Martín Rivero: un referente mediático en Canarias

Rafael Lutzardo (*)

No descubro nada nuevo, si escribo como conocí al que fuera mi gran amigo y persona, Martín Rivero. Un amigo especial en mi vida que durante muchos años mantuvimos una amistad de respecto y admiración. El destino ha querido arrebátanoslo cuando aún tenía muchas cosas importantes que hacer y con una juventud propicia para ello. No voy a escribir sobre el currículum profesional de Martín Rivero porque considero que todo el mundo es sabedor de ello. Graciosamente, y de forma cariñosa, Martín Rivero me llamaba el duque de Valle de Guerra. Una amistad y admiración que duró muchos años desde el respeto y admiración, especialmente desde los inicios de la Gaceta de Canarias el 14 de noviembre de 1989, siendo los directores los hermanos Carmelo Rivero y Martín Rivero. Un periódico que tuvo un parto muy difícil, pero lleno de vida e ilusiones.

Aún recuerdo aquellos primeros meses de prácticas en aquellas instalaciones que aún tenía los enchufes sin adaptarlo a las paredes del nuevo periódico, donde un grupo de periodistas y maquetistas estuvimos preparándonos para familiarizarnos con el nuevo estilo asociado al País, pero también para ver cómo funcionaba el sistema informático  WordPerfect. Todo aquellos, ese preliminar de conocimientos y adaptación de ese nuevo medio escrito de comunicación resulto ser emocionante y en ocasiones, estresante. Los nuevos directores de ese ambicioso proyecto no regatearon es esfuerzo para que esa ilusión se hiciera realidad. Martín Rivero, junto a su hermano Carmelo Rivero, no paraba de caminar por toda la redacción. Iban de un lado para otro, hablando con cada responsable de sección. Recuerdo que Martín Rivero tenía un tic nervioso. Es decir, por cada mesa que pasaba iba tocándolas con un bolígrafo y de paso motivándonos. El submarino, como hacia llamaban al edificio de La Gaceta de Canarias, estaba compuesto de un gran equipo profesionales de periodistas, fotógrafos y maquetistas. La ilusión de los hermanos Rivero Martín fue desbordada en entrega y compromiso en un proyecto nuevo en el mundo en el Archipiélago canario.  

Pasaron los años y cada uno fuimos por caminos profesionales distintos, pero sin perder nunca el contacto. También recuerdo que coincidimos en la Exposición Universal de Sevilla 1992; junto con Leopoldo Mansito, Carmelo Rivero y Pepe Marrero.  Martín Rivero me enseño muchas cosas del mundo de las letras y del periodismo. En los últimos tiempos, le solía ver en Tegueste en el bodegón Fernando, padre de Podrí, jugador del FC Barcelona. Su currículo profesional resulto ser polifacético y exitoso, granjeándose la simpatía y admiración de muchas personas del Archipiélago canario, incluyendo la Península ibérica. Sin duda, Martín Rivero, al igual que su hermano Carmelo Rivero, han sido verdaderos baluartes y puntos referenciales del periodismo de Canarias y más allá del Atlántico. Así pues, Martín Rivero se despidió de este mundo de una manera tranquila, sin alborotos y protagonismos. Lo hizo trabajando en lo que él quería y le gustaba.    

(*) Escritor y periodista