Guguy y el sueño del parque nacional de Gran Canaria

Antonio Morales Méndez (*)

El Cabildo de Gran Canaria ha adquirido el 15% de la superficie del Macizo de Guguy. Estos terrenos, junto a los del Ayuntamiento de La Aldea, hacen posible que el pueblo aldeano y el de toda la isla disponga de la titularidad del 75% de este paraíso insular. Con esta compra hemos incorporado al patrimonio de nuestra isla el espacio de uso social de aquel lugar, que también ofrece las mejores condiciones para la reforestación. El Cabildo mantiene su histórico compromiso con la conservación natural de Gran Canaria, con la recuperación de la corona forestal en las cumbres y la red de fincas singulares que han sido adquiridas a lo largo de la historia de esta institución, con casos de especial relevancia como las de Tirma, Osorio, Juncalillo del Sur... Son sitios simbólicos para Gran Canaria, pero la adquisición de Guguy presenta unas particularidades que hacen de este hecho un acontecimiento que puede cambiar la historia de la isla como referente mundial medioambiental.

Durante la visita que realizamos a Guguy para informar sobre los pormenores de la compra, me preguntaban por el futuro de esta zona. Una lógica y previsible preocupación y expectación de las grancanarias y grancanarios porque el anhelo de un Parque Nacional para la isla no es una novedad. En concreto, esa esperanza comenzó con el botánico Gunther Kunkell, cuando planteó que Gran Canaria podía aspirar a disponer de un territorio natural con la máxima categoría de protección: el Parque Nacional, que señaló para la zona de Pilancones. Fue en 1974 cuando la Asociación Canaria de Defensa de la Naturaleza y el científico alemán elaboraron el “Inventario de los recursos naturales de las islas de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote”, para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el World Wildlife Found (WWF) y los cabildos insulares.

Kunkell sabía de lo que hablaba y de la importancia que tendría tal declaración para concienciar a la isla, ya que significaría un nuevo y trascendental aporte a sus valores y atractivos, e impulsar un modelo de desarrollo sostenible, con la mirada centrada en el paisaje y la riqueza de la naturaleza. Con ese espíritu promovió los Parques Nacionales de Garajonay (La Gomera) en 1981 y Timanfaya (Lanzarote) en 1974, así como la Ley de Espacios Naturales de 1987, a lo que hay que añadir las declaraciones de Reservas de la Unesco. Imaginen lo que pensaría en este momento si supiera que el Cabildo ha adquirido este territorio que forma parte del núcleo de la Reserva de la Biosfera, está dentro de la red de espacios protegidos de Canarias y, además, podría ser un firme candidato para su declaración como Parque Nacional.

Y éste es el nuevo escenario en el que nos encontramos, dispuestos a tomar las decisiones más adecuadas para esta importante zona de la isla que tiene todos los reconocimientos ambientales, al ser un espacio protegido con la categoría de Reserva Natural Especial y estando además integrado en la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, reconocida por la Unesco. Y no menos importante, recientemente se ha constituido el Instituto para la gestión integral del Patrimonio de la Humanidad y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, el órgano que cuidará y dinamizará una extensa superficie terrestre y marítima de la isla que, además, es la que menos transformación ha sufrido y que acoge varios de los ecosistemas más singulares.

A esta realidad se suma un nuevo hito. En esta ocasión, la sociedad grancanaria ha reaccionado con satisfacción tras conocer el final de la odisea de los tres millones de metros cuadrados que, finalmente, ha comprado el Cabildo al precio de tres millones de euros a través de una subasta pública realizada por la Agencia Tributaria. Una superficie significativa unida a la que dispone el principal propietario del Macizo, el Ayuntamiento de La Aldea. Atrás quedan los novelescos episodios del torero que vendió a una promotora turística que luego quebraría, o la entidad que vendió los millones de metros cuadrados por un precio irrisorio en una operación que llevó la propiedad a un paraíso fiscal; o la más rocambolesca y reciente historia de la subasta en un portal chino de internet, que se transformaría en una subasta por un embargo del órgano tributario. La población de Gran Canaria ha visto el punto y final de la aventura y el inicio de una etapa ilusionante al asegurar la titularidad pública de casi todo el macizo, quedando algunas zonas -prácticamente inaccesibles- en manos privadas. Muy cerca se encuentra el Macizo de Inagua, separados por la degollada de Tasartico con una diferencia de altitud de entre 200 y 400 metros en una pequeña distancia. Todas las miradas se centran ahora en estos dos espacios que, además, son los dos núcleos de la Reserva de la Biosfera, ambos propiedad pública en su (casi) totalidad. Deben ser la base más sólida del futuro Parque Nacional.

Una satisfacción popular que también se produjo cuando el Cabildo adquirió la finca de Osorio, un lugar que es ya referencia insular –y cinematográfica- de Gran Canaria. Esta finca juega un papel fundamental en la recuperación de la laurisilva a través del proyecto de corredores que vuelvan a unir la antigua Selva de Doramas, como parte del proyecto diseñado por José Miguel Fernández-Aceituno para el Cabildo.

Guguy va a ser otra gran referencia internacional. Ya lo es, porque forma parte del núcleo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, y porque se trata del territorio con la mayor biodiversidad de Canarias en manos públicas, incluidos los cuatro Parques Nacionales del Archipiélago. Desde que Guguy fuera declarado Parque Natural en 1987, la presión social para conservar ese paraje provocó que, en 1994, el Gobierno de Canarias cambiara su calificación incrementando su protección con la categoría de Reserva Natural Especial. Y muy especial porque en ella se encuentran tres ecosistemas diferentes, en apenas 30 millones de metros cuadrados. Sus dos cimas en la Montaña de Los Hogarzos (1060 m.) y El Cedro (1006 m.), están a mayor altura  que el pico de Osorio o el pueblo de Valleseco, lo que da una idea de la vertiginosa altura de sus barrancos, de pino a costa en tan sólo 5 kilómetros de distancia. De ahí que podamos diferenciar tres ecosistemas en una misma zona, desde el pinar al bosque termófilo de sur y uno de los enclaves más importantes de cardonal-tabaibal del mundo.

Sin duda, esta compra y sus implicaciones van a suponer un gran impulso a nuestro proyecto de Ecoísla, porque representa la preocupación de nuestra sociedad por tratar con el máximo cuidado nuestros recursos naturales, por la restauración del territorio y por la recuperación de ecosistemas, de los que Gran Canaria es una referencia indiscutible al ser reconocida como  “Continente en miniatura”.

Con ese interés y apoyo social, ahora pondremos nuestro esfuerzo en planificar el futuro de este territorio con la creación de los equipamientos y servicios necesarios, la mejora de la seguridad, la accesibilidad y con la determinación de garantizar la igualdad en el disfrute de un paraíso, el corazón de uno de los símbolos de Gran Canaria. La población de La Aldea y de Gran Canaria es propietaria, ahora, de Guguy. Ya no hay otro interés sobre Guguy que el que determine nuestra comunidad.

Es el momento de mostrar el valor de esta joya natural como eje de nuestro proyecto de Parque Nacional de Gran Canaria.

(*) Presidente del Cabildo de Gran Canaria