El posible origen guanche de los verdiales malagueños
Jorge ‘Mencey Macro’ Dorta (*)
El proceso de conquista y colonización de Canarias comienza a principios del siglo XIV y dura hasta finales del siglo XV. Son casi 200 años con dos grandes etapas diferenciadas. El evento que separa las dos etapas es la peste negra en Europa. La primera etapa desde principios hasta mediados del siglo XIV es de descubrimiento, comercio, conquista si se puede y misionera, propia de las expediciones genovesas, mallorquinas, aragonesas y portuguesas.
Pero tras la peste negra la demanda de mano de obra y la necesidad de repoblar zonas se dispara. En esta segunda etapa, que dura unos 150 años, el trafico esclavista y posteriormente la conquista de las tierras será el motor principal. Las razias esclavistas por parte de señores andaluces serán una constante. Por ejemplo Bartolome de Las Casas cuenta que en el momento de la conquista betancuriana, a principios del siglo XV, Lanzarote y el Hierro tenían muy poca población porque las asaltaban todos los años en busca de esclavos.
Los principales mercados esclavistas serán Huelva, Sevilla y Valencia, aunque también llegaran esclavos a otros enclaves como Barcelona o Baleares. Es de suponer que en esas zonas, y en las áreas a repoblar como sierras y montes, los canarios dejaran algún tipo de impronta durante esos doscientos años y posteriormente al asentarse.
Según la profesora Maria del Pilar Rodriguez, el aporte de ADN canario a lo que ella denomina la Banda Guanche que va desde Aragón hasta Huelva, pasando por Valencia, es muchísimo mayor de lo que la gente piensa o lo que muestran los documentos conservados de las lonjas esclavistas de Valencia o Ibiza que solo se refieren a los últimos 10-15 años de una conquista que dura cerca de doscientos.
Entre otros argumentos esgrime la mutación genética G542X que tiene su mayor frecuencia observada en Canarias, seguida por la zona geográfica peninsular definida como Banda Guanche, y que el ocultamiento histórico de la presencia canaria en España impide relacionar.
Uno de los aportes culturales reconocidos de este forzado poblamiento canario fue la honda impresión cultural que dejaron sus bailes y danzas, conocidas popularmente como “canarios”. El “canario” fue una danza primero popular y luego cortesana y teatral española muy popular entre los siglos XVI y XVIII introducida por los esclavos isleños, popularizada luego entre las clases populares y pasando luego a círculos cortesanos. Tal fue su importancia, que desde España, salta luego a toda Europa.
La gran aceptación del folclore guanche, que fue descrito como música viva y baile gregario muy vigoroso, se debe a que era un concepto musical distinto al que imperaba en la Europa renacentista. Las formas de cantos y danzas canarias tuvieron que ser “vanguardistas” e “innovadoras” en su época, de ahí su popularidad. Las crónicas describen los bailes canarios como zapateados y dando saltos muy vivos. Rompían con lo anterior.
Digamos que fue una revolución como parece desprenderse de algunos cronistas. En 1451, durante la boda de la Infanta Leonor, hermana del Rey de Portugal, con el emperador Federico III en Lisboa se reseña: «Hubo bailes y unos hombres salvajes, que viven en unas islas lejanas del mar, hicieron a su manera unos bailes muy particulares y dignos de admiración. Había hombres de ambos sexos desnudos. Y es que aquella Isla se llama Canaria». Por su parte Lopez de Gomera dice «Dos cosas andan por el mundo que ennoblecen estas Islas , los pájaros canarios, tan estimados por su canto, que no hay en otra ninguna parte, y el canario, baile gentil y artificioso»
La leyenda de esta danza salvaje que enamoró al viejo continente dice que el mismísimo Luis XIV, el Rey Sol, un afamado bailarín, zapateó el canario vestido incluso con un tamarco, en una de sus famosas fiestas que daba a la corte francesa en el Palacio de Versalles.
Por tanto no solo hay que mirar la influencia española en el folclore canario sino también la influencia guanche en el folclore español, particularmente en la franja que va de Valencia a Huelva, lugares de asentamiento de esclavos o población canaria.
Como señala Mª del Pilar Rodriguez en “Una aproximación a la influencia del folclore canario en España y America, El folclore de Venezuela“; Los cantes y bailes españoles de influencia guanche agrupan expresiones relacionadas con la raíz folclórica guanche como zapateado, fandangos, seguidillas, formas precursoras de la jota, danzas festivas, verdiales y las folías antiguas (conocidas en Aragón, Valencia y sur de La Mancha). Sus formas más tempranas han sido señaladas a partir del siglo XV. Entre mediados· del siglo XVII y mediados del XVIII, derivadas de las expresiones musicales anteriores aparecen malagueñas, granadinas, rondeñas, zángano, murcianas y jotas. Estos cantes y bailes están todos emparentados; sus cantos, carentes de melismas, tienen la particularidad de ser ejecutados por varios cantadores en secuencia. (...) Sus bailes son corporativos y vigorosos, y el acompañamiento profuso, y a veces ruidoso, carece de palmeos y “jipíos” propios del folclore español y el flamenco.
Para muchos el fandango proviene del canario y es el baile más antiguo de donde salen otros como las malagueñas o las seguidillas. El origen del Fandango queda ilustrado en la siguiente copla del fandango de Alosno. “Fandango, ¿dónde has nado /que tó el mundo te conoce? /Yo nací en un rinconcillo que Alosno tiene por nombre /donde le dan el dejillo”
Alosno está situado en Huelva, en la sierra onubense, que según Mª del Pilar Rodriguez fue zona de concentración de esclavos canarios, desde donde se producen migraciones a finales del siglo XV, parte de las cuales alcanzan la sierra de Segura. Esta copla supone que el fandango es de Alosno, lo cual es cierto, como también lo es, según Maria del Pilar, que simultáneamente nacía en diversos asentamientos de origen canario en la franja que va de Huelva a Valencia.
El sentimiento “hondo” del Fandango de Alosno concuerda con algunas descripciones de cronistas como Gómez Escudero que dicen: «Los bailes de Gran Canaria los hacían con varas de drago pintadas, zapateando y dando cabriolas. Se celebraban en recintos preparados para tal fin. Cantaban canciones lastimeras y sentidas». Y refiriéndose a La Gomera escribe: «Oyendo cantar solían llorar y enternecerse; así la cosa era trágica y lastimera». Fray. Abreu Galindo llama endechas a los cantares guanches, que consideraban dolorosos y tristes, con un contenido amoroso o funesto.
Viera y Clavijo dice «Los naturales de la isla de El Hierro practicaban una especie de contradanza cuya figura consistía en tomarles las manos y marchar ambas líneas, una hacia adelante y otra hacia atrás, dando furiosos saltos, todos juntos y paralelos. Acompañaban este baile con un aire de endechas lúgubres».
Se conservan dos endechas guanches
Mimerahaná, zinu zinuhá
Ahemen aten haran huá
Zu Agarfú fenere nuzá.
¿A qué nos traen, para
llevar de aquí para allá?
¿Qué importa leche, agua y pan,
si Agarfa no me quiere mirar?
Aicá maragá, aititú aguahae
Maicá, guere; demacihani
Neigá harunici alemalai.
¡Venid de bienvenida!
Esta gente forastera mató a mi madre;
y como dependo de mi hermano,
y estamos separados, quiero casarme.
Pero mientras unas descripciones hablan de cantos tristes y muy sentidos, otras hablan de cantos alegres vivos y con bailes con muchas cabriolas. Es de suponer que tenían ambos tipos de cantares y bailes. Lo mismo ocurre con el fandango, que puede usarse para sentires profundos o para bailes más vivos. Además en algunos “canarios” cortesano se conservan melodías propias del tajaraste, así que es posible que “el canario” más que una pieza en concreto fuera un estilo con diferentes piezas.
En el siglo XVII el marino George Glass habla de que los bailes rápidos canarios en las islas son el zapateo, el canario y el fandango. Las primeras noticias que hay del fandango en España son de 1705, aunque algunos folcloristas creen que surgió varias décadas antes durante el siglo XVII. De compas ternario como “el canario” según el Diccionario de Autoridades de 1735 se dice que es un “baile introducido por los que han estado en los reinos de Indias”, es decir, se entiende que su origen es de ultramar y no español peninsular.
También hay un fandango portugués, cuyo ritmo a mi me recuerda un poco al tajaraste o al toque de la Meda, y en el que se usan a veces palmadas en las rodillas como las que describe Marín de Cubas «Usaban el zapateo, a modo de villano que usaban en España, llamado el «canario», a un tiempo con pies y manos palmeando el suelo y rodillas y saltando y éste es de mujeres y también de ellos, caminando unos hacia otros al son de muchos silbos, que no hay otro instrumento en la boca»
También hay un fandango brasileño que los portugueses introdujeron en Brasil desde las Azores o incluso fandangos mejicanos, dominicanos, colombianos y de otros países de Latinoamérica en los que de momento no vamos a entrar por estar muy mestizados con la música caribeña.
Pero si voy a mencionar un fandango zapateado de México sobre un tablón, porque el mismo concepto lo encontramos en Marruecos y con un toque de “triangulo” muy parecido al Tajaraste isleño o a los toques de tambor del Hierro... en la música marroquí denominada Hmada/Hamada/Houmada. Recordemos que George Glass menciona zapateados en las islas en el siglo XVII y que las crónicas describen el canario como con zapateados muy vigorosos.
Resumiendo, que tenemos un fandango “supuestamente” introducido en España en el siglo XVII desde ultramar, que luego se populariza rápidamente y pasa a formar parte del flamenco en forma de fandangos andaluces, de donde luego surgen las malagueñas, seguidillas y otros géneros. Pero hay un problema con esta hipótesis. Muchas cosas no cuadran.
En Málaga existe un género musical llamado los verdiales, declarados Bien de Interés Cultural en el 2010, que son una especie de fandango muy antiguo y primitivo que se dan solo en la comarca de la Axarquía. De estos “primitivos fandangos malagueños” existen tres estilos principales con pequeñas variaciones; almojía, montes y comares, que son tocados en unos 13 pueblos de la comarca.
El origen de los Verdiales es una cuestión controvertida. Durante años se creyó la idea de su ascendencia morisca y su catalogación dentro de los cantes flamencos. Esta hipótesis fue puesta en entredicho conforme algunos investigadores empezaron a interesarse por este folclore malagueño y detectaron que el carácter saturnal (agrario y solsticial), común y gregario de su práctica, la rudeza y copioso acompañamiento de su toque, así como la prenda más distintiva de los fiesteros —el sombrero de flores y lazos— remitían forzosamente a épocas no ya pre flamencas o anteriores a la invasión árabe, sino prerromanas y hasta pre fenicias.
Así que tenemos un fandango introducido desde ultramar en el siglo XVII y tenemos un fandango primitivo de origen prerromano o pre fenicio según los expertos. Las dos cosas no pueden ser ciertas a la vez. No cuadran. Además, tras las guerras de Granada y la expulsión de los moriscos, esos territorios de la Axarquía están prácticamente despoblados. La pervivencia desde tiempos prefenicios se me antoja un poco difícil.
Quizás la solución es mucho más sencilla. Ambos, los verdiales y el fandango tendrían origen en los bailes de los antiguos canarios como defiende María del Pilar Rodriguez. Los verdiales, según la autora del articulo antes citado, presenta afinidades muy marcadas con las descripciones de “el canario”, pero existen también otras coincidencias muy curiosas.
Los verdiales se conservan y tienen su origen en la comarca de la Axarquía, una de las nueve comarcas de la provincia de Málaga, la comarca mas oriental. Lo que hoy es la Costa del Sol oriental, hacia Granada y cuya ciudad más importante es Vélez.
Precisamente en esa área intervino Pedro de Vera con tropas propias y auxiliares canarias en varias campañas de la Guerra de Granada a finales del siglo XV. La participación de canarios de Sevilla está atestiguada en un documento de pago, y posiblemente también participaron gentes de Maninidra y Fernando Guanarteme ya que está también demostrada la participación de Juan Doramas que era infante de la compañía de Maninidra. Se sabe que Pedro de Vera y sus tropas participaron en la rendición de Mijas y Oznar y en la toma de Málaga y Vélez. No es descabellado pensar que alguno posiblemente recibiera datas de tierra por su participación en las sierras y montes de la Axarquía, lugar de procedencia de los verdiales.
Además de los verdiales propiamente dichos, que presentan una estructura más primitiva, existen formas relacionadas que reciben el nombre de: “Fandangos por Verdiales”, o simplemente Fandangos.
Los verdiales en sentido estricto están localizados principalmente en la zona occidental de La Axarquía (Comares, Benagalbón, etc.), y que según las datas de repoblación vienen acompañando al primer lote de repobladores hacia finales del siglo XV, al igual que las campañas mencionadas de Pedro de Vera en la Guerra de Granada.
Los “Fandangos por Verdiales”, o simplemente Fandangos, localizados principalmente en la zona oriental de La Axarquía (Cómpeta, Frigiliana, etc.), y según las datas de repoblación vienen con un segundo lote de repobladores unos 70 años después. Cómpeta y Frigiliana estaban totalmente despobladas en 1569. Repobladas posteriormente, ambas muestran vocación por la Candelaria y San Sebastián, alto porcentaje de grupo sanguíneo O, común entre los canarios, y se tocan unos fandangos con zambomba que se conocen desde finales del siglo XVI.
Y aunque la leyenda dice que la Candelaria la trajeron unos marineros canarios en el siglo XVIII, no se lo crean mucho, porque también asociada a la Candelaria los axárquicos celebran las festividades conocidas por Noches de las Candelas, Hogueras de la Candelaria o Fiesta de las Candelas.
Para reafirmar todo lo anterior, esta conocida copla de verdiales nos dice lo siguiente:
Con grande acompañamiento
saliste de las Canarias,
con grande acompañamiento
pasaste por tierras varias
hasta llegar al convento
Virgen de la Candelaria
Realmente hay varias cosas que llaman la atención. Las fiestas de verdiales son fiestas paganas, cósmicas, que celebran en el solsticio de verano e invierno. En invierno se celebran el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, y se reúnen pandas de varios pueblos. En verano se cantan celebrando el solsticio de verano. La vestimenta es blanca roja y negra, los colores canarios de la Creación.
Pero no acaba aquí la cosa. Los verdiales tienen fingidos entre dos luchadores armados de varas (actualmente con banderas de España y Andalucía) y el palo trenzando con cintas: especie de batuta que lleva el alcalde o director de la “panda”. Esto nos recuerda las varas del juego del palo y la añepa de los jefes isleños. El sombrero aparece muy adornado con flores y con grupos de cintas de colores que cuelgan lateralmente. Estas flores pueden recordar a los kankus - sacerdotes guanches del sol - y maguadas que llevaban coronas de flores en bailes y procesiones, tal y como lo describe las tradiciones orales recogidas por Bethencourt Afonso y Fernando Hernández González.
En cuanto al ritmo y al baile María del Pilar señala que “es una manifestación de las clases modestas campesinas, con cantos y bailes cándidos y primitivos, al punto que sus pandas han sido llamadas bandas o “pandas” de “tontos” o “catetos”“. Los instrumentos son violín y guitarra y a veces laud y bandurria - tocados de forma muy primitiva - e instrumentos de percusión; panderos, castañetas y unos pequeños platillos de metal, uno en cada mano, que se entrechocan y cuyo uso nos recuerda al entrechocar de piedras que mencionan algunos cronistas y la tradición oral para los antiguos canarios.
También era costumbre sonar un bucio, una caracola marina adornada con cintas de colores, para avisar de la llegada del grupo. El uso de bucios es tradicional en Canarias y la cultura guanche.
El ritmo de la guitarra es simple y el rasgeo continuo, muy primitivo, recuerda al de un raspador de brezo característico de algunos toques y ritmos canarios. El toque del violín es de melodia simple, no es difícil imaginárselo como una evolución de algún toque de alguna flauta de caña repitiendo notas como en el sirinoque y otros toques canarios, o de alguna cuerda tensada o instrumento similar tipo vibrófono. El canto y la melodía también recuerda a las malagueñas canarias, evidentemente, aunque a un ritmo más rápido y, a mí entender, más guerrero. De hecho, curiosamente, al tocar una pieza se lo denomina hacer una “lucha”.
Como ya hemos mencionado el canario se caracterizaba por ser un baile de muchos saltos y muy vigoroso, con ciertas figuras de mucha complejidad y agilidad y cabriolas que son de admiración. Me sorprendió mucho ver las actuaciones de la Panda Juan Majallana y la vigorosidad de sus bailes, con pasos que recuerdan pasos de la jota y del folclore valenciano, lugar este último al que se llevaron muchos esclavos guanches como ya hemos dicho. El como aparecen esos mismos pasos en la jota aragonesa, en el folclore valenciano a partir del siglo XVI-XVII y en una danza supuestamente “pre-fenicia” de los Verdiales solo se explica porque todos ellos provienen del canario.
Además la forma de tocar el pandero con golpes fuertes me recuerda al modo marroquí de tocar la Houmada en el segundo video que pusimos arriba.
Incluso hay verdiales que se bailan entre hombres. También hay otras formas de baile menos vigorosas y más aflamencadas, pero eso es normal en la evolución de las danzas y de la fusión que sufrió este folclore basado en la música canaria con el flamenco.
Finalmente, además de los verdiales, María del Pilar Rodríguez señala también que en Huelva y Córdoba encontramos danzas festivas de solo hombres que están vinculadas con las ceremonias competitivas de hombres como hacían los guanches, en las que con palos pintados dibujaban figuras y mudanzas y que en la actualidad se relacionan con el Tajaraste canario, o baile del juego de palos. Estas danzas festivas también presentan afinidades con los verdiales malagueños. Pero eso para lo dejamos para otro artículo.
(*) Articulista y economista soberanista

