El otro cese de Thaishet Fuentes Gutiérrez

El que fuera director general de Ganadería traspasó líneas que acabaron costándole el cargo

Belinda Washington / Puerto del Rosario

Fuerteventura. Isla ardiente, de ardientes arenas, de ardientes pasiones. Allí y sobre ellas una saga, la de los Fuentes Curbelo. Señores de horca y cuchillo, al que sin embargo un brutal Blas Acosta ha sabido estar con ellos y convertirse en su rey, aunque como el Emérito, reina pero no gobierna y por eso se dedica a todo el ocio posible e imposible. En medio de esos señores, Juanito y Domingo, salta un joven sobradamente preparado como los chicos de la generación X, Thaishet Fuentes Gutiérrez. Sobrinísimo. Y vaya sobrino, porque en poco tiempo cogió mañas, soltura y apego al cargo. Y de qué manera.

Pero vamos al origen. Thaishet llega por carambola. Elena Mañez deja su escaño en el Congreso de los Diputados para asumir la consejería de Economía con Ángel Víctor Torres. La sustituye Juan Fuentes Curbelo, una canariona por un majorero. El tío se va a Madrid y en esos líos, componendas y demás, los Curbelo, con un Acosta mirando de reojo, llevan al chico hasta la toga púrpura de la ganadería canaria. Allí reina como la abeja madre, que representa al colmenar, pero no dispara chícharo, una chica, aparentemente buena gente, pero muy celosa de su imagen pública y que no quiere que nadie le haga sombra.

Bueno al tajo. El sobrino nacido en 1985 en Puerto del Rosario, al fondo suena Loco Mía, pero en versión Tuineje, era y es graduado en Gestión Aeronáutica por la Universidad Autónoma de Madrid. En 2019, tras las elecciones autonómicas y locales, fue nombrado portavoz del Grupo Socialista y concejal de Comercio en el Ayuntamiento de Antigua, donde también fue concejal en la legislatura anterior. Además, ha desarrollado otros puestos como el de asesor de la vicepresidencia en el Cabildo de Fuerteventura.

Ahora director general de Ganadería ¿Una gran cosa? Hombre mirando su presupuesto por va a ser que no, pero lo que importa no es la propia dirección general, que puede ser más o menos afortunada en sus actuaciones, sino por el sector, el ganadero, con sus más, con sus menos, con una todopoderosa Asinca, que no se baja del burro en Occidente y el resto, trabados y mosqueados, sin poder organizarse y sometidos a esta asociación, que todo lo controla y todo lo quiere controlar.

No olviden cual fue el motivo de su cese, “el portavoz del ejecutivo canario, Julio Pérez, ha explicado en rueda de prensa que el presidente Ángel Víctor Torres ha propuesto este cambio ante la pérdida de confianza respecto a Fuentes. También ha aludido Pérez a la pretensión del presidente de introducir “una nueva orientación” en la política ganadera, y darle a la dirección general “un nuevo impulso”. Taishet Fuentes protagonizó unas polémicas declaraciones en las que afirmó que con las reglas de “libre mercado” y siempre que hay una crisis “unos negocios salen adelante y otros, no”; palabras que fueron calificadas como “poco afortunadas” por la consejera de Agricultura, Ganadería y Pesca, Alicia Vanoostende.

Alucinante. Hasta ese momento Thaishet, que habla por los codos y dice lo que le parece, siente o padece y que no se había significado mucho, dice una verdad como un templo, bueno la suya y hay que matizarla, no se apuren, lo haremos ahora, lanza eso al pueblo y lo ejecutan en la plaza. Sin más.

Pero esa es la excusa perfecta. Lo que conviene para que lo necesario no haga daño, especialmente al presidente Ángel Víctor Torres. Sorprende que su caída fue silenciosa y que la familia Fuentes Curbelo no se diese por enterada, al igual que el ‘boss’ Acosta. Bueno como pusieron a otro majorero, pues no dolería tanto. Eso si la consejera descorchó vino del bueno y brindó por los ganaderos, esos chicos tan sabios, tan nuestros, que pusieron a Fuentes en su sitio, los mismos que antes acudían como abejas al nota para que los ayudara en todo, que el pibe tenía mucho de Siri, pero de pago. En fin.

Thaiset, ahora deprimido y con una buena bajona, ahora no tiene quien lo mime, lo llore o lo meza como Dios manda. Mientras estuvo fue el rey del mambo y como jugaba con  el cuchillo de cortar queso, sobre todo el de Valsequillo, que cuando le metía el acero salía un buen trozo, que de eso hablamos, de lo bueno, de los trozos y de los buenos trozos.

Esa hambre lo tuvo tenso e intenso durante el tiempo en que fue director general y de todo lo que hizo, mucho en la sombra y de lo que no hizo, mayoría a la luz pública. Esas cosas que hacía, regadas con vino del país, sal gorda, queso ahumado y demás, lo hicieron muy feliz, mucho. Tanto que hasta se la abría la boca nada más oler el queso, aunque estuviera a distancia.

Toda esa vida de la que muchos hablaban, pero sin evidencias, sin que les llegara crudamente, al final llegó a la luz, a los focos, pocos, pero poderosos. Y vieron que era imposible mantenerlo allí, porque les estallarían algunos expedientes. Que de eso se trata. Y lo ejecutaron. Pero no porque comiera queso frecuentemente, sino porque habló sin tino ni gloria.

Hay algunos próceres majoreros que cuando les hablaban de este chico, decían que era una buena pieza y que para lo joven que era tenía más maña que Luis Roldán, disculpen la comparativa, pero por ahí pasaba una revista Interviú y no sé porque lo relacione. Que malo que es uno.

En fin. Ahí tienen a Thaiset en su casa, lloradito. Mientras el resto sigue su camino. ¿Se lo merecía? Pues claro. Y llegaron tarde. Pero al igual que Luis XIV y Versalles el palacio tiene muchos pasillos y en ellos se pueden ver congresistas, senadoras, portavoces, en fin fauna de la fina. Y a lo mejor se apartaron cuando les pusieron sobre la mesa, el maldito, maldito, queso de Valsequillo.