
La raíz obrera y libre del ser canario
Diego Fernando Ojeda Ramos (*)
Recordar a Secundino Delgado no es un ejercicio de nostalgia, sino un acto de conciencia política. En una tierra tantas veces despojada de su voz, su figura emerge como la de un pionero: el primer canario que entendió que la libertad de un pueblo no puede separarse de la justicia social.
Nacido en el siglo XIX, Secundino fue mucho más que el “padre del nacionalismo canario”. Fue un trabajador, periodista y militante que conoció la emigración, el exilio y la cárcel. Su vida transcurrió entre Canarias, Cuba, Venezuela y Estados Unidos, siempre comprometido con las luchas obreras y con la dignidad de su pueblo.
Desde sus escritos en El Guanche o Vacaguaré, hasta su acción política y sindical, Secundino unió la causa nacional a la causa social, anticipando lo que hoy llamaríamos un nacionalismo de izquierdas, popular y emancipador.
Defendió que Canarias debía liberarse del dominio colonial, pero también del poder económico que empobrecía a su gente. Para él, la patria no era una bandera hueca, sino el derecho del pueblo canario a vivir con dignidad, a decidir sobre su tierra y su trabajo.
Su pensamiento, profundamente humanista, fue perseguido por un sistema que temía cualquier chispa de rebeldía. Y aun así, su palabra no murió.
Hoy, en Telde, un monumento honra su memoria. No es solo una escultura: es un recordatorio de que hubo un canario que soñó con una sociedad libre de opresión, donde el amor por la tierra y la defensa de las personas trabajadoras caminaran de la mano.
Allí, su figura nos interpela. Nos pregunta si seguimos luchando por aquello que él defendió: una Canarias soberana, justa y solidaria.
En un tiempo donde el nacionalismo a menudo se desliga de las luchas sociales, volver a Secundino es volver a la raíz. Es recordar que el pueblo canario nació de la mezcla, del esfuerzo, del sudor y de la resistencia. Que la identidad no se impone: se construye colectivamente desde la igualdad y la dignidad.
Más de un siglo después, su mensaje sigue vigente:
Sin justicia social no hay patria. Sin libertad no hay Canarias.
Secundino Delgado no fue solo un símbolo del pasado, sino una tarea pendiente del presente.
(*) Diego Fernando Ojeda Ramos, fue concejal del Ayuntamiento de Telde y actualmente es asesor en la Consejería del sector Primario, Soberanía Alimentaria y Seguridad Hídrica del Cabildo Insular de Gran Canaria.