
El Gobierno canario chantajea a la UE con la inmigración ilegal
Bruno Perera (*)
Desde hace más de tres décadas, los distintos gobiernos que han dirigido Canarias —sin que haya importado sus siglas y sus ideologías— han convertido la inmigración ilegal en un instrumento de presión política y económica frente a la Unión Europea.
Desde los años noventa hasta hoy, el mismo discurso se repite con diferentes rostros y avisos: “O nos ayudan económicamente o dejaremos que los inmigrantes ilegales viajen a Europa a través de Canarias”
Un chantaje político disfrazado de victimismo humanitario, al que Bruselas —sumisa y temerosa de otro colapso migratorio— termina cediendo con subvenciones una y otra vez y que no favorecen en nada al pueblo canario.
Mientras tanto, las aguas del Atlántico se llenan de cadáveres anónimos. Cientos de hombres, mujeres y niños parten desde la costa africana, empujados por la desesperación y por las falsas promesas de las mafias que les aseguran que serán rescatados por la Guardia Civil del Mar de Canarias tan pronto se alejen unas millas de las costas africanas. No les cuentan que muchos nunca llegan, que sus cuerpos quedan a la deriva o desaparecen en la profundidad del mar, sin nombre ni sepultura.
Las cifras oficiales son apenas una sombra de la realidad. Solo en 2024, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 2.300 personas perdieron la vida intentando alcanzar las islas. Cada una de esas vidas truncadas debería avergonzar al Gobierno canario por los llamamientos que realiza, y a los gobiernos europeos que se bajan los pantalones y miran hacia otro lado mientras financian centros de internamiento y campañas humanitarias que solo maquillan una tragedia estructural.
El Gobierno canario actual, por su parte, se presenta como víctima de un fenómeno que ha contribuido a perpetuar. Pide fondos millonarios, promete “solidaridad y gestión responsable”, pero en la práctica convierte la inmigración ilegal en una industria: más subvenciones, más oenegés dependientes, más discursos políticos cargados de hipocresía. Un sistema que se alimenta del dolor y la desgracia ajena.
Seguir alentando rescates sin control y traslados sin retorno es seguir empujando a miles de seres humanos hacia una muerte casi segura. Europa no puede continuar siendo cómplice de su propio desastre humanitario, ni Canarias el peón que cobra por sostener la mentira.
La solución, aunque incómoda para muchos, es sencilla: cerrar los albergues donde los adultos y los MENAs permanecen durante meses o años, y transformarlos en centros de corta estancia, con un máximo de tres días. En ese tiempo, deben recibir atención médica, alimento y ayuda humanitaria básica para recuperarse del viaje.
Después, proceder a su devolución inmediata a los países de origen, siempre respetando los derechos humanos y la dignidad de cada persona.
Solo una política clara y firme de disuasión puede acabar con el negocio de las mafias que trafican con vidas humanas y detener la tragedia que cada semana se repite en el Atlántico.
Ha llegado la hora de mirar el mar con la verdad en los ojos: lo que flota entre las olas no son pateras, son ataúdes, que ustedes, políticos y oenegés, sepultan en altamar como buenos sepultureros que se enriquecen a costa de esos desgraciados que mueren en sus travesías hacia un mundo que les venden como la panacea de la libertad y la gloria económica. «Dais asco todos vosotros, políticos y oenegés que lucráis con la desgracia ajena.»
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Apéndice documental
1. OIM (Organización Internacional para las Migraciones): Informe 2024 sobre rutas migratorias del Atlántico. Más de 2.300 muertos o desaparecidos entre África y Canarias.
2. Frontex: Datos sobre el aumento del 54 % en llegadas irregulares a Canarias en los últimos tres años.
3. Ministerio del Interior (España): Más de 55.000 llegadas irregulares en 2023 por vía marítima, de las cuales el 70 % se dirigieron al archipiélago canario.
4. ONU – ACNUR: Advierte que las políticas de rescate sin control incentivan las rutas más peligrosas y alimentan el tráfico de personas.
Aviso: Como siempre hago, este artículo ha sido enviado a la señora Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.