Aunque lo confiese el mismísimo Pedro Manuel Guerra Mansito

Luis Alberto Henríquez (*)

Suele afirmar el cantautor canario Pedro Guerra, afincado desde hace varias décadas en Madrid, que a él lo que se le sigue indigestando es la injusticia imperante en el mundo. Ergo, él pertenecería al sector de los ateos que lo son por causa de la injusticia sobreabundante en nuestra tierra; por causa principal, se entiende, del mal reparto de la riqueza.

De educación tradicional católica en el antaño de su adolescencia y apenas amanecida primera juventud temprana, hogaño Pedro Guerra se confiesa ateo; progresista ateo. Dicho más precisamente, de esa clase de ateos dedicados a la canción de autor, el cine, el arte, el mundo de influencias de Youtube, el espectáculo y la creación literaria a quienes empero sin ningún impedimento invitan, convocan y contratan para los actos festivos en honor a la Virgen o a los santos, en tanto a otros autores sí confesantemente católicos ningunean, obvian, desprecian, marginan.

Una primera observación, celebrado cantautor. Si Dios no existe, que es en lo que tú crees, habrán ido al pudridero lo mismo María del Carmen Alejandra Cabrera Llergo que sus verdugos: María del Carmen Alejandra Cabrera Llergo, por el simple "delito" de ser católica en la España de la Segunda República y la Guerra Civil; sus criminales verdugos, por el odium fidei que los impulsó, desde la militancia izquierdista más feroz, a ejecutar la, según no pocos estudiosos,  mayor persecución religiosa desatada contra la Iglesia  luego de las persecuciones contra el cristianismo alentadas por el Imperio Romano en la hora inaugural de nuestra fe, cimiento indiscutible de todo Occidente. 

De manera que de ser cierto el ateísmo, Pedro, el mal tendría la última palabra, la injusticia, la maldad, la ruindad moral. Y de ser finalmente así, al menos yo no podría evitar una vez más esa suerte de sensación radical de contrariedad o disconformidad porque toda vida humana a su paso por este planeta llamado Tierra tendría como único horizonte final el guiño faltal del absurdo, de la injusticia radical, del sinsentido.

Si todo acabase como tú sospechas, sientes o sugieres, paisano Pedro, definitivamente no podría haber una justicia reparadora y póstuma para María del Carmen Alejandra Cabrera Llergo, celebrado Pedro Guerra, víctima que fue ella del odio contra la fe católica desatado con saña sin igual por movimientos de izquierda (de estirpe socialista, comunista y anarquista) en cuyo seno yo mismo fui destetado para la lucha militante y con los que, es de suponer, tú sigues identificándote. Como tampoco la habrá o la habría para millones de víctimas inocentes que a lo largo de los siglos de historia de la humanidad han sufrido la injusticia radical de ser abusadas, atropeyadas, vilmente asesinadas.

De manera que la existencia de Dios sería sobre todo una buena noticia para los que sufren toda clase de injusticias, todo ese mal reparto de las riquezas, cosa que parece que a ti te quita el sueño, paisano. Que el sufrimiento, la injusticia, la enfermedad y la muerte pueden hacer que se tambalee nuestra fe en la bondad, justicia y providencia de Dios, pues sí, que no en balde somos débiles, vemos como a través de espejos y el Maligno, ciertamente, nos tienta… Solo que sin Dios la muerte, la enfermedad, la injusticia, el sufrimiento y la múltiple explotación del hombre por el hombre tendrían la última palabra. Serían el sello definitivo de todas las respuestas.

Si Dios no existe, Pedro Guerra, que es en lo que tú crees y lo que cantas en tus canciones, todo tan progre, tan multiculturalista, tan políticamente correcto -al tiempo que a los autores más o menos literarios y artísticos que se confiesan católicos les cierran el paso hasta en los ambientes eclesiales, en los que tengo entendido que no te lo cierran a ti, ni a otros perroflautas del tamaño del galdense Arístides Moreno (1), pongamos -, tendrán como único destino final el pudridero lo mismo el más vil y no arrepentido asesino genocida que el pobre niño de cinco añitos muerto por hambre o por cualquier otra atroz injusticia.

Si Dios no existe, paisano Pedro Guerra, hombre progresista tú, de izquierdas, globalista y ateo, irán al pudridero lo mismo el recientemente fallecido Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso (de alias o  nombre de guerra, "camarada Gonzalo") que cualquiera de las más de 30.000 víctimas mortales ocasionadas por el Diablo o la Bestia (así era conocido y sobre todo temido el marxista leninista y maoísta Abimael Guzmán, fundador del peruano grupo terorista Sendero Luminoso). Entre esas víctimas ocasionadas por el delirio criminal del considerado mayor genocida de toda la historia del Perú, muchos niños despiadadamente arrancados de sus padres y madres, muchas mujeres embarazadas vilmente violadas y finalmente despedazadas, muchos campesinos sádicamente asesinados.  

Por último, me gustan tus canciones, y es de suponer que me seguirán gustando. Eres un hombre sensible, lírico, emotivo. Y de paso me gustan también las canciones de la mayoría de los que son de tu cuerda (de la llamada canción de autor), de ayer, de hoy y de mañana. Porque no en balde soy tan melómano que lo mismo me sigue fascinando John S. Bach que el llamado rock sinfónico, lo mismo el blues de la América profunda que los clásicos del jazz, lo mismo el folklore internacional que la música popular brasileña (MPB). 

Sin embargo, me permito decirte que tu ateísmo no tiene nada que hacer frente a la apologética católica de un joven tan deslumbrante y genial como el peruano Dante Urbina, cuyos vídeos en Youtube te recomiendo. Y también los del analista y politólogo argentino Agustín Laje, entre otros varios autores que te podría recomendar (te recomendaría asimismo, ahora que lo pienso, el canal de Youtube Arturo, Periodista Católico). Los tres jóvenes (Arturo es de tu quinta, como lo soy yo), representantes de la batalla cultural en pro de un catolicismo sin complejos y una derecha no maricomplejines. Y en todo momento reconociendo tú por lo menos, Pedro Guerra, que con tu ideología tan progresista, tan políticamente correcta, juegas a favor de la corriente (a favor de la Agenda 2030 del NOM). Pues no en vano los que nos confesamos católicos fieles a la Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio, y por ende nos confesamos identitarios y patriotas, somos hoy por hoy los marginados, los mal vistos, los señalados como "fachas, fascistas, cavernícolas, católicos con cara de pepinillos en vinagre, católicos rígidos, homófobos, xenófobos y neofranquistas".

Despreciados así, Pedro Guerra, comprenderás que los aplausos, condecoraciones, premios, felicitaciones y oportunidades casi todas se los lleve la aduladora corte de  cultivadores del nihilismo y la postmodernidad, la decadencia moral, el ateísmo práctico, la llamada postverdad, el solipsismo y el pensamiento progre en torno a lo políticamente correcto; todo a juego con la decadencia moral imperante, la crisis de Occidente, la apostasía desatada, la masonería infiltrada en la cúpula de la Iglesia y los planes perversos del Nuevo Orden Mundial.  Todo lo cual, distinguido Pedro Guerra, no es sino la preparación  al camino del Anticristo, quien quiere destruir la obra de Dios en el mundo.

Despreciados así, Pedro Guerra, comprenderás que se nos cierren casi todas las puertas. Más te digo: tú mismo, que resides en Madrid y que hoy por hoy estarás próximo al comunismo elitista o pijo, me figuro, tienes cancha y puertas abiertas en nuestra tierra canaria cada vez que decides venir a cantar o a hacer activismo multiculturalista, que es lo tuyo (esto es, justificación de la invasión migratoria; justificación del eclipse de la civilización occidental de raíces cristianas).

(1) En fin: contradicciones e incoherencias de una sociedad que habiendo  dado la espalda a Dios chapotea en el neopaganismo y la apostasía. Contradicciones e incoherencias de no pocas personas se supone que vinculadas a la Iglesia pero en verdad ligadas o rendidas a la mundanidad. De modo que ante todo esto, distinguido Pedro Guerra, si la última palabra -como colofón de la terrenal historia hacia el apogeo de la beatífica eternidad- no la ha de tener Dios, que es el sumo bien, y sí que el mal saldrá triunfador, el mal radical acabará teniendo la última palabra, esto es, se saldrá con la suya, esbozando por toda la eternidad como una suerte de burlona y mortal sonrisa de cinismo.

15 de septiembre, 2021. Luis Alberto Henríquez: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.

(*)  Profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.