Por qué los suelos antiguos resisten mejor que los nuevos

Una de las cosas que tienen en común estos materiales es que no pierden encanto con el paso del tiempo

ELDIGITALDECANARIAS.NET/Madrid

Hay casas que tienen más de cuarenta años y, sin embargo, el suelo sigue intacto. Ni grietas, ni manchas, ni zonas desgastadas. Esos suelos resisten mudanzas, muebles pesados, productos de limpieza agresivos y todo tipo de vida doméstica. Cuando preguntas qué material es, la respuesta suele ser la misma: terrazo. Un clásico que durante mucho tiempo fue considerado “de batalla”, pero que hoy está volviendo con más estilo que nunca.

Lo curioso es que ahora que tenemos acceso a todo tipo de pavimentos vinílicos, porcelánicos o sintéticos, cada vez más gente busca recuperar suelos antiguos o instalar materiales que se usaban hace décadas. Y entre ellos, la baldosa hidráulica también se ha ganado un lugar importante. No por nostalgia, sino porque hay un valor real detrás de estas piezas: durabilidad, estética propia y poca necesidad de mantenimiento.

Qué tiene el terrazo que lo hace tan resistente

El terrazo nació como una solución económica para reutilizar restos de mármol. Básicamente es una mezcla de cemento con pequeños fragmentos de piedra natural, que se vierte en obra y se pule una vez endurecida. Esa composición lo convierte en un suelo compacto, sin juntas, que aguanta golpes, agua, calor y todo tipo de desgaste.

Durante años fue el rey de los suelos en colegios, hospitales y viviendas públicas. No porque fuera el más bonito, sino porque duraba. Hoy se está empezando a revalorizar. No sólo por su resistencia, sino porque ahora se producen versiones más estéticas: con fragmentos más grandes, con colores más neutros o incluso con resinas que imitan su aspecto sin necesidad de pulido.

Uno de los motivos por los que el terrazo está volviendo es su capacidad para integrarse en proyectos de interiorismo moderno. Combina bien con metales, con madera clara, con mobiliario minimalista. Tiene algo especial que encaja con las tendencias actuales, pero sin perder esa herencia de material funcional y honesto.

La baldosa hidráulica y su lugar en el diseño

Mientras el terrazo juega la carta de la sobriedad, la baldosa hidráulica aporta color y detalle. Estas piezas, fabricadas a mano una a una con moldes metálicos, pigmentos y cemento prensado, eran muy populares a principios del siglo XX. Decoraban patios, recibidores, galerías. Cada baldosa era una pequeña obra de arte. Y como se colocaban formando patrones continuos, el resultado era casi como una alfombra de piedra.

Hoy han vuelto con fuerza, pero en otro contexto. Se usan para destacar zonas concretas: un frente de cocina, el suelo de un baño, un acceso en una tienda. Y aunque hay muchas imitaciones en cerámica, la original sigue siendo valorada por su textura, su peso y su proceso artesanal. Eso sí, requiere ciertos cuidados. No es como el terrazo, que aguanta todo. La baldosa hidráulica necesita sellado, limpieza con productos neutros y cierto mimo si se quiere conservar en buen estado.

Suelos que envejecen bien y ganan con los años

Una de las cosas que tienen en común estos materiales es que no pierden encanto con el paso del tiempo. Todo lo contrario. Mientras que muchos suelos sintéticos se desgastan mal, pierden color o se levantan con la humedad, el terrazo y la baldosa hidráulica se adaptan. Envejecen con dignidad. Pueden tener marcas, sí, pero forman parte de su historia.

Por eso hay quien prefiere conservar el suelo original de una vivienda antes que instalar uno nuevo. Incluso hay empresas que restauran terrazos antiguos, puliéndolos y recuperando su brillo. Lo mismo ocurre con las baldosas hidráulicas: si se conservan bien, se pueden mantener durante décadas. Y si alguna pieza se rompe, hay talleres que fabrican réplicas exactas.

El contraste con los materiales modernos

Hoy en día se venden muchos pavimentos que imitan a otros materiales. Suelos que parecen madera, pero son vinilos. Cerámicas que imitan mármol. Placas que simulan piedra. Todo está pensado para que se vea bien en fotos, pero no siempre aguantan el uso real.

El terrazo y la baldosa hidráulica no necesitan imitar nada. Son lo que son. Y eso les da un valor añadido. Además, están fabricados con componentes naturales, sin plásticos ni capas artificiales. Eso los convierte en opciones interesantes si se busca sostenibilidad, aunque mucha gente no lo tenga presente.

También hay un tema de percepción. Un suelo de terrazo bien cuidado transmite robustez. Da sensación de continuidad, de superficie sólida. La baldosa hidráulica, en cambio, añade un punto decorativo sin necesidad de objetos extra. Con ella, el suelo ya es parte de la decoración. No necesita alfombras, ni adornos. Basta con dejarlo visible.

Qué tener en cuenta si quieres usarlos hoy

Lo primero es entender el contexto. No todos los proyectos necesitan suelos de alto rendimiento. Pero si vas a instalar un suelo en una zona de mucho tránsito, conviene elegir algo que no se desgaste rápido. El terrazo sigue siendo una opción excelente en cocinas, pasillos o zonas comunes. Y no tiene por qué ser gris y aburrido: hoy hay modelos con colores cálidos, bases blancas, vetas azules, incluso efectos metalizados.

Si vas a usar baldosa hidráulica, ten claro dónde y cómo. Mejor en zonas puntuales. Y hay que prever bien los tiempos de instalación, porque necesita secado, sellado y cierto cuidado durante los primeros días. Pero si se hace bien, puede durar toda la vida.

Tanto uno como otro tienen algo que los suelos modernos no siempre consiguen: personalidad. No son neutros. No pasan desapercibidos. Y si se combinan bien con el resto del espacio, pueden convertirse en la pieza central del diseño sin necesidad de gastar más en otros acabados.