libres, redactado de forma tan burocrática que cualquier trabajador o trabajadora, para saber qué le corresponde, tendrá que acudir a un delegado sindical o a un abogado. Hubiera sido una magnífica ocasión —aprovechando la amenaza de huelga hotelera— para defender sus intereses.
De vergüenza es que el asunto de las camas elevables, vital para la salud de las trabajadoras de limpieza (trabajadoras de piso es el eufemismo que usan), quede subsumido en otra comisión de prevención laboral. Olvidan que desde el año pasado dichas camas son obligatorias en todos los establecimientos hoteleros de las Islas Baleares, y que en el reciente convenio firmado en Las Palmas se decreta su obligatoriedad a partir de 2026. Por lo visto, aunque el convenio reconoce las duras condiciones laborales de las limpiadoras, las mujeres de Tenerife o son más duras o merecen menos que las de Baleares o Las Palmas. Eso sí, se menciona la posibilidad de jubilación anticipada para ese grupo de trabajadoras, sin especificar condiciones, dejándolo todo en manos de una futura comisión de prevención de riesgos laborales... Las kellys vuelven a ser abandonadas por los sindicatos firmantes mientras los empresarios se frotan las manos de placer.
Y para rematar, se ha firmado una cláusula de paz laboral por la que los sindicatos renuncian al derecho de huelga mientras dure el convenio. No se entiende. Los empresarios no renuncian ni a despidos improcedentes ni a reestructuraciones ni a nada de nada, mientras que los trabajadores renuncian a la única arma que tienen frente a las agresiones empresariales. ¿Qué pasará cuando las mencionadas comisiones mixtas, reunidas cada tres meses, no lleguen a ningún resultado? ¿Acaso sus conclusiones serán de obligado cumplimiento para los empresarios? ¿Qué ocurrirá cuando los empresarios bloqueen cualquier avance mediante el recurso de no alcanzar consensos?
Cierto es que se ha conseguido un aumento salarial, imprescindible por la pérdida de poder adquisitivo en estos años, pero dicho aumento no cubre todo lo que se ha perdido durante la crisis y la inflación. Y a cambio, se ha dejado por el camino a colectivos como el de quienes trabajan en bares y cafeterías, y a las kellys. En este convenio, quien ha salido ganando ha sido el empresariado, y el señor Clavijo, que saca pecho ante la sociedad diciendo que su intervención impidió la huelga. En este asunto, como en tantos otros, el mentado Clavijo ha intervenido como gerente de los intereses empresariales, olvidando, pese a sus golpes de pecho, los intereses de las personas trabajadoras.
Esperamos en las islas cerca de 20 millones de turistas, mientras la inflación se come las subidas salariales, no hay vivienda y las condiciones laborales de los hombres y mujeres que hacen posible el turismo, quienes sonríen por un salario de miseria a los visitantes, empeoran día a día.
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