Seis años y parece que fue ayer: in memoriam de Vanessa

La relatividad no es solamente un concepto científico, ni una fría ecuación matemática. Es también un principio moral, un regulador del alma, que vive, sufre y sobre todo recuerda. Un gran dolor es el que hace posible sentirla, ya que con él el tiempo se detiene y hace que lo que paso hace tanto, sea sin embargo, actual, contemporáneo.

Seis años ya. 2009. Allí se paró el reloj en el corazón de una familia. Una trágica muerte asolaba un paisaje cotidiano, sencillo, normal, de gente corriente, pero a los que una administración inepta, confusa, indiferente les propinaba el peor golpe imaginable: el fallecimiento de una hija, en plena flor de la juventud, con todo el futuro por delante.

Vanessa Hernández. Por primera vez en estos seis años, hemos escogido una foto suya. Lo hacemos porque es justo y necesario. Para que se sepa, para que se vea. No podemos olvidarla, por mucho que se empeñen, porque ya es un ejemplo, una guía para que como ciudadanos nos plantemos, le hagamos frente a quienes se creen dueños de nuestras vidas y que desde un poder ciego y absurdo, son capaces de estas injusticias.

Dicen que el tiempo cura las heridas, pero éstas siguen sangrando. No es posible cerrarlas hasta que se haga justicia. Y es claro el mensaje: aquello no debió suceder y pudo haberse evitado, pero todos fallaron, los que tenían responsabilidades.

Su negligencia no tiene perdón. Y ahora que la Justicia de los hombres se encarrila hasta el final de esta larga espera, que duele, que hiere, que lesiona, el responsable de todo esto debe ser castigado en su justa medida, pero castigado.

No queremos nombrarlo, para no mancillar este homenaje, pero todos sabemos quien es perfectamente. Desde aquel fatídico 1 de noviembre de 2009, este personaje no ha dado muestras de arrepentimiento, de reconocer sus equivocaciones y pelea hasta el final para que nada de esto le afecte. Quiere zafarse de la condena, no ya de la moral, que ya hizo el juicio y que perdió, sino el que le importa, ese que puede destruirlo. Y sus esfuerzos lo dejan en evidencia, hacen más notorio, sus dudas, sus miedos, sus cobardías.

Y eso no se puede ni perdonar ni olvidar. La causa penal que camina inexorablemente a su final, ha ampliado su esfera a otro delito. Habrá más tela que cortar. Mientras todos los que sentimos cerca de Vanessa, la recordamos el día que nos dejó, con la secreta esperanza de recuperar su memoria, su dignidad perdida.

Y en eso estamos. Te saludamos Vanessa, desde el corazón.