Volver a las urnas

Román Rodríguez (*)

La incapacidad para llegar a un entendimiento que facilitara la investidura de un nuevo presidente del gobierno obliga a unas elecciones a finales del próximo mes de junio. Seis meses después de los comicios generales se abrirán nuevamente las urnas para que los ciudadanos y ciudadanas decidan la conformación del Congreso y el Senado. Supone la constatación de un fracaso de las fuerzas políticas que no han podido, sabido o querido buscar acuerdos, para lo que era imprescindible colocar en primer plano el interés de la mayoría y esforzarse en buscar puntos de encuentro con otras organizaciones.

Cierto es que algunos, al menos, lo intentaron, estableciendo acuerdos programáticos para la legislatura. Y, también, que otros prefirieron la pasividad absoluta y pusieron en lo preferencial de su hoja de ruta la repetición de elecciones, seguramente esperando que los resultados propios mejoren en esta nueva cita; o que empeoren los de sus competidores más directos. De hecho, hay partidos que están en precampaña desde hace varias semanas.

Aunque en el camino, lamentablemente, se hayan perdido seis meses y la situación social más crítica, la de desempleados y población en situación de pobreza, se prolongue en el tiempo sin que las actuaciones en el Parlamento hayan servido de nada. Aunque hay que resaltar las decenas de propuestas progresistas aprobadas en este corto período, lo que confirma que hay acuerdos en numerosos contenidos y que las discrepancias son otras.

Y esas preocupaciones esenciales, la situación de la gente que peor lo pasa, el deterioro de los servicios públicos, el crecimiento de las desigualdades, son las que debieron obligar a un entendimiento entre fuerzas políticas distintas, a sabiendas de que nadie cuenta (ni probablemente contará en junio) con la mayoría suficiente para abordar en solitario y con su exclusivo programa los actuales y graves problemas.

No estamos en los tiempos del bipartidismo y de la alternancia. Ni las derechas ni las izquierdas disponían tras las elecciones del pasado mes de diciembre de mayorías suficientes para gobernar. Se imponían los pactos transversales; hasta en la hipotética propuesta de un gobierno de izquierdas se incluía el voto favorable o la abstención de DIL o PNV.

Ninguna fórmula ha salido adelante y el fracaso es de los partidos, no de la ciudadanía que votó lo que consideró más adecuado y generó un nuevo panorama, más complejo, más plural y sin mayorías suficientes, en el Congreso; un panorama que obligaba a pactos entre varios partidos.

Seis meses después del 20D los datos apuntan a una salida de la recesión económica pero con la pervivencia de enormes costes sociales como herencia de las injustas políticas contra la crisis. Aunque se comienza a generar empleo, este es insuficiente y de baja calidad; y las cifras de paro siguen siendo elevadas, un 26% en Canarias, casi cinco puntos más que la media estatal, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre.

Cambio progresista

La sanidad, la educación y los servicios sociales necesitan una profunda revitalización tras el debilitamiento sufrido por los recortes de los últimos años. Sigue precisándose un Gobierno de cambio progresista que aborde esas tareas de transformación socioeconómica. Que modifique la actual fiscalidad y avance hacia una más progresiva, donde paguen más los que más tienen, que persiga el fraude fiscal y actúe de forma coordinada internacionalmente para combatir los paraísos fiscales. Que apueste por lo público y por la disminución de las desigualdades.

Que derogue la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) y saque adelante un pacto por la educación debatido y consensuado por todos los sectores de la comunidad educativa. Que haga frente, de manera integral y con recursos, a la lacra de la violencia de género. Que se implique en el avance de las energías renovables. Que impulse el empleo y combata la extendida pobreza. Que ofrezca oportunidades a nuestros jóvenes. Que vuelva a priorizar la atención a las personas dependientes.

Asimismo, se precisan cambios que mejoren sustancialmente la calidad de la vida democrática, como los que afectan a los sistemas electorales, y abrir cauces hacia la construcción de un Estado federal que sepa respetar las peculiaridades de los distintos territorios.

Agenda Canaria 

Junto con esos y otros objetivos globales en el ámbito estatal, considero que siguen teniendo plena vigencia los que incluimos en la agenda canaria que Nueva Canarias (NC) suscribió en las pasadas elecciones con el PSOE. El persistente maltrato que nuestra comunidad ha recibido por parte del Gobierno de Rajoy precisa una reparación urgente.

Con objetivos que van desde la reforma urgente del sistema de financiación –colocándonos en la media de las comunidades de régimen común, para poder garantizar los servicios públicos-, al respeto al Régimen Económico y Fiscal (REF) en los Presupuestos Generales del Estado y la revisión de los mecanismos de dinamización económica del REF.

Así como la recuperación de lo detraído en el convenio de carreteras y el impulso a un ambicioso plan por el empleo y contra la pobreza. Aprobando un nuevo Estatuto y reformando el injusto sistema electoral canario.

Desde Nueva Canarias seguimos empeñados en contribuir al cambio en las políticas que, desafortunadamente, no se ha podido conseguir tras las elecciones de diciembre. Un giro progresista con acciones centradas en las personas, en el empleo, en la lucha contra la pobreza y en la recuperación de los servicios públicos. Y, asimismo, que modifique sustancialmente el trato que Canarias ha recibido por parte del Gobierno central, con respuestas eficaces y justas a una de las comunidades con más paro, pobreza y desigualdad.

(*) Portavoz parlamentario y presidente de Nueva Canarias.