Consejos para rentabilizar al máximo el dinero invertido en una moto usada
Uno de los errores más comunes al buscar una moto usada es obsesionarse con el año de matriculación
ELDIGITALDECANARIAS.NET/Madrid
Hay quienes compran una moto porque necesitan moverse a diario sin depender del coche, y hay quienes lo hacen por puro gusto. Pero cuando el presupuesto no da para estrenar, mirar el mercado de segunda mano es casi inevitable. El problema no es la falta de opciones, sino justo lo contrario: hay tantas que cuesta saber por dónde empezar.
En una tienda de motos, lo normal es que te reciban con una sonrisa y una fila de modelos relucientes. Algunos parecen nuevos, otros tienen más kilómetros a cuestas, pero todos brillan igual bajo las luces del local. Esa primera impresión puede engañar un poco, así que lo mejor es tomarse el proceso con calma y no dejarse llevar por las prisas ni por la emoción de tener moto cuanto antes.
Fijarse más en el estado que en el año
Uno de los errores más comunes al buscar una moto usada es obsesionarse con el año de matriculación. Muchos piensan que una moto más nueva es necesariamente mejor, pero no siempre es así. Una moto de cinco años con buen mantenimiento puede estar en mejor estado que una de dos que ha pasado su vida entera durmiendo en la calle.
Lo que realmente importa es cómo ha sido cuidada. El estado del aceite, el desgaste de la cadena, los neumáticos, el sonido del motor y hasta el tacto de los frenos dicen mucho más que la fecha del primer registro. También conviene preguntar si las revisiones se hicieron en taller oficial o por cuenta propia, y pedir, si es posible, las facturas. Una moto cuidada se nota incluso en los detalles más pequeños.
Los kilómetros no siempre dicen la verdad
Otro tema que genera dudas son los kilómetros. Algunos compradores huyen al ver un número alto, pero no todos los motores envejecen igual. Una moto con muchos kilómetros puede seguir funcionando sin problemas si ha tenido mantenimiento constante. En cambio, una que apenas se ha usado puede tener juntas secas, óxido en zonas ocultas o la batería medio muerta.
Por eso, más que el número en el marcador, interesa saber cómo se ha usado. Las motos que han hecho trayectos largos y constantes suelen sufrir menos que las que solo se movían por ciudad, donde los frenazos y el tráfico castigan más las piezas. Si el dueño anterior la usaba a diario y no tuvo averías serias, eso es buena señal.
Comprobar lo que no se ve a simple vista
Antes de comprar, hay que mirar más allá del brillo. Revisar el chasis, los tornillos, las soldaduras, el escape y las tapas del motor ayuda a detectar golpes o reparaciones anteriores. Un consejo práctico: si alguna parte está recién pintada o parece demasiado nueva en comparación con el resto, pregunta por qué. Puede que no sea nada, o puede ser el rastro de un accidente.
También es importante arrancarla en frío. Los motores suelen disimular fallos cuando ya están calientes, así que si el vendedor se presenta con la moto ya encendida, mejor esperar un rato y probar después. Escucha el sonido al arrancar, comprueba si vibra demasiado o si hay ruidos extraños al ralentí. Y durante la prueba, fíjate en los frenos y la dirección. Si algo no da buena espina, lo mejor es no forzar la compra.
Documentación y papeleo sin complicaciones
Una parte que muchos olvidan revisar a fondo es la documentación. Verifica que el número de bastidor coincide con el de los papeles, que el permiso de circulación y la ITV estén en regla, y que no existan cargas o embargos. Parece un detalle burocrático, pero evita problemas serios más adelante.
Si compras a un particular, asegúrate de firmar un contrato de compraventa en el que conste el estado de la moto y la fecha de entrega. Si lo haces en un comercio, pide siempre factura. Además, algunas tiendas ofrecen una garantía mínima incluso en motos usadas, algo que da más tranquilidad.
Cuándo vale la pena pagar un poco más
A veces, la diferencia de precio entre dos motos del mismo modelo puede parecer injustificada, pero detrás suele haber razones. Puede que una tenga más extras, neumáticos nuevos o revisiones recientes. O simplemente que venga de un propietario cuidadoso. Pagar un poco más por una moto bien mantenida suele compensar, sobre todo si evita pasar por el taller a los pocos meses.
En cualquier caso, conviene establecer un presupuesto realista que no se quede solo en el precio de compra. Recuerda que necesitarás casco, guantes, seguro y, probablemente, alguna revisión inicial. Tenerlo todo en cuenta desde el principio evita sorpresas desagradables.
Comprar con la cabeza, no con el corazón
Las motos tienen algo que atrapa. Basta con ver una que te guste para que empiece el autoengaño: “solo es un rayón”, “ese ruido seguro no es nada”, “con un poco de cariño queda perfecta”. Pero las emociones son malas consejeras cuando hay dinero de por medio. Antes de cerrar trato, hay que pensar con frialdad, comparar precios y, si hace falta, pedir ayuda a alguien que entienda del tema.
Quien busca comprar moto de ocasión no debería hacerlo por impulso. La paciencia casi siempre se traduce en una mejor compra. Y si no hay prisa, vale la pena esperar la oportunidad adecuada. Las buenas motos usadas no desaparecen en un día; las malas, en cambio, suelen venderse rápido porque alguien se deja llevar.