China, el gigante al acecho: su influencia en el mundo (III)

Carlos Gustavo Quintana Rivero (*)

La incursión en los diferentes planos internacionales de China parece imparable, sean económicos o geoestratégicos. Una estrategia basada en el despliegue paciente de su enorme poderío económico, y con acuerdos bilaterales que parecen beneficiar a las partes (estrategia de marketing llamada “Win-Win”) allí donde van. Eso sí, no deja de ser una estado autoritario que aplasta aquellos que se les opone (Tíbet, Mongolia, etcétera); “coacciona/intimida mediante las deudas contraídas” a aquellos países en los que su nivel de influencia es cada vez mayor; o lo que es peor silencian bocas y hacen mirar a otro lado a aquellas naciones que dicen ser estados democráticos de derecho.

En el Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos ONU, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, se establece: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.

En el Preámbulo de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (UE) se establece: “Consciente de su patrimonio espiritual y moral, la Unión está fundada sobre los valores indivisibles y universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y se basa en los principios de la democracia y del Estado de Derecho. Al instituir la ciudadanía de la Unión y crear un espacio de libertad, seguridad y justicia, sitúa a la persona en el centro de su actuación”.

Cuando se lee ambas Declaraciones de Derechos, se observa que para este grupo de naciones que se definen como “estados democráticos de derecho” el rasero es distinto si el poder económico les influye/interesa. La demagogia de aquellas naciones que comercian obviando los derechos humanos con naciones reconocidas como autoritarias no deja de ser mejores, por muchas declaraciones que se hagan.

Cuando se habla de China se establecen comportamientos sigilosos y de pasar “inadvertidos” (que en la actualidad ya no lo son tanto) que con inteligencia y paciencia se han introducido en las sociedades occidentales (sus principales socios comerciales) mediante unas aparentes condiciones ventajosas para todos, pero lo que subyace es que dichas naciones occidentales han estado auto-engañándote hasta hace poco, cuando el gigante asiático tiene una enorme influencia geoestratégica , económica, tecnología, comercial y militar. La creencia pueril de las naciones desarrolladas de que están en condiciones de igualdad con China es una ilusión, más aún cuando dejas tus principios por el vil dinero, un dinero que se obtiene de condiciones de explotación laboral ó de negocios muy rentables que a la larga desarman tú economía desintegrando tú tejidos productivos. Recalco a día de hoy busca influir en la opinión pública y las decisiones políticas, en función de su grado de influencia en los estados, basándose en su poder económico y comercial.

Cuando China entiende que se amenaza sus intereses y se le hacen criticas por asuntos varios (derechos humanos, o contra sus empresas como por ejemplo el ruinoso proyecto de construcción de una autopista en la república balcánica de Montenegro donde prestó mil millones de dólares USA, eso sí pero imponiendo condiciones tales como renunciar a su soberanía sobre partes de su territorio en caso de que no pudieran pagar el préstamo, y que el procedimiento de arbitraje tendría que realizarse en China bajo sus leyes),  no tiene problema en legislar para responder a sanciones extranjeras, que permite a Pekín incautar activos y denegar visados a individuos implicados en las sanciones contra intereses chinos. No hay que olvidar que junto a Rusia, son propensos a los ataques cibernéticos a sus “socios” comerciales.

China, a lo largo de la últimas décadas se ha introducido en el mercado adquiriendo industrias en los países occidentales (favoreciendo la adquisición de tecnología) sobretodo en Norteamérica y Europa. En África y Latinoamérica, con la adquisición sobretodo de materias primas. Y en Asía adquisición de materias primas y del desarrollo de proyectos de desarrollo e infraestructuras que favorecen sus intereses comerciales, y que afianzan a medio plazo ser la primera economía del mundo. Pero han planteado también el impulso de los países en vías de desarrollo construyendo vías de ferrocarril, puertos, así como infraestructuras energéticas para el desarrollo de ciudades y de otros núcleos productivos para los intereses chinos. Esta visión es diferentes si se observa que las empresas europeas y estadounidenses, especialmente, aportan lo justo para la explotación de su actividad empresarial (en cualquiera de sus sectores económicos) en estos países en vías de desarrollo (explotan lo que sea y cuando termina se marchan, al más puro estilo capitalista).

Un trabajo el de China, no solo en explotar los recursos naturales de los que carece, metales y yacimientos de petróleo, sino de industrias que desde las políticas económicas que realizan van desindustrializando a los propios países en los que se encuentran, el ejemplo está en la adquisición de industrias automovilísticas y los obscenos precios, a la baja, de los productos que manufacturan y exportan a todo el mundo (de los que Europa es uno de sus objetivos). China necesita mantener flujos masivos de energía, cambiando su demanda interna y fomentando la inversión en innovación.

No hay más ciego que el que no quiere ver, y es que China con paciencia y de hurtadillas a entrado en las economías occidentales y de los países en vías de desarrollo, adquiriendo todo aquello que le es necesario para volverse más autosuficientes en todos los ámbitos: económico (sobretodo en el alimentario e industrial), comercial, militar, y energético. Sus políticas exteriores con acuerdos económicos y comerciales de “Win-Win”, que potencian un criterio diferencial de desarrollar los países donde se encuentran, generando infraestructuras cuyo potencial en algunos casos, tiene un periodo de alcanzar su máximo potencial a 20 a 30 años, echándose delante del resto de economías con capacidad para hacerlo (como por ejemplo con la “Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI)”). Sus inversiones en tecnología de vanguardia; en I+D+i; sus diversas inversiones infraestructuras estratégicas (puertos y aeropuertos; levantan centrales nucleares; siguen lanzando satélites; etcétera), y en otros sectores industriales (como el de la automoción, donde quieren encabezar la construcción de los vehículos eléctricos) de la economía. 

No hay mayor verdad de que el mundo está cambiando, y los países desarrollados (Norteamérica y Europa, sobretodo) tienen que ponerse las pilas exigiendo a aquellos con los que hacemos negocios que lo hagan en igualdad de condiciones y bajo los criterios que como sociedad nos definen. No podemos seguir engañándonos y seguir haciendo buena aquella famosa expresión contenida en uno de sus poemas del poeta español, novelista, dramaturgo, ensayista de opúsculos de todo tipo, D. Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (1580-1645) de Quevedo que decía: “poderoso caballero es don Dinero”. La inversión en mejores condiciones así como una apuesta por el desarrollo de regiones de los países subdesarrollados (por no decir que algunos son del tercer mundo) y una apuesta decidida por potenciar regímenes democráticos en esos países en vías de desarrollo, equilibrarían condiciones  la hora de hacer frente al avance de un país (China) que no le importa demasiado hacer negocio sean o no sea democracias.

Así lo he dicho, y así queda.

(*) Articulista