En plena escalada de la matanza de palestinos por el ejército israelita, los sanitarios canarios han venido repetidamente posicionándose para condenar este genocidio, y con ello, realizando también apología de nuestra propia profesión centrada en la promoción de la salud y la vida frente a la muerte y a la enfermedad.  Más recientemente, hemos querido llevar a nuestros propios centros de trabajo con una mayor precisión nuestra expresión de repulsa ante la matanza de civiles gazatíes y palestinos, desarrollando para ello en los hospitales públicos canarios una actividad gráfica que muestren, además de las colas del hambre, las imágenes que reverberan la matanza de muchos de nuestros colegas de profesión, el bombardeo de hospitales, el  bloqueo al acceso de todo tipo de medicamentos y equipos, incluyendo componentes anestésicos para la cirugía, antibióticos para procesos infecciosos,  o elementos sanitarios básicos como gasas, vendas e instrumental quirúrgico. Una larga y dantesca lista de crímenes contra la humanidad que incluye también el ametrallamiento y bombardeo de ambulancias como demoniaco pasatiempo de los militares hebreos comandados por el demoniaco Netanyahu.

Uno que ya acumula un buen puñado de experiencias varias en sobresaltos ante la acción imprevisible de determinados mal gobiernos y cargos públicos, reconozco haberme conmocionado con el fondo y la forma de la salvaje y desalmada retirada gubernamental de los carteles alusivos al drama de Gaza y Palestina expuestos en los diferentes hospitales canarios, hecho este que ha retratado fielmente la inmoralidad y la perfidia del actual gobierno de Canarias del que forma parte la actual responsable de la consejería sanitaria, doña Esther Monzón.  

En esta ocasión utilizo los anteriores epítetos contra este gobierno no sólo para significar su negligente y ausente gestión en la responsabilidad de procurar unas condiciones asistenciales mínimamente dignas para el común sino, ahora y también, lo hago por el trabajo sucio que, voluntaria y solidariamente, ha realizado para los genocidas y convictos de crimines contra la humanidad al boicotear la campaña informativa que los sanitarios de las islas que Intersindical Canaria comenzaba a desarrollar hace dos semanas en los hospitales públicos en solidaridad con sus compañeros palestinos.  

Ciertamente, sobre un gobierno y una consejera con estas desalmadas e inhumanas cualidades, no debe, no puede recaer el cuidado y eficacia de nuestro sistema público sanitario. Porque homologando abominables comportamientos, es probable que, a don Fernando Clavijo y a doña Esther Monzón, los muertos de Palestina les produzcan igual indiferencia que los muertos de las listas de espera sanitarias o de la dependencia del País canario.