Vuelve la Extrema Derecha
Vuelve la derecha más rancia y peligrosa. Siempre estuvo ahí, escondida hasta que los libres pensadores o "izquierda radical", como lo llaman ellos, volvieran a sacar la cabeza para respirar y decir lo que piensan. Y no solo vuelve la extrema derecha a España, sino también a Europa y Estados Unidos. Pero centrémonos ahora en nuestro país.
Desde que Podemos apareció, el PP anegado de corrupción vive aterrado con la posibilidad de que un partido político tome medidas contra este mal. Agitando el discurso del miedo, cual Franco contra comunistas, intentan desviar la atención y revivir viejos fantasmas. Llevan cuatro años mandando y acongojando a todo aquel que les lleve la contraria, aplastando cualquier "disidencia". No quieren volver a ese país de rojos viviendo en libertad. Aunque el PSOE no les molestaba demasiado, estos nuevos que llegan parecen no venir complacientes.
Hay que tener claro que España sigue permitiendo que una dictadura asesina siga teniendo calles y signos fascistas como algo normal, cuando países como Argentina no los toleran bajo ningún concepto. Se ha vilipendiado a las familias de las víctimas republicanas por parte del PP, el PSOE y la sociedad, que calla esclavizada por hipotecas y amenazas como la Ley Mordaza.
Hasta la ONU ha llamado la atención varías veces al gobierno español por no cumplir con la Memoria Histórica, así como con la búsqueda de justicia y reparación a las víctimas. Y el PSOE ha sido cómplice de todo esto, ya sea por miedo o por desidia. Por eso, Podemos, que no olvidemos que es el espíritu del 15M, quiere ser ahora la verdadera izquierda social que ayuda a la clase obrera. Esto irrita enormemente tanto a derecha como al PSOE, que cada vez es menos obrero y más de puertas giratorias.
El problema, aquí, es que la extrema derecha española ha vivido a sus anchas desde la Dictadura, incluso desde la Transición. La izquierda no tanto, ya que es bastante más azotada por instituciones y medios de comunicación. Por eso ha sido tan fácil llegar a la situación política tan preocupante que vivimos ahora. Con un gobierno represor, del cual se ven brotes fascistas a menudo y que la prensa y ciudadanía ven como algo normal.
No me olvido del movimiento, el cual me dio terror, que surgió cuando Manuela Carmena ganó las elecciones a la Alcaldía de Madrid. Gente mayor y jóvenes manifestándose y soltando soflamas franquistas muy graves y que no fueron denunciadas por nadie.
Ahora sí, unos títeres sacan en una obra una pancarta donde pone la palabra ‘alca-eta’ (formando parte de un personaje de la obra) y los mandan directos a la cárcel. Diferencias de trato inaceptables en cualquier democracia. Estamos dando pasos atrás tanto en el Estado de Bienestar como en los Derechos Fundamentales de los españoles y los inmigrantes.
Pero esta situación no ocurre solo aquí, como decía anteriormente. Europa mira hacia otro lado mientras los refugiados, que huyen desesperados por la violencia en sus países causada por el terrorismo y las bombas que lanzan países como EEUU, Francia o Rusia, mueren por el camino de frío o ahogados. Para colmo, Bruselas permite que países como Hungría o Macedonia les peguen palos y gaseen por pasar la frontera. Y lo peor de todo es que se dedican desde Alemania, o la Francia de Marine Le Pen, a criminalizarlos con campañas infumables.
No me olvido de Donald Trump, que sube como la espuma en las elecciones para ser el candidato republicano a La Casa Blanca, con la mirada cómplice de políticos, prensa y sociedad norteamericana. Un personaje racista que no esconde su ira hacia los hispanos y que proclama ufano el levantamiento de muros en las fronteras.
Recordar que Hitler o el partido nazi llegaron al poder con mucho menos. Parece que las élites occidentales se han olvidado muy pronto de la Segunda Guerra Mundial. Ciertamente no sé qué pasará en el futuro, pero se está jugando con fuego. Si no se paran estos brotes fascistas pueden aflorar conflictos armados.
Quizás aún podemos hacer algo, pero debemos ser los ciudadanos y la prensa mediática las que denuncien esto hasta conseguir que los líderes mundiales, que parecen no querer parar esta escalada, tomen medidas suficientes.
(*) Escritora