China, el gigante al acecho: nuevo enfoque de influencias internacionales (II)

Carlos Gustavo Rivero Quintana (*)

Algunos de los principios básicos de cualquier economía occidental son las ideas de la oferta y la demanda, así como la de satisfacer las necesidades del mercado que generen competencia, dado que sin dicha competencia se elimina el afán de lucro dado que los inversores no pueden invertir su capital y recursos para obtener reembolso de sus beneficios. Sin la competencia se generan monopolios que se consideran perjudiciales para la misma práctica capitalista.

El gran objetivo de China es seguir expandiendo su influencia en el plano internacional, con fuertes inversiones y alianzas geoestratégicas que favorezcan sus intereses (que son legítimos desde el enfoque nacionalista de China, cuyo pragmatismo es evidente en sus acciones). A nadie se le esconde que China quiere desbancar a EE.UU. como la nueva potencia económica, tecnológica y comercial, con movimientos tendentes a ganar voluntades de países mediante su poder económico.

La estrategia china, uno de los pilares de la globalización, es y ha sido vender la idea del "Win-Win" (una estrategia de marketing que tiene como objetivo que todas las partes en un trato salgan beneficiadas). Todo sería coherente si nos quedáramos ahí pero el asunto es más complejo de lo que parece, y a las pretensiones expansionista con fuertes inversiones económicas para "cambiar la percepción" del país asiático en el mundo con su propaganda en prestigiosos periódicos europeos, así como la creación de nuevos centros de investigación entre otras inversiones. Una estrategia que deja entrever que de manera progresiva van ocupando diferentes nichos de mercado eliminando la competencia a base de producir más y más barato, e ir eliminando a la competencia de manera progresiva. La compra de deuda de los países occidentales, así como la inserción en sus tejidos productivos da pie a afirmar que cada vez tienen más influencia sobre los mismos.

Hay datos que reafirman, a lo largo y ancho del mundo, que China tiene un Plan de cambio de modelo político alternativo, donde el autoritarismo da mejores resultados económicos, y sus alianzas así lo reflejan. Veamos algunos ejemplos:

El estado de Arabia Saudita firma con China, en el año 2006, un acuerdo más que beneficioso en materia de petróleo.

El estado de Yibuti, pequeño país del cuerno de África, alberga la primera base naval china en el año 2017. Ya no es solo cosa de las dos superpotencias nucleares del mundo.

El estado de Irán firma con China, en el año 2021, un acuerdo de cooperación económica con una duración de 25 años.

La alianza China con Rusia (un importante país productor de materias primas), es una alianza interesada, en la que parece más una nueva "Guerra Fría Económica" en contra del modelo capitalista encabezado por EE.UU. y sus socios. Los diversos acuerdos alcanzados entre ambas naciones, van desde la tecnología, hasta las materias primas, entre otras. A principios del año 2022 la empresa rusa Gazprom acordó un contrato de 30 años para suministrar gas natural a la empresa china CNPC a partir de un nuevo gasoducto que conectará el Extremo Oriente ruso con el noreste de China. Y es que el comercio de ambos países alcanzo cerca de los 150.000 millones de dólares USA en el año  2021.

Sus políticas geoestratégicas también abordan importantes inversiones en otras regiones del mundo. Veamos algunas:

El Foro "16+1" es una plataforma de cooperación impulsada por China en el año 2011 con los países de Europa Central y Oriental (Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Macedonia, Montenegro, Polonia, República Checa, Rumanía y Serbia), que tiene como fin fomentar la colaboración comercial y económica. Once de estos países dentro de la Unión Europea..

Un Plan estratégico denominado la "Ruta de la Seda Polar" (plan muy ambicioso de China planteado en el año 2018, en la región ártica, dado al cambio climático que facilita la navegación y que gana cada vez más importancia en las rutas marítimas, y que permite explorar el Ártico y facilitar el comercio entre los continentes afectados (Asia, Europa y América). Si bien China traslada la idea de que la misma sería respetando el medioambiente, patrocina la idea de la explotación de petróleo, recursos minerales y otras energías fósiles, pesca, turismo, y gas (y sobre esta explotación de gas descansa la idea de un oleoducto de 3.000 kilómetros y 400.000 millones de dólares USA de inversión, que aseguraría la presencia China en el Ártico).

En el año 2020 se creó en el ámbito de países Asia-Pacífico la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el mayor tratado de libre comercio del mundo, con un mercado potencial de 2.300 millones de consumidores. China consiguió que no se incluyera a EE.UU en esta Asociación.

La Nueva Ruta de la Seda, que en el 2018 planteaba un ambicioso Plan con un Billón de dólares USA de presupuesto y que incluía infraestructuras en los cinco continentes. Un proyecto a desarrollar a los largo de las tres próximas décadas.  Dentro del plan Chino, ya se planteaba en el año 2013 la activación de la Iniciativa Cinturón y Ruta (Belt and Road Initiative  (BRI)), que incluirían propuestas orientadas a la cooperación económica internacional (y que dan soporte económico a la Nueva Ruta de la Seda) para llevar a cabo proyectos relacionados con el comercio, inversiones extranjeras e infraestructuras a lo largo de sus corredores económicos y rutas marítima, sobretodo en Asia y Europa, pero sin cerrarse a otros continentes. En un estudio del Banco Mundial, dicha iniciativa tendrían que llevar aparejadas por todos los países involucrados profundas reformas políticas, de transparencia y comerciales, entre otras.

China es el mayor importador de petróleo del mundo, una parte del mismo lo importa, por ejemplo, de Sudán y de Angola. También importa uranio para su energía, de países como Namibia y Níger.

Las empresas chinas ha invertido también en Latinoamérica, en materias primas, en países como: Bolivia, Argentina, Ecuador, Brasil o Perú (en este último país han invertido en los últimos 11 años en el subsector minero entorno a 15.000 millones de dólares USA).

Y es que prepara el terreno para situarse como potencia comercial hegemónica lleva un "Plan", un plan sustentado en el caso chino en su amplio poder económico y en la idea indudable de que cada vez dependemos más de cómo le vaya a China. Más allá de todos los datos anteriores la pregunta es: ¿en qué nos afecta en nuestra forma de vida los movimientos geoestratégicos, económicos y políticos del gigante asiático?. La respuesta es cuando menos compleja, y bajo mí humilde visión daré algunas ideas de la sumisión y la falta de "reflejos" de nuestro país y por extensión de Europa en mí siguiente artículo de opinión.

Así lo he dicho, y así queda.

(*) Articulista