El grito y el arado en la voz de José Quintana Santana
Diego Fernando Ojeda Ramos (*)
FAYCÁN, AMIGO...
(José Quintana Santana, en Bases para la Paz)
Por los silencios del mundo
—inútil grito y vuelo alto—,
van los héroes del pueblo,
como en sangre van las manos...
Los poros me están lloviendo
grises palabras, HERMANO,
y se me manchan los dedos,
rudos alambres, curvados
—caricias que van y vienen—
creciéndome alas y pájaros.
Me están hablando las venas
del origen de tus pasos,
y oigo el abrir de sus huellas
en mis ojos, y en tus brazos,
como cuchillos del hombre
—cuerpos de hielo, cansados—.
Y se me resbala el verbo,
y se me enturbia callado
el secreto de los tiempos,
lleno de voces, poblado,
de días niños perdidos
en los árboles ancianos
de tu camino y el mío.
Un codo en otro, cercado…
¡HERMANO!, grita conmigo
en mi espeso gritar tanto.
Y alza tu voz sobre el hombre,
como en un foso, barrancos.
Y allí, más hondo, despacio
(donde tranquilos los párpados
hurguen inquietos las olas,
los cuencos de tu pasado),
con el sudor de tu esfuerzo
protesta conmigo, ¡airado!,
y así se rompan las cuerdas
de la luz, siempre gritando.
Mas cuando seque el arroyo
con su voz de protestado,
(y le floten carnes y hojas
como desnudos veranos,
o estén yuntando las eras
en la acequia de tus manos),
surca la paz con la trilla,
y sígueme.
Estoy arando…
En tiempos en que la palabra “paz” parece diluirse entre discursos vacíos y titulares pasajeros, regresar a la poesía de José Quintana Santana es redescubrir su sentido más hondo y humano. “Faycán, amigo…”, uno de los textos emblemáticos de su libro Bases para la Paz, no es solo un poema: es una voz que brota de la tierra, del dolor colectivo y de la esperanza que se siembra con las manos.
Escribo este artículo como homenaje a mi tío Pepe, José Quintana Santana, cuya palabra sigue viva entre nosotros como semilla de conciencia, ternura y compromiso.
Nacido en Telde, José Quintana Santana (1919–1999) fue profesor, poeta y hombre de pensamiento comprometido. Su obra, menos difundida de lo que merece, encarna una poesía social y espiritual que hunde sus raíces en la experiencia del pueblo canario.
En Bases para la Paz, el autor no se conforma con describir un mundo herido: propone transformarlo. Y lo hace con una voz que, sin abandonar la emoción lírica, se convierte en testimonio ético.
El título del poema, “Faycán, amigo…”, no es casual. El Faycán era, en la antigua sociedad indígena canaria, el consejero espiritual, el mediador entre lo humano y lo sagrado. Quintana rescata esa figura para dialogar con el pasado prehispánico y, al mismo tiempo, tender un puente hacia el presente. El “amigo” del título es tanto ese guía ancestral como el compañero de lucha, el hermano de hoy.
“HERMANO, grita conmigo en mi espeso gritar tanto.”
Esa frase contiene el espíritu entero del poema: una llamada a la hermandad y a la acción colectiva frente a la injusticia.
El poema se abre con imágenes intensas: los héroes del pueblo avanzan “por los silencios del mundo”, las manos sangran, las venas hablan, los poros llueven palabras. Todo el cuerpo se convierte en instrumento de expresión y resistencia.
José Quintana no escribe desde la comodidad, sino desde la urgencia. En sus versos, la protesta es necesaria, pero no suficiente. El poeta sabe que después del grito viene la tarea, la reconstrucción, la siembra. Por eso el texto desemboca en uno de sus pasajes más luminosos:
“...surca la paz con la trilla, y sígueme. Estoy arando...”
Aquí, la paz se presenta como una labor concreta, no como una idea abstracta. El acto de arar la tierra se transforma en metáfora del trabajo interior y social: solo quien cultiva puede recoger fruto. Quintana nos recuerda que la paz no se decreta, se trabaja; y que el verdadero heroísmo está en el esfuerzo cotidiano, no en la violencia ni en la resignación.
A lo largo del poema, la naturaleza no es un mero paisaje: es una extensión del cuerpo y del alma humana. Los barrancos, las acequias, las eras y los árboles viejos forman parte de una geografía emocional que vincula al hombre con su entorno.
En ese sentido, la poesía de José Quintana anticipa algo que hoy llamamos ecopoesía o conciencia ambiental: una visión donde cuidar la tierra es cuidar de nosotros mismos. Cuando el poeta dice “Estoy arando”, no solo habla de agricultura: habla de reparación moral y espiritual.
Más de medio siglo después de su publicación, “Faycán, amigo…” mantiene una sorprendente actualidad. Sus temas —la desigualdad, la pérdida de identidad, la necesidad de unión y trabajo común— resuenan con fuerza en una sociedad que, pese a los avances tecnológicos, sigue buscando sentido y raíces.
Canarias, como tantos otros territorios, vive hoy el desafío de equilibrar progreso y sostenibilidad, tradición e innovación. En ese contexto, la voz de José Quintana adquiere un nuevo valor: nos recuerda que la paz y la justicia empiezan en lo local, en la comunidad, en la relación con la tierra y con el otro.
Su mensaje no es de nostalgia, sino de acción: protestar, sí, pero también construir; gritar, pero luego sembrar. El poema propone una paz activa, nacida del esfuerzo, del compromiso y de la empatía.
Leer este poema es más que un ejercicio literario: es un diálogo con una herencia viva. En sus versos reconozco no solo la voz de un poeta, sino la de un hombre que creyó en la educación, en la cultura y en la dignidad del trabajo.
José Quintana Santana pertenece a una generación de autores que entendieron la poesía como una forma de servicio. No buscó fama ni artificio: buscó verdad y justicia, desde el lenguaje, desde la emoción y desde la raíz.
Su Faycán sigue caminando entre nosotros, recordándonos que la palabra puede ser semilla y herramienta, y que todavía hay mucho por arar en nuestra conciencia colectiva.
“Y así se rompan las cuerdas de la luz, siempre gritando...
surca la paz con la trilla, y sígueme. Estoy arando.”
El eco de su voz, tan humana y tan isleña, nos invita a seguir ese surco. A construir, desde el respeto y la esperanza, las verdaderas bases para la paz.
(*) Diego Fernando Ojeda Ramos, fue concejal del Ayuntamiento de Telde y actualmente es asesor en la Consejería del sector Primario, Soberanía Alimentaria y Seguridad Hídrica del Cabildo Insular de Gran Canaria.

