Muy poco y tarde
El pasado lunes los gobiernos de Reino Unido, Francia y Canadá emitieron un comunicado conjunto condenando la actual ofensiva militar israelí en Gaza así como el bloqueo de alimentos y productos de primera necesidad. El comunicado habla de “acciones concretas” que serán llevadas a cabo por estos tres países si Israel no desiste de su ofensiva militar y su bloqueo a la población de Gaza.
Después de año y medio y más de 53.000 gazatíes muertos, las palabras del ministro de exteriores británico esta semana en la Cámara de los Comunes no tienen precedente en su contundencia. David Lammy describió la situación en Gaza como “abominable” y calificó como “extremista” al ministro de economía israelí que abiertamente aboga por la limpieza étnica. Como cabía esperar, la respuesta del primer ministro Israelí Benjamin Netanyahu fue igualmente contundente, acusando a esos tres países de hacer con sus palabras “un regalo a Hamas”. A su vez, Israel acusó al gobierno británico de tener una “obsesión anti-Israelí”. Este desacuerdo entre Israel y tres de sus aliados se produce tras resultar infructuosa la presión diplomática sobre Israel.
¿A qué se debe este cambio de tono por parte de estos tres países? ¿Acaso el bloqueo total de alimentos no llevaba ya once semanas en curso? ¿Había que esperar a que hubiera 53.000 muertos (en su mayoría mujeres y niños) para que la sensibilidad de los líderes de Reino Unido, Francia y Canadá se sintiera herida? Lo cierto es que a pesar de las palabras del primer ministro británico y del ministro de exteriores, el gobierno británico continúa con su venta de armas y suministro de información militar a Israel.
A medida que transcurren los meses y cotidianamente se repiten las matanzas en colegios convertidos en refugios, en hospitales, y en zonas designadas como “seguras” por el ejercito de Israel, un creciente número de personas en Occidente se pregunta cómo es posible que nuestros gobiernos continúen prestando apoyo militar, económico y diplomático a Israel. Ello no se puede explicar en base a un hipotético desconocimiento de los hechos. Joe Biden se refirió al “bombardeo indiscriminado” en Gaza, mientras continuó enviando cargamentos de armas a Israel y vetando resoluciones en Naciones Unidas pidiendo el fin de la guerra y la liberación de los rehenes. El presidente Trump admite que “mucha gente está muriendo de hambre” en Gaza al tiempo que sigue enviando armas y rehúsa condenar la utilización de la comida y los medicamentos como armas de guerra contra la población civil.
¿Cómo se explica que Occidente, supuesto bastión de la Ilustración y los derechos humanos esté colaborando en un genocidio? La infiltración de intereses sionistas dentro de los aparatos de poder y la clase política estadounidense es notoria. Organizaciones como AIPAC (American Israel Public Affairs Committee) ejercen una influencia determinante tanto en el Partido Demócrata como en el Partido Republicano, de manera que da igual cual de los dos esté en el poder. El apoyo a Israel está en cualquier caso garantizado. En Europa, la penetración sionista no está tan consolidada como en Estados Unidos, pero es prominente y va en aumento. En Reino Unido existen numerosos lobbies sionistas. Los dos principales partidos cuentan con sus lobbies oficiales: Conservative Friends of Israel y Labour Friends of Israel. El reciente tercer principal partido Reform UK (liderado por el arquitecto del Brexit, Nigel Farage) no requiere un lobby puesto que de por sí, programáticamente es sionista. Cosa bien distinta es el pueblo británico que mayoritariamente, pese al sesgo de los medios de comunicación, sabe distinguir al verdugo de la víctima y simpatiza con la causa palestina.
Alemania es un caso aparte. Dada su historia respecto al pueblo judío, se siente moralmente incapacitado para cuestionar su apoyo incondicional al estado hebreo. Es un caso trágico. Un crimen no se expía apoyando la comisión de otro crimen. El estado alemán comete un error histórico queriendo lavar su sentimiento de culpa por el Holocausto con la sangre de los palestinos.
En este panorama, el gobierno de España junto al de algunos otros países europeos ha mantenido una postura medianamente coherente frente al genocidio en curso. No obstante, podría estar haciendo mucho más para desvincular a España de Israel.
(*) Articulista