Miguel Concepción, dueño de Canal 4, no apaga la señal en el Sur de Tenerife a pesar que Paulino Rivero, su amigo, se la quitó en el nuevo reparto de licencias

La desobediencia del empresario palmero puede acarrearle graves sanciones

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

Miguel Concepción es una persona de efectos retardados. Es rico porque Idafe así lo ha querido, aunque muchos prefieren pensar que lo fue o mejor que lo es por sus amistades en la política, más que por méritos propios y por una idea salvaje de ser todavía impune, de estar más allá del bien y del mal, de que nada ni nadie puede tocarle.

Este personaje de la vida empresarial canaria lleva tras de sí numerosos escándalos, la mayoría tapados, excepto el que le metió como una daga uno más poderoso que él, Rodolfo Núñez, que acabó con su línea aérea, Islas Airways y que cayó porque su protector en aquel entonces, Paulino Rivero estaba enfrentado a José Manuel Soria, que no tiene demasiadas simpatías por el emprendedor palmero.

Cuando Rivero hizo sus destrozos en el mundo de la televisión, uno de los agraciados fue Concepción, el cual, sin tener idea de la comunicación se dejó llevar por el Paulinato y se embarcó en una televisión (cacharra) y una radio (más cacharra todavía), pero en el que trabajaron personas inolvidables como Jorge Vargas, el único que le hizo frente en su propia cadena y jamás fue ni despedido ni amonestado.

Canal  4 TV en el mandato de Rivero fue un curioso experimento que quemó a muchos y donde Concepción puso a todo tipo de personajes, fulanos y menganos, que acabaron por hundir el producto, excepto Vargas y su tertulia. Pero se agarró al Sur como una lapa y allí ejerció una especie de liderazgo, superficial, pero liderazgo, sobre todo porque no había nadie más que le hiciera sombra.

Ya sabemos como acabaron las licencias que concedió Paulino. Anuladas por los juzgados y vueltas a convocar y a distribuir. El todavía presidente, supuestamente amigo de Concepción, que incluso estuvo como testigo en un proceso penal que acabó en nada, le quitó en el nuevo mapa audiovisual su licencia en el Sur.

Y se le ordenó que apagara. Que se fuera. Pero Concepción que cree que todo sigue igual se niega a hacerlo, por lo que impide que las nuevas adjudicatarias puedan emitir, provocándoles con su comportamiento ilegal y mafiosillo, que no puedan ejerzan sus legítimos derechos.

Su respuesta palmera ha sido amenazar con llevarlas al juzgado, aunque en realidad a quien lleva es a su amigo, a quien quiere poner en el CD Tenerife, desafiando a Clavijo y a los suyos, un suicidio de quien se sabe que no está en la realidad, sino en la suya.

La desobediencia de Concepción, que cuando quiere desaparecer y que no le molesten, se mete en la zona alta de Arico, en su gran finca y demás, puede traerle desagradables consecuencias por parte del gobierno de Canarias y de Telecomunicaciones, que depende de Industria.

De entrada una sanción que oscila entre los 500.000 mil y el millón de euros, el precinto de las antenas y de las instalaciones, como ya le paso a Mi Tierra TV. Y lo peor incluso puede perder las licencias que le han concedido, aunque él está emperretado con la del Sur, porque sabe que es su bastión y si lo pierde, aviado va.

Tanto el gobierno canario como el central van a exigirle al palmero que apague. Les da igual como se ponga: Paulino ya no es nada, ‘dust in the wind’.