“En España es muy peligroso dedicarse al cómic, siempre ha habido muy pocas opciones y te pagan una porquería”

“Al principio cuando decían que mis cuadros parecían cómics no sabía si me insultaban porque era un género muy mal visto”

Noé Ramón/San Cristóbal de La Laguna

Tintín ha sido un amigo que me ha acompañado desde muy joven, Hergé es mi autor favorito”

Hay gente que todavía cree que el ordenador dibuja solo y algunos pueden hacerlo pero lo que se dice dibujar es imposible”

Ahora hay una especie de neofacismo sin uniforme. Son raros porque intentan pasar desapercibidos pero no lo consiguen”

De Warhol me gustó el concepto de quitarle las mayúsculas al arte para luego volver a ponérselas”

La nostalgia de las generaciones anteriores y la curiosidad de las actuales hace que cada cierto tiempo salgan a la luz autores como Kiko Feria, uno de los dibujantes de la movida madrileña. Un movimiento que no destacó precisamente por la creación de cómics al contrario que el underground de Barcelona. Feria fue uno de los primeros historietistas que vio las posibilidades casi ilimitadas de los medios digitales y ha repartido su carrera entre facetas tan variadas como dibujante de cómics o ilustrador de campañas publicitarias o institucionales. Su huella quedó impresa en los números de las revistas Madriz, La Luna o Cairo.

Su familia formó parte de la oleada de españoles que decidieron dejar sus pueblos y marchar a Madrid, en su caso desde la localidad de Ayamonte en Huelva, cuando él tenía tres años. El cabeza de familia ejercía la inusual profesión de escultor y restaurador de figuras religiosas. Kiko solía ir al taller pese a que el padre no tenía especial interés en que fuera artista pero tampoco le puso obstáculos, por lo que dispuso de un razonable margen para desarrollar su pasión por el dibujo desde muy pequeño. Y lo aprovechó.

-Siempre dibujé porque quería. Fue algo espontáneo. Mi padre no me decía ni que sí ni que no. No me lo prohibía pero tampoco me forzaba a ser artista, mientras que por ejemplo en el colegio me llegaban a castigar por dibujar. En España es muy peligroso dedicarse al cómic porque siempre ha habido muy pocas opciones y te pagan una porquería. La única posibilidad es entrar en mercados como el francés o haciendo superhéroes.

-Creo que ustedes fueron los primeros en hacer una revista de cómic en Madrid.

-Sí, se llamaba Hélice.

-Pero no era un fanzine.

-No, nunca he hecho un fanzine. Era toda una revista en cuanto a formato, portada a color y tampoco usábamos fotocopias. El fanzine es algo más rudimentario y realmente esta revista no lo era porque teníamos nuestra distribuidora y todo eso siempre sale muy caro. Al final empezamos a trabajar en La Luna de Madrid, allá por principios de los ochenta cuando realmente no se podía decir que existieran revistas de cómics. La Luna nos dio bastantes opciones aunque evidentemente era una publicación cultural. Luego surgió Madriz con un estilo totalmente distinto, más relacionado con la ciudad y con historias que se salían de lo habitual.

-¿Es cierto que Madriz lo financiaba el Ayuntamiento?

-Sí, incluso al principio se planteó que fuera gratis para los lectores, claro. Como el Ayuntamiento lo pagaba todo y lo hacíamos en sus imprentas salía mucho más barato que las otras publicaciones que empezaron a acusarnos de competencia desleal. Aunque a mí me parece que no teníamos nada que ver con lo que sacaban los demás. Éramos un mundo aparte.

-¿Estar totalmente subvencionados les condicionaba?

-No se nos controlaba mucho, lo que pasa es que aquella era una época un poco conflictiva pero en realidad jamás existió ningún planteamiento político en absoluto. Sí es cierto que cuando salió el cuarto número hubo problemas y estuvieron a punto de cerrar porque un diputado de Alianza Popular (AP) -actual Partido Popular (PP)- se quejó, no me acuerdo muy bien de qué, pero al final no pasó nada. No existía censura, otra cosa es que te publicaran o no. Por ejemplo, yo saqué la portada del número tres, luego hice otra cosa en el cuarto y no me volvieron a llamar durante un tiempo.

-Resulta un tanto inédito que una institución financie a una revista de cómics. No conozco otro caso.

-Aquí pasó y llegó a los cuarenta y dos números, creo y además funcionó bien, pagaban mejor que nadie y la gente estaba contenta. No había nada parecido porque Madrid carece de una historia del cómic. Así que por lo menos se podía publicar algo.

-¿Cómo estaba visto el cómic en aquellos años cuando empezaste?

-En los años setenta y ochenta estaba muy mal visto y de hecho cuando decían que mis cuadros parecían cómics no sabía si me estaban insultando. El cómic era para niños, para colgados o delincuentes y la mejor prueba fue El Víbora. Ahora tiene un valor mucho más literario y positivo, se han dado cuenta de que puedes contar muchas historias maravillosas. Hay un montón de autores que están haciendo cosas muy buenas y a los que el cómic les da un caché que antes era imposible conseguir con ese medio. Entonces directamente la gente no leía cómics.

-¿Cuáles han sido tus mayores influencias?

-Sin duda mi autor favorito es Hergé. Tintín me ha influenciado mucho porque ha sido un amigo que me ha acompañado desde que era muy joven. También estaban el Capitán Trueno, los cómics de terror… y los superhéroes me parecían chocantes pero no han sido una gran influencia. Robert Crant también me encantó y me sigue encantado.

-¿Y cómo te tomaste la llegada del manga?

-No me gusta pero sí admiro la capacidad que tiene de darle una velocidad impresionante a las viñetas y como rompen las estructuras. Eso me parece estupendo. Pero la verdad es que la forma de pintar los ojos me pone nervioso. Me gusta también el formato en vertical que te impide saber lo que va a pasar después, mientras que con el horizontal siempre se te va un ojo a la derecha.

-Ahora el género más novedoso es la novela gráfica. Si tuvieras que hacer una ¿qué temática elegirías? La mayoría parecen optar por la memoria histórica.

-Memoria histórica no porque hay que documentarse mucho. Yo tenía un proyecto más relacionado con la ciencia ficción y me gustaría hacer algo así, mezclando muchas ideas y cosas extrañas en un planeta que sea muy raro. Pero ya digo, la incertidumbre es si te van a pagar bien y te dan un buen anticipo porque la novela gráfica es el género más duro. Resulta muy absorbente, muy pesado y repetitivo. Si no te pagan bien no compensa.

-Entonces cuáles son las salidas que tienen ahora mismo los dibujantes.

-Pues las redes te pagan poquísimo por sacar una de tus páginas, algo así como 0,00000004 céntimos. Una posibilidad es poner tu historia en internet, tener suerte y que de repente le guste a la gente.

-En cualquier caso está claro que el futuro ha pasado por lo digital, una opción que tú viste desde el principio.

-Todavía hay gente que se pone muy tradicional cuando le hablas del arte digital y te dicen que prefieren leer un libro pero es porque no saben lo que cuesta trabajar con el papel, mientras que el arte digital da muchas opciones. Hacer cómics es muy caro y la gente no compra ni lee tanto como se debería. Nuestra industria no es parecida a la de Francia.

-Pero tú prefieres el dibujo digital a pesar de los prejuicios.

-Sí, me gusta. A veces tengo que pelear con la gente y me sorprende la actitud tan negativa que tienen sin conocer el medio para hablar de esa manera.

-¿Será quizás porque se cree que es mucho más fácil dibujar de manera digital que de la tradicional?

-La guerra entre lo tradicional y lo digital es de siempre, desde que se empezó a trabajar con ordenadores allá por finales de los ochenta y principio de los noventa. En 1986 salió el primer Mac en Estados Unidos y rápidamente llegó a aquí. A mí la informática no me interesaba para nada, ni sabía de programas y computadoras pero aprendí a hacer cómics de esa manera. Cuando les decías a las editoriales que ibas a mandarles el trabajo en ese formato se quedaban a cuadros. Y eso que ellos tenían unos ordenadores superpotentes, mucho más que el de cualquier dibujante pero no sabían usarlos ni como funcionaban. No eran capaces ni de abrir los disquetes en los que llevabas el trabajo. Estabas todo el día enfrentándote a cosas raras.

-¿Pensaban que intentabas engañarlos?

-Hay gente que todavía cree que el ordenador hace los dibujos solos y es verdad que algunos los pueden hacer pero dibujar, lo que se dice dibujar, está claro que es imposible. Y menos aún la Inteligencia Artificial que coge trocitos de aquí y de allí y todo es un corta y pega. Le dices que te dibuje un personaje y te lo hace con tres manos, cuatro dedos y unas uñas muy extrañas.

-¿Rechazas totalmente la IA o crees que por ahora puede servirles como apoyo ?

-Ahora mismo lo uso para crear fondos que me puedan interesar y algunos me sirven y otros no. Lo que pasa es que el futuro ya está aquí y nos va a comer enteros, así que o sabemos jugar con él o nos traga pero ahora mismo no puedes sustituir a un ilustrador o a un comiquero por la IA.

-Últimamente estás de actualidad tras la entrevista que te hizo El Mundo, por medio de la cual muchos han conocido tu trabajo y otros lo recordaron.

-No sé muy claramente por qué me hicieron la entrevista. Seguramente porque la movida ahora mismo sigue aún dando vueltas por ahí. La idea era explicar lo que había estado haciendo desde aquellos años. A ver, lo de los cómics es lo más llamativo porque estuve trabajando en Cairo, La Luna y Madriz. Pero eso se acabó y me dediqué a la publicidad y a hacer campañas institucionales y publicitarias.

-¿Y en la actualidad?

-Mezclo la ilustración, los relatos, los cómics y trabajo en una web de adultos desde hace bastante tiempo porque era lo único que había y por ahora lo llevo bien. Es cierto que estuve una época un poco desaparecido pero más bien fue porque vivía fuera y ahora la verdad es que ya me voy a jubilar.

-¿Crees que esa entrevista tiene que ver con el interés que despierta todo lo relacionado con la movida?

-Es que quienes vivimos aquello ya tenemos más de sesenta años. La movida se ve como una época extraña que era necesaria en el sentido de que España estaba en un nivel cultural muy bajo y después del 75 había mucha incertidumbre y mucha inestabilidad política. Todo era muy convulso. A nosotros la política no nos interesaba porque ya habíamos vivido todo aquello. Recuerdo que en la Universidad llegó a haber tantas protestas que no se podía ni estudiar, era un desastre. Estábamos del lado del arte, la música, la pintura o la fotografía y dijimos: “aquí lo único que se puede hacer es ir a nuestra bola” y el pasotismo se convirtió en la movida que algunos pensaban que sólo era, “vámonos de juerga”. Y sí era eso pero también había mucho trabajo detrás. Yo salía todas las noches y de hecho comencé a hacer publicidad porque conocí a un tipo en un bar, me pidió que le enseñara mis dibujos y le gustaron.

-¿Y por qué crees que ahora existe curiosidad por aquellos años?

-Igual porque ahora mismo la época no es tan liberal ni tan divertida y hay añoranza por los locos ochenta. Hace poco hicimos una exposición con fotografías de Domingo J. Casas, de gente de entonces. Pero yo no vivo de mi pasado.

-Decía Antonio Banderas que Franco está más vivo ahora que en los ochenta, en los que ni se le mencionaba y menos aún recordaba.

-Ahora hay una especie de neofacismo sin uniforme. Son raros porque intentan pasar desapercibidos pero no lo consiguen. No estamos ante consignas claras como las de los fascistas italianos o los nazis, son escenarios totalmente distintos. En aquel entonces no estábamos preocupados por todo eso, no era necesario.

-¿Cuál sería el punto de inflexión en el que dejó de interesar la política en el sentido convencional?

-Después del golpe de Estado al ver cómo se solucionó todo aquello creo que se relajó bastante la cosa. Pero ya digo, hubo mucho de cansancio.

-¿Y en cuánto a la música?

-Yo me fui a la mili y cuando me dieron un permiso regresé a Madrid, vi un concierto de Radio Futura y fue como descubrir otro mundo. Ya estábamos hartos de cantautores y no queríamos seguir con lo mismo. Cuando vi a Santiago Auserón cantando lo de la moda juvenil me dije: “el futuro ya está aquí.” Pero yo en realidad nunca fui punki, más bien pasé de hippie a nuevo romántico.

-En aquella época se acabó el virtuosismo, los solos de guitarra de media hora.

-Evidentemente en la movida casi ninguno sabía hacer nada. Yo por lo menos sabía dibujar. Era gracioso porque te encontrabas por cualquier lado a grupos de punk haciendo el ganso.

-La consigna era expresarse por encima de todo, incluso del talento.

-Expresar lo que quisieras sin tener que saber tocar un instrumento, aunque algunos aprendieron y otros no.

-¿Qué piensas de la gente que dice que Alaska y Almodóvar se vendieron y traicionaron al espíritu de la movida?

-Independientemente de lo que piense, creo que su evolución ha sido la lógica si tienes éxito. Me acuerdo que en su momento hicimos un recortable porque Alaska siempre se ha vendido muy bien. Entiendo que los dos han llegado a un punto en el que al tener fama surgen los pros y contras entre el público. A mí me gustan algunas cosas del cine de Almodóvar y otras no porque a veces aparecen historias que no encajan entre sí. Creo que todos hemos trabajado bastante en estos años, lo que pasa es que también es necesario tener suerte y estar en el sitio y momento adecuado, como me ocurrió con el chico que conocí en un bar, le enseñé mis dibujos y comencé a trabajar en publicidad.

-Ahora hay un documental sobre la visita de Andy Warhol a Madrid. Y se incide mucho en lo de “la visita” porque fue una sola, mientras que a Berlín o Londres habrá ido mil veces. ¿La recuerdas?

-Recuerdo haber visto la exposición y me pareció muy curiosa. Al él no lo vi. Por aquella época creo que ya estaba bastante mayor. A mí me parece un tío interesante, con un lado más frívolo que el resto de artistas de su época. Me gustó ese concepto de quitarle las mayúsculas al arte para luego volver a ponérselas.

-En la entrevista de El Mundo decías que durante la movida se hacían cosas que hoy no se aceptarían.

-Eran cosas bastante eróticas y fuertecillas que hoy estarían prohibidas en Instagram, en Facebook y en casi todas partes. Ahora mismo todo está mal visto porque ha sido excesivamente politizado y a la vez desvirtuado. En aquella época en las revistas se hablaba libremente de cualquier asunto, incluidas las drogas. Aunque se secuestraron algunos números, hacíamos lo que nos salía de las narices. Había cosas inexplicables como por ejemplo el dibujo que hice para una exposición de la Sala Moriarty de una chica desnuda con un pelo punky sentada en una esquina que salió en el periódico Arriba, que era totalmente franquista.

-Para acabar crees que es cierta esa frase que siempre dice Alaska de que en realidad nunca existió la movida, que fue un invento.

-Es como decir que no existió la generación del 27 o la de los cincuenta o la del noventa y ocho. En realidad son etiquetas que se ponen a posteriori para englobar a una serie de autores que coincidieron en la misma época aunque no tengan nada que ver entre ellos. Si Alaska dice que no existió la movida, ella sabrá pero lo que yo vi es que tuvo mucho éxito, sigue estando por todos lados y yo me alegro mucho por ella.