Una avería deja sin luz 16 horas a toda la urbanización de Abades, en Arico

Las causas del incidente se desconocen, pero todo apunta a un transformador que explotó

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

Domingo en Abades. Tranquilidad absoluta. La peña abandona la playa y se recoge. Disminuyen coches y los que viven allí desde el Jurásico recuperan el aliento, ya que en los findes, ay Dios que palabreja, todo se llena, se llena hasta los topes, de gente, de coches, de niños, de perros, de toda especie conocida y por conocer. La Guerra de los Mundos, pero en sabatino y en dominguero.

Abades no es cuna de almas, sino de restaurantes. Uno de ellos, atendido por una chica que aunque es italiana, está aclimatada al pueblo y despliega sonrisas y buen rollo, mientras el cocinero lanza plato tras plato, exquisitos. Tres empresarios se despachan a gusto. Y al terminar, deciden caminar por el pueblo hasta el coche que han podido aparcar en una de sus calles, todas iguales, todas homogéneas, pesadilla para quienes llevan años allí y viene un turista y dice, “oiga, sabe dónde está la calle tal”, “oiga, ni puta idea”, en fin, a lo que vamos.

Los tres colegas hablan de viajes y uno de ellos dice que se quiere ir a Cuba y otro le responde que no, que eso está muy mal, “los apagones se han convertido en un problema diario para millones de cubanos, que observan resignados cómo la corriente se va cada vez más a menudo y durante más horas. Esto sucede en pleno verano boreal, con temperaturas difíciles de soportar sin un ventilador en funcionamiento o un refrigerador que conserve los alimentos frescos. Los vecinos de Los Palacios, una población de unos 38.000 habitantes en la provincia de Pinar del Río, en el oeste del país, protestaron con una cacerolada. “Aquí hay niños sin comer porque no hay corriente”, exclamaba una de las participantes de la protesta espontánea, en uno de los videos difundidos ampliamente en las redes”.

Oye, lo que paso era cosa de brujería. Dicho esto, se apaga todo. Desaparece la luz en la calle y de pronto el anfitrión se da cuenta que es en toda la urbanización. Todos se ríen y dicen, joder macho, que casualidad. Se van. Se queda el de Abades, que lleva allí toda la vida, hasta los cojones de que no haya cambios, de que nada avance, que sólo hay dos supermercados, restaurantes, una subida del copón para llegar a la autopista, cagadas de perro al palo y urbanizaciones nuevas, pero que no consiguen que se arreglen los accesos y al fondo, muy al fondo, un Ayuntamiento lejano y porisero.

Entra en la casa. Vuelve la luz. Se pone a trabajar. Pero a los 15 minutos cae de nuevo la luz.  “Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se va hacia la raza condenada; la justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo la divina potestad, la suprema sabiduría y el primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo eterno, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza! Vi escritas estas palabras con caracteres negros en el dintel de una puerta”. Abades en estado puro. Dante no lo pudo decir mejor. La luz se fue y no volvió, sino 16 horas después, si señores, 16 horas después, alucinante, indignante, cabreante, acojonante.

Uno que está acostumbrado a pequeños cortes, pensó, bueno, durará un poco y otra vez. Pero nada, no volvía la luz. Paso la noche, oscura como el lobo. Y Abades, muerta, bien muerta. A la mañana siguiente, al supermercado. Foco de noticias y demás. Pero allí no sabían más allá de que se había ido a la luz, que habían llamado algunos y que en unas horas se arreglaría. Una chica de belleza irrebatible, pero de timidez apabullante, apunta las compras en un cuaderno y pesa las cosas en un aparatito que no es eléctrico. Lunes y el supermercado se llena. La dueña, que además ha visto que llevan cuatro cubas para sacar la mierda del emisario que tiene a la peña que usa la playa, cabreada, tampoco sabe mucho más, aunque alguien de repente dice que es una avería en el transformador, que se vieron chispas y demás, mientras la joven Venus sigue y sigue apuntando, menudo día le espera. Los productos de la nevera tienen un tope, a partir de ese momento a la basura, como puede ocurrir en las casas de Abades.

Pasan las horas. Sin luz y con un calor acojonante. Un chico sin camisa en una plaza resume la historia de Abades, “un barrio de mierda, sin luz”. Impresionante. La peña empieza a desquiciarse, esto por lo menos hasta las dos de la tarde. Y lo mejor, nadie del Ayuntamiento. Se la suda todo, hombre, porque no es El Porís.

La curiosidad mata al gato. Un operario trabaja en el polideportivo con unos focos. Pero no tiene pinta de ser el origen del mal. Luego se manda un bocata, ajeno a todas las tragedias. Uno se dirige al dichoso transformador. Y allí está. Hay dos vehículos. Pero no tiene la tranquilizadora marca de Endesa o la de Unelco, sino de una misteriosa contrata. Dentro seis notas, digo, seis notas, que no dan con el muerto. Ay mi madre. Son las 12 y sigue sin haber luz en Abades, aunque en el resto de la Isla, nada de nada. El tranque para nosotros.

Nada los seis del corte siguen afanados. El móvil se muere. Nos vamos de Abades a un sitio con luz para cargarlo. Horas después llamada a una colega, ¿vino la luz? Si. Abades es ya un sitio habitable, europeo, no cubano, con perdón por ese bello país. Ahora recuerdo lo que se dijo a cuenta de aquel famoso  cero energético en Tenerife, “el gobierno de Canarias no está dispuesto a que el apagón general que vivió Tenerife el domingo durante nueve horas se cierre sin consecuencias. Eso pasa por sanciones económicas para el responsable cuya cuantía, según la ley, va desde 600.000 euros hasta 60 millones. Precisamente la consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial abrió un expediente de investigación de las causas del cero energético que afectó a casi un millón de personas al cortarse el suministro a más de 450.000 abonados de la compañía Endesa. Fuente de Transición Ecológica aseguran que existen varias cuestiones a las que no se han dado respuesta como por qué no se contempla un sistema redundante de suministro y por qué ha afectado a toda la Isla. Asimismo, también se pretende conocer los posibles responsables de la situación. Esta situación ha generado un gran enfado en el ámbito insular. El presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín, avisaba que “esto no puede acabar aquí. En un encuentro con el presidente del gobierno de Canarias [Ángel Victor Torres], lo que me ha traslado es su interés por llegar hasta el final de este asunto y esclarecer los motivos que han llevado a la Isla al cero energético”. subrayó. “Ya le he dicho que desde el Cabildo de Tenerife vamos a estar expectantes para que se puedan depurar las responsabilidades sobre lo que ha ocurrido”, advirtió el presidente de la corporación insular.

Bueno, Abades es pequeño, pero son 16 horas sin luz, con gente afectada, con daños a haciendas y vidas, por ejemplo, este mismo digital no llegó a su cita habitual por la mañana, sino a las cinco de la tarde. ¿Sabremos que paso? ¿Por qué paso? Y lo peor, ¿volverá a pasar? Esperemos que no, pero visto lo visto, nos tememos lo peor. A ver si la oposición toma cartas en el asunto, porque de arriba no viene nada ni bueno ni malo. Nos faltaría esa protesta a lo cubano.

En fin. Abades, barrio sin luz y sin esperanza. Un día de julio. Para recordar.