La primera gran propuesta de Ramón Trujillo (IU) para Santa Cruz en este mandato es rescatar a ciudadanos sirios

Sorprendida y bastante curiosa con este asunto. Y tanto es así que nos tomamos las molestias para averiguar quien era el único concejal de Izquierda Unida que tenía el Ayuntamiento de Santa Cruz y porque estaba pasando lo que estaba pasando.

Supimos que se llamaba Ramón Trujillo, que además era hijo de un gran catedrático y además había continuado la saga y era profesor universitario. Durante años ha estado rondando ese espacio tan gigantesco en lo quimérico y tan estrecho en las franjas electorales, llamado izquierda alternativa, donde todo tipo de partidos han intentado apropiarse de ella y recoger las migajas que dejaba ese partido, ahora bastante esquizofrénico, llamado PSOE, buscando el modo de llegar a lo institucional, o como dicen los chicharreros, un ‘puestito’.

Justo es decirlo que ha ejercido de serio y de documentado y prudente al mismo tiempo. No se le conocen escándalos, excepto su renuente actitud a sacar a la luz pública una grabación que le hizo a Antonio Plasencia y su militancia en IU, aunque no ha sido accidentada, ha conseguido finalmente, con la irrupción, primero de Si Se Puede y luego Podemos y la caída de xTF y Ciudadanos de Santa Cruz, llegar a sentarse en la casa de los Dragos.

Muchos esperaban que hiciera grandes cosas, que pusiera las cosas en su sitio y que además se distinguiera de la extraña por errática conducta de Arcila y sus muchachos, pero al parecer, nos hemos topado otra vez con un nuevo tranque izquierdoso.

Ramón Trujillo es como esa montaña clásica que después de mucho esfuerzo pare un ratón, pequeñito y juguetón. Su primera gran iniciativa, su primer gran esfuerzo para Santa Cruz, sus propuestas ante un grupo de gobierno escorado a la derecha extrema, es la de convertir a la ciudad en una base donde acoger refugiado y donde la administración  municipal destine recursos para dotarla y hacerla efectiva.

No nos parece mal. Y hemos meditado mucho en ello. Pero no parece muy acertado subirse al carro de los refugiados como medida, como alternativa de una oposición a Bermúdez y su gente y dejando atrás todos los numerosos problemas que tiene la capital y por ende, la propia Casa de los Dragos.

El silencio de Ramón Trujillo en estos primeros meses de mandato, roto con este estruendo internacional, debe comenzar a preocuparnos, porque el rumbo de IU en el Ayuntamiento no estará en las calles, sino en los titulares de cualquier periódico del mundo. Y es una pena.  Y este sentimiento no es baladí. La gente que leyó su propuesta en un medio de comunicación le reprochó esto mismo que aquí estamos exponiendo. Vox populi, vox Dei. No debemos olvidar que le paso a San Pablo, camino de Damasco, al final acabó crucificado boca abajo.

(*) Una santacrucera ociosa y preocupada