La pobreza: el mayor reto social de Canarias

María Teresa Cruz Oval (*)

Decía Confucio, “en un país bien gobernado, la pobreza es algo de lo que estar avergonzado. En un país mal gobernado, la riqueza es algo de lo que estar avergonzado”.

En la política canaria no resulta inusitado la utilización de algunos asuntos, cada cierto tiempo, para intentar desgastar al gobierno: este es el caso de la pobreza. Resulta desgarrador que después de  más de tres décadas de autogobierno en esta comunidad autónoma, no se haya abordado con vehemencia este principal reto social.

En los últimos 40 años en Canarias, ha quedado demostrado el carácter contracíclico de la pobreza y la exclusión social. Ante períodos de crisis económica, la pobreza ha aumentado rápidamente, sin embargo, en períodos de crecimiento no ha descendido en la misma medida e incluso ha permanecido estancada.

En nuestra región la pobreza estructural se puede explicar por la conjunción de tres factores: una estructura sociodemográfica peculiar, un mercado de trabajo con elevadas tasas de desempleo unida a la temporalidad contractual y un Estado de Bienestar de baja intensidad.

La crisis económica del 2008 no afectó  por igual al conjunto de la población, hecho que ha provocado que la pobreza aumente, aún más en la última década  y se haya dificultado la salida de la pobreza y la exclusión. El 20% más rico de la población soportó mejor la crisis e incluso llegó a aumentar su renta media.

En Canarias las políticas para garantizar adecuados estándares de calidad de vida hacia las personas más vulnerables socialmente no han sido exitosas, todo lo contrario. Tasas de paro muy elevadas y los recortes sociales han conducido a numerosos miembros de las clases medias a recurrir a las ayudas de las ONG a la vez que se ha multiplicado la demanda de ayuda de los grupos más vulnerables.

En el último mes hemos conocido tres informes anuales sobre la pobreza: el de la Red Europea Contra la Pobreza, la ONG Oxfam Intermón y el del INE sobre las condiciones de vida año 2019. En ellos Canarias ocupa una posición muy deficiente en la gran mayoría de los indicadores que se estudian sobre el estado de la pobreza en España, y las mejoras que se observan este año en algunos de ellos son, claramente, insuficientes para que la región salga de los puestos de cola.

Entre los datos más significativos que se desprenden de estos informes nos encontramos con: la renta media por unidad de consumo es la segunda más baja del país; las tasas AROPE de riesgo de pobreza o exclusión social, las más elevadas se dieron en Extremadura (37,7%), Andalucía (37,7%) y Canarias (35,0%). La media estatal es del 25,3%;en términos absolutos unas 186.000 personas, 100.000 más que en el año 2008, viven en condiciones de privación material severa; es la CCAA con mayores porcentajes (13,5%) de hogares que llegaban a fin de mes con “mucha dificultad” en 2019; el 51,8% de los hogares no tenían capacidad para afrontar gastos imprevistos en 2019 y lidera la tasa de pobreza severa en España, con 341.041 personas en esta situación, el 16% de la población de las islas, frente al 9,2% de la media nacional.

Dice la sabiduría popular: “quien nace feo y pobre, seguirá siendo feo y pobre el resto de su vida”, esto ha sido la consigna que ha inspirado a los Gobiernos anteriores para no abordar de forma decidida la pobreza estructural a la que es imprescindible sumar la coyuntural generada con motivo de la pandemia por el COVID 19.

Desde luego, que la pobreza se puede paliar, prevenir y eliminar. Para ello es imprescindible creer que es posible: disminuir las desigualdades en Canarias y hacer una redistribución de los recursos económicos.

No existen varitas mágicas para abordar la pobreza, sino ganas de asumir este reto y ponerlo entre las prioridades de cualquier ejecutivo. Afortunadamente el nuevo gobierno de Canarias ha dado muestras, a lo largo de este primer año de mandato, que quiere hacerlo.

No puedo estar de acuerdo con aquellas personas que refieren el empleo como la ‘pócima milagrosa’ para eliminar la pobreza. Es necesario situar al empleo en su justa medida, como elemento esencial para paliar la pobreza severa. Aquel que permite a las personas garantizar, algunas o la mayoría, de sus necesidades básicas vitales. Sin embargo prevenir, paliar y eliminar la pobreza estructural de nuestra tierra requiere, al menos, de estas tres medidas: políticas activas de empleo, generando acciones para el conjunto de la población, tengan o no empleabilidad; cubrir las necesidades básicas de las personas mediante rentas y el acceso a unos servicios públicos de calidad.

(*) Diputada del Grupo Parlamentario Socialista.