Curbelo lleva 38 años gobernando su isla en la que son gratuitos los entierros, las prótesis dentales, las gafas, los libros de texto y los estudios subvencionados

Las denuncias por su mala gestión se archivan en un juzgado con jueces interinos

EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife

Todo pacto tiene una letra pequeña, que puede ser casi invisible si pasa por una pequeña isla canaria como La Gomera (20.000 habitantes). Fue donde Cristóbal Colón paró de viaje hacia el Nuevo Mundo con tres carabelas en 1492, y recientemente se convirtió en una de las posibles claves para la formación del nuevo gobierno de Pedro Sánchez. Un gomero conformó el eje sobre el que ha pivotado un complejo acuerdo que devolvió el poder a los socialistas en Canarias, tras 26 años de hegemonía de Coalición Canaria (CC). Y, así como de paso, logró ‘blindar’ presupuestariamente la isla.

A Casimiro Curbelo, lo conocen algunos como “virrey” o “conde” de La Gomera.  Lleva 38 años gobernando su isla en la que son gratuitos los entierros, las prótesis dentales, las gafas, los libros de texto, los estudios están ampliamente subvencionados, los planes de empleo dan trabajo a buena parte de los gomeros, las empresas tienen ayudas para pagar la Seguridad Social y, resumiendo, donde el Cabildo (una suerte de diputación) lo costea todo con los 51,4 millones de su presupuesto. Una sociedad acomodada en la subvención, donde los ciudadanos reciben —también— los derechos y obligaciones de las otras dos administraciones de las islas como en el resto de España: Ayuntamientos y gobierno regional.

Al frente del Cabildo, decidiendo sobre poner o quitar muelas, dar “una ayuda de emergencia” a zutanito, o poner escalones en la finca de menganito, está el animal político de 63 años Curbelo, acostumbrado a cámaras y focos: “Mientras yo siga trabajando como lo hago por esta isla, aquí no me gana nadie, y todos lo saben”, presume. Y recuerda que ha recibido llamadas del propio Sánchez, del expresidente Zapatero y del ministro de Fomento, José Luis Ábalos, entre otros líderes socialistas, para convencerle que firmará el llamado “pacto de progreso”, junto a Nueva Canarias y Unidas Podemos.

Lo cuenta él mismo, sin ocultar la satisfacción por haberse resarcido de lo ocurrido en 2011. Le apartaron del PSOE siendo todavía senador y tras un altercado con la policía en Madrid, que le detuvo cuando salía de una sauna de madrugada. “Quisieron darme de lado, y yo se lo advertí a Luena, entonces secretario de Organización de los socialistas: ‘Os estáis equivocando, ganaré con otro partido”. Así fue como fundó Agrupación Socialista Gomera (ASG) en 2015, la fuerza política que con solo 6.000 votos obtuvo en las pasadas elecciones del 26 de mayo tres escaños, imprescindibles para ese nuevo “gobierno de progreso” canario, que convirtió en presidente de Canarias al socialista Ángel Víctor Torres.

El Parlamento canario tiene 70 diputados (antes 60) y, por tanto, la mayoría absoluta requiere 36. Los tres escaños de Curbelo pudieron hacer que el “bloque de izquierdas” —PSOE (25), Nueva Canarias (5), Podemos (4) y ASG (3)— sumara 37, o que el “bloque de derechas” —Coalición Canaria (20), PP (11), ASG (3) y Cs (2)— sumara 36. “No vi estabilidad en la derecha, Ciudadanos no se decidía, y decidí yo”, resumió quien dio su apoyo en los últimos años a CC.

La jugada le salió bien: le ha arrancado a Ábalos el compromiso de “conectar La Gomera con Gran Canaria con vuelos directos (eso cuesta cinco millones de euros)”, se queda “con la gestión hospitalaria” (unos 20 millones) y “se alcanzarán convenios con proveedores para reducir los sobrecostes de la llamada doble insularidad”, estimados “en un estudio del Cabildo” en un 18% en algunos productos básicos como la gasolina (cuesta 20 céntimos más el litro). Pero eso no es lo mejor de este premio Gordo.

Curbelo lo tiene claro: su fuerza está en La Gomera. “No quiero ningún puesto en el gobierno”, dijo. Prefiere ser cabeza de ratón a cola de león, sea quien sea el león. Sabe que el reparto de diputados en las siete islas del archipiélago —la llamada triple paridad: 30 escaños repartidos entre Tenerife y Gran Canaria (las grandes) y otros 30 entre las otras cuatro (15 para Lanzarote y Fuerteventura; y otros 15 para La Palma, La Gomera y El Hierro)— convierte en cruciales muchas veces a las islas más pequeñas, donde con muchos menos votos (2.000 en su caso) se obtiene un diputado.

Por todo eso “en La Gomera no ocurre nada que no pase por Curbelo”, aseguran sus colaboradores. Atraídos por el Parque Natural de Garajonay, a La Gomera acuden 700.000 excursionistas al año, aunque no llega a 6.000 plazas hoteleras, entre casas y apartamentos. Curbelo está empeñado en “un modelo más sostenible” que asiente a esos excursionistas.

Mientras, contesta por WhatsApp a los gomeros, pero mantiene cerrado el jardín botánico, el centro de artesanía y el parque marítimo de Vallehermoso, la quesería de Alajeró, la cochinera y el mirador del Santo de Arure, obras del Cabildo con inversiones millonarias. Y las denuncias por mala gestión se archivan en un juzgado con jueces interinos. La última, por “los 9 millones que costó hacer 500 metros de carretera de acceso al hospital”, dice Pedro Medina, de la asociación contra la Corrupción en La Gomera. Y “la gente prefiere cobrar del plan de empleo a trabajar en empresas”, dice una empresaria: “Esta es una isla de golfería”.