El dictador de Gambia mientras su pueblo se muere de hambre, tiene una mansión multimillonaria en Washington

Su esposa y su hijo son los que lo usan con más frecuencia

M.J.D. / Washington

A lo largo de Bent Cross Drive, una amplia y silenciosa calle ajardinada, hay mansiones de ensueño. En esta exclusiva urbanización en Potomac, a las afueras de Washington, las hay propiedad de altos ejecutivos, estrellas de baloncesto y doctores, pero también de otro público menos habitual: un dictador africano.

El presidente de Gambia, Yahya Jammeh, posee una gran casa. Un fondo de la familia de Jammeh adquirió la suya en 2010 por 3,5 millones, según medios locales y grupos del exilio gambiano que citan datos fiscales. Aunque la familia del dictador tiene casas de lujo en más países.

Potomac (Maryland) es el exponente del crecimiento mayúsculo del número de ricos en el área de Washington en la última década al calor del auge del negocio de los contratistas de defensa, los lobbies y los bufetes de abogados. Potomac es un caso aparte en el clásico paradigma de las urbanizaciones prósperas estadounidenses. Aquí las mansiones no son discretas y recogidas sino que la mayoría son escandalosamente grandes y su diseño tiende a lo extravagante, emulando palacetes con fuentes o castillos medievales.

Sin embargo, las de Jammed no llama demasiado la atención. Es de ladrillo claro -parecidas a una especie de cottage inglés- y no descaradamente altas. Como todas, están protegidas por una valla de seguridad, y rodeadas de frondosos árboles y jardines. Y pasan desapercibidas entre los adinerados vecinos.

Sin embargo la presencia de esporádicos no es infrecuente. En el último año DUGA, un grupo de exiliados gambianos en Washington, ha organizado varias protestas frente a la opulenta residencia.

“¡Es una broma!”, exclama su presidente, Oufaiinou Mbenga, al comparar el coste de la mansión con los índices de pobreza en el país, del 48%, según los últimos datos del Banco Mundial que se basan en los umbrales de pobreza nacionales. Mbenga asegura que la casa se ha financiado con dinero ‘ilegal’ y que la mujer de Jammeh acude habitualmente a Potomac porque su hijo recibe tratamiento en un hospital de Washington por un problema médico. El dictador, en cambio, apenas lo hace. “¿Cuántos miles de niños en Gambia no tienen acceso a atención sanitaria básica? Este es el tipo de hipocresía. Viene aquí a dar la mano a Obama, pero la miseria continuará”, deplora.