Demencia senil. Una enfermedad imposible? VIII

Lic. Horacio Serfilippo (*)

En el campo del cuidado de una persona con demencia senil existen muchas alternativas y recursos. Sucede que, para quien comienza, estas posibilidades son ignoradas, pues muchas se van adquiriendo con la experiencia práctica, pues lo teórico te brinda una parte muy pequeña.

Cuando les relataba que se podía esperar de las cogniciones y uso del lenguaje, de aquel a quien cuidamos, yo les relate una parte pues, en muchos aspectos, nosotros los profesionales tenemos un cono de sombra, en el cual se encuentran las diferentes posibilidades que hacen a un mejor cuidado y mejor rendimiento de nuestros esfuerzos. Por ejemplo verán que en algun momento deberán recurrir al uso de gestos y ademanes para apuntalar la comunicación. Esto lo que quiere decir que, a veces, puede ser más confiable un gesto con la mano que el uso del lenguaje. Si bien el llegar a comunicarnos confiablemente es complicado, eso no pasa igual con la inversa. El demente senil puede por momentos hablarnos con lucidez. Por eso es importante no meter todos los fenómenos, que se dan en la enfermedad, en un mismo saco.

Esto mismo puede pasar con las conductas. Estas se van a ver alteradas por la enfermedad, y verán que la persona hace cosas que ni ella misma sabe por qué las hace. En otras ocasiones sabe por que, pero su justificación es el resultado de la alteración neurológica que padece. De hecho no hay manera para que una persona justifique hacer algo irracional.

Van a encontrar que si la persona come por sí sola, por momentos lo hará bien, y en otros puede hacer un desastre, como ser volcar la comida sobre la mesa, meter líquido del vaso en el plato o al revés, meter comida en el vaso. También puede suceder que luego de cenar, como no recuerda haber comido, pedir comer nuevamente. O sino, no querer comer.

Entre otras posibilidades está que, estando acostado/a, quiera levantarse durante la noche, pues piensa que es de día. O hacerlo en la madrugada, donde muchas veces puede ser que desee ir al baño, pero si no sabe comunicarlo puede llevarnos a confundir los motivos, pensando que lo hace por efecto de su enfermedad.

Puede pasar que la escuchemos hablar durante la noche. Aquí puede pasar dos cosas. La primera es que hable dormida. La segunda es que, estando despierta hable con aquello que imagina ver.

La agresión física puede ser una conducta que aparezca, pero no en todos los casos. Como comenté anteriormente, si la persona no ha tenido personalidad agresiva, no debería comportarse violentamente demasiadas veces. Las personas con mucho carácter y fuerte, si pueden ser violentas. Como el efecto de la enfermedad en el cerebro no actúa siempre de igual manera, pueden darse resultados absolutamente diferentes. Lo importante es que se entienda que cuando la persona se pone agresiva, hay que buscar contenerla pacíficamente y con dulzura. Eso muchas veces funciona bien. Sino será cuestión de que cada uno vaya encontrando la mejor manera para su caso a atender.

Los cambios de humor también son conductas para las cuales deben estar preparados, las mismas están fundamentadas por lo mismo que dije anteriormente, una falla de interpretación o simplemente alucina.

Lo que nunca deben dejar de hacer es comunicarse y buscar razonar en estas situaciones. Deben ayudarlo/a a que piense sobre por que actua asi. Aunque les diga que no sabe, no importa, ya el hecho de que les responda es positivo.

Lamentablemente va a haber veces en que, como se hace con un niño, deberan enojarse y ponerse firmes invocando autoridad, para que ciertas conductas dejen de hacerlas en ese momento. Olvídense si pretenden que no las vuelva a repetir, pues la memoria no lo va a retener. Conformense con haber logrado que cierta cosas deje de hacerlas en ese momento, el cual no va a ser demasiado largo, pero al menos les dará tiempo suficiente como para pensar qué hacer.

Les doy un ejemplo de una conducta rara. Imaginense estar sentados con la persona a la mesa, comiendo almuerzo o cena. Sobre la mesa hay un recipiente con la comida de la persona, y en otro el del cuidador. Un vaso con bebida, un rollo de servilletas, un paquete con galletas y una botella con jugo. A la persona esto puede que le llame la atención, queriendo asir cualquiera de estos objetos. Supóngase que los han puesto alejados en la mesa, no lo suficiente para que no los agarre, peros sí para actuar en caso de que intente hacerlo. De repente lleva su mano rápidamente y pretende aferrar el recipiente con comida. La reacción que deberían tener, y la más efectiva es dar un NO de manera fuerte y autoritaria. En muchas ocasiones la persona detendrá su acción, y puede que hasta pregunte por qué. Ahí es cuando se le debe responder con dulzura que no lo puede asir porque se ensuciaría las manos con comida. La respuesta a esto sería “ah, bueno” y ahí termina todo. Lo cual no quiere decir que sí está algo inquieto/a no siga moviendo las manos. Para esos casos, lo mejor es buscar una excusa para que esa mano, o ambas, se aferren a una de sus manos, dejando libre la otra para darle de comer.

Para cerrar es importante llamar la atención sobre lo siguiente. La conducta del enfermo puede influenciar sobre la conducta del cuidador, cuestión que es perfectamente entendible. El tema es saber las características de la misma. Les doy un ejemplo: supongan que, debido a que en algunas circunstancias el enfermo ha metido la mano en la comida o volcó la bebida del vaso, decidimos darle de comer nosotros, sosteniendole las manos con una mano nuestra (le pasamos el brazo por detrás de la nuca sobre los hombros, le pedimos que nos aferre la mano con las de el/ella) y con la mano libre le damos la comida, pero sucede que la persona quiere soltar una mano para aferra el vaso por que tiene sed. En realidad nosotros no sabemos si en esa ocasión volcará el líquido o simplemente tomara un poco de su contenido. Este tipo de situaciones y de incógnitas van a repetirse en distintas ocasiones. Va a estar en nuestra decisión si queremos experimentar ver qué sucede.

Esta última, si es lo que deciden, sería la más adecuada, pues evita anularle a la persona recursos, que por ahí podría sostener algún tiempo más. Pero si deciden no hacerlo, no se sientan culpables, recuerden que hacen lo que pueden estando solos. Sobre todo que a medida que la persona enferma envejece, van a ir manifestándose diferentes problemas que serán más importantes que un hecho aislado. Seguimos en la próxima. Ante cualquier comentario o consulta, mi correo es Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

(*) Psicólogo y articulista