
¿Cómo las colusiones en la pareja afectan a su erótica?
Rut Mónica Díaz/Las Palmas de Gran Canaria
Los motivos que nos lleva a unirnos en pareja son muy variados. Si ahora mismo tuvieses que contestarme a: ¿Por qué estás en pareja?. ¿Por qué estas buscando estar en pareja?. Las respuestas probablemente serían muy variopintas: porque no soporto la soledad, porque es lo que toca, porque es lo que se espera, porque es lo natural, porque siento que me falta algo, porque creo que la vida compartida con alguien es mejor, porque es lo que he visto desde la infancia, por la presión social que siento, porque quiero que alguien me resuelva la vida…
Tras estas y más contestaciones que habrán surgido está la respuesta consciente o inconsciente que nos lleva a esa unión y elección. Luego se formará, entre ambos componentes, un sistema propio de comunicación y conducta. A todos nos ha pasado observar a una pareja y pensar: ¿No comprendo cómo están juntos? Bueno, tú no, esa pareja parece ser que sí, al menos encuentran motivos para seguir juntos sean más o menos funcionales, agradables, positivos, maduros, coherentes y la lista que se te ocurra.
Un matiz, a ti tu pareja o tu ideal de ella te puede parecer bueno, perfecto, sano, funcional y lo que quieras añadir. Recuerda el siguiente detalle, una de las bases de nuestras uniones es compartir un conflicto que tenemos sin resolver. Ese sistema inconsciente representa las llamadas colusiones, esta ‘palabreja’ se refiere a un juego complementario entre los dos componentes de la pareja que comparten ese conflicto en una misma etapa y cada uno se posiciona en un extremo. ¡Ah! Sí, hay varias etapas para que la cosa tenga diversión asegurada. Y claro, sumémosle que uno de los dos contará con el conflicto por exceso y otro por defecto. ¿A qué la vida en pareja pinta divertida?
Volvemos a la importancia de la infancia, las carencias, los vínculos afectivos con nuestras figuras de apego, los que observamos, vivimos y esto llevado a la etapa adulta se traduce en la búsqueda por llenar esas carencias, mejorar lo mejorable, subsanar errores, negligencias, daños, imitar lo que nos hace crecer y evitar lo que nos daña, o no, dependerá de la evolución de cada persona. Pensemos que esas elecciones complementarias nos están ayudando a rellenar algo, la cuestión es si esperas rellenar mucho o un poquito y ahí estará el peso que se cargará en la relación de pareja.
Por ejemplo en una relación complementaria narcisista, donde no se ha desarrollado bien el: sí mismo. Esa persona buscará ser admirado por su pareja y conseguir así potenciar esa parte de él o ella. Cuál es el papel de la otra parte complementaria, admirará y sentirá su gratificación a través de estar con una pareja que es admirada. Soy la pareja de alguien admirable, así que también me admiran a mi y ambos nos nutrimos y salimos ganando.
Pasamos a la llamaba la colusión oral-dependiente, este tipo de pareja es de las que a ningún componente le gusta ser cuidado. Uno de los miembros tomará el papel de madre que cuida y se encarga de todo y el otro se deja cuidar. Habrás visto parejas así, uno se encarga de absolutamente todo y el otro se encarga de ser y estar.
Puedes haber visto o haber estado en una relación de colusión control-sumisión. Si temes ser dominado o dominada, te lías la manta a la cabeza y con un ZAS! Sacas tu poderío y exiges plena obediencia a la otra parte. ¿De qué va esto? Lo controlas todo: finanzas, a dónde van a ir, qué van a hacer, qué van a comprar, prioridades, color del coche, ropa de la familia, si se hacen o no el book navideño… ¿Y dónde queda el otro componente de la pareja? En el lado del ‘sometido’ que no controla nada y deja hacer al otro, no genera oposición y vive cómodo o cómoda sin asumir responsabilidades.
Y por último, si no te has sentido identificado o identificada con ninguna colusión quizá has elegido moverte desde la colusión fálico-edípica. Ante la posible duda de la identidad sexual, el hombre suele recurrir a mostrar una conducta falsamente viril, algunos dirían el ‘macho sobreactuado’ que oculta sus tendencias femeninas y del otro lado la mujer que usa una conducta falsamente femenina ocultando aspectos masculinos, algunos dirían la ‘pava real que muestra tooooodo su plumaje’. Estos perfiles se basan en los estereotipos y en roles supuestamente femeninos y masculinos.
Llegamos al cómo afectan estas colusiones a la erótica de la pareja y a sus encuentros. Pongamos una pareja que se mueve desde la posible duda de su identidad sexual, ese miedo a no ser tan masculino o femenino, no deja de ser inseguridad, una creencia distorsionada sobre los roles, lo que es ser hombre o mujer y el no contemplar todas las variables existentes en el continuo de los sexos. Desde ahí sus encuentros eróticos también se desarrollaran desde lo que supuestamente se espera de ambos roles, sin que la pareja sea la que marque su propio viaje erótico, su propia manera de disfrutar y de intercambiar en ese encuentro. Si a ello le sumamos que las parejas de colusión fálio-edípica cuando ven acercarse la vejez, considerándose ‘viejoven’ en la carrera contra el envejecimiento la colusión fracasa y esto puede desencadenar dificultades en el encuentro erótico y las ganas de él. No aceptar el cuerpo y sus variabilidad en las distintas etapas vitales puede ser devastador.
En una pareja complementaria narcisista, los encuentros eróticos pueden convertirse en una escenificación de lo bueno o buena que soy en esto y todo el placer que soy capaz de darte, no tiene por qué hacerlo bien, sólo lo cree y si la otra parte no le dice nada porque su nivel de admiración es tal que acepta que el encuentro erótico es así, o esta persona que admira no ha descubierto su propia erótica el cóctel está servido. El nivel de insatisfacción de una parte aumentará y la otra se seguirá inflando pensando que es ‘súper-pro en la cama’. Este perfil puede ser de los que al acabar comienza con preguntas tales como: ¿Te gustó, verdad? ¿Estuvo bien? ¿Disfrutaste? ¿Hoy fue increíble, verdad? O en medio del encuentro erótico aturulla a preguntas del tipo: ¿Te gusta verdad? ¿A que te pongo mogollón? ¿Quieres más tengo mucho más?. Juzguen ustedes, ahí lo dejo para quien quiera reflexionar.
Espérate que llegamos a la pareja que decidió moverse desde la colusión oral-dependiente. Aquí un componente ha tomado el rol ‘hacedor’, lo hace todo y esto genera una carga, un estrés, incluso posibles comentarios por parte de la otra parte que a pesar de no hacer nada o prácticamente nada se permite el lujazo de apostillar lo que el otro hace. ¿Qué sucede? Que los encuentros eróticos también se verán salpicados por esta dinámica, por las críticas recibidas, por el agotamiento de la carga y esto, puede implicar disminución del deseo erótico y de intimidad. Añadamos lo siguiente: el perfil que se mueve desde el: ‘ser y estar’, va y se permite criticar el rendimiento de su pareja optando por la postura de hazlo tu todo, y sacando punta a cada iniciativa del otro durante el encuentro erótico, saquen conclusiones.
Y por último la pareja que se mueve desde la colusión control-sumisión, sus momentos eróticos ya sabemos que estarán controlados por un componente y el otro se dejará hacer. Pobre de que al perfil sumiso le de un día por querer probar algo distinto haciendo caso a su deseo erótico porque el/la controlador/ra espetará algo así: ¿Dónde has aprendido a hacer eso? ¿Y esto ahora? ¡¡¡Tachán!!!! No te salgas del carril que los matas de un infarto y comienzan a pensar que la monogamia, entre ustedes, ya no existe, ‘voilà’ apareció la rigidez controladora. Aquí les dejo redescubriéndose desde las colusiones, reflexionando sobre lo leído y recordándoles que no olviden el humor. Disfrútate, disfrútense, disfruta. ¡Hasta pronto!
@sexologarutmonicadiaz