La pelota es mía
Gabriel González Fernández (*)
Cuando éramos chicos siempre estaba aquel que era dueño de la pelota y ponía las reglas y si el partido no le gustaba se la llevaba y fin del juego. Pues bien, en Adeje vemos como algunos prefieren quedarse en el recreo y no pasar a la institución. Cambias la fecha del pleno “porque sí”, lo anuncias a última hora y a otra cosa. ¿Motivo? Ninguno público. ¿Explicaciones? Las justas. ¿Consecuencias? Las de siempre: dificultar la labor de la oposición y a la ciudadanía que quiere seguir el debate de su ayuntamiento.
Y es que está claro, se aprueba a principio de mandato, los pleno son el último viernes de mes a las 10 am, que tiene guaza también la hora, imagínense esos plenos a las 10 de la mañana repletos de público que madruga … como si no tuvieran cosas que hacer. Los plenos debieran ser por la tarde para que la gente pueda ir a ver que se habla, acuerda y vota y además que se transmitan en redes, ¡Transparencia!
Y que han decidido hacer, mover el pleno al lunes a las 9 sin justificación. Y no es la primera vez que cambian horas y días: ya pasó en septiembre y antes. Si esto fuera un caso aislado, se podría entender por causas de fuerza mayor. Pero la reiteración tiene un nombre: arbitrariedad. Y la arbitrariedad, cuando se aplica a la institución que debe ser ejemplo, huele a cosa fea. A “mando yo”, a “la pelota es mía”.
¿Y por qué justo ahora? Aquí es donde la película se pone interesante. Organizaciones vecinales y colectivos ambientales habían anunciado un pleno ciudadano alternativo para el viernes, con el foco puesto en los desmanes urbanísticos. Vaya casualidad que el pleno municipal “de verdad” cambie de día como quien pasa de largo para no cruzarse con nadie en el pasillo. No lo digo yo: lo sostienen plataformas ciudadanas que, además, mantuvieron su convocatoria del “pleno alternativo” aunque el oficial se moviera. Si es así, hablamos de censura preventiva versión siglo XXI: no prohíbo tu acto… pero intento evitar que coincidamos para que no se note el contraste.
Por eso suena especialmente pueril ese gesto de mover la portería cuando toca rendir cuentas. Porque un pleno no es una reunión del club de fans del alcalde ni un afterwork del grupo de gobierno. Es el corazón de la vida democrática local. Si lo desnaturalizas, si cambias el día y la hora sin razones públicas, si juegas al despiste, lo que haces no es “gestionar mejor la agenda”: lo que haces es reducir el control sobre tus decisiones. Y cuando además coincide con movilización social crítica, el mensaje que llega es cristalino: “si no me gusta el partido, me llevo la pelota”. Por cierto, en el pleno esta vox, lo imagino cogiendo apuntes de estos “profundos principios democráticos”.
Y es que quienes desdibujan la democracia también intentan caricaturizar a quienes defienden el territorio como agoreros, aguafiestas, etc. No cuela. Quienes defienden poner límites al despilfarro y la destrucción del territorio también defienden el empleo, el bienestar y el futuro de nuestros hijos e hijas. La falsa dicotomía entre “o chabolas u hoteles” ya no se sostiene. En Adeje lo sabemos: no hay calidad de vida si todo es hormigón y resorts sin control. Y cuando la ciudadanía se organiza para recordarlo, el Ayuntamiento no puede responder con trucos de recreo.
Porque la institución no tiene dueño. Y el balón, perdón, el pleno, no es de quien manda, sino de la gente. Quien no quiera afrontar la crítica, que lo diga. Quien quiera gobernar, que lo demuestre en el campo, a la hora señalada, con árbitro, con público y con las reglas que entre todas y todos acordamos. La democracia es eso: jugar limpio aunque el marcador te sea incómodo.
Mientras tanto, aquí seguiremos. En el césped, sin miedo, con la pelota pública en juego. Y con una idea muy simple: la voz del pueblo no se aplaza.
(*) Concejal del Grupo Mixto Podemos – I.U.

