Antigitanismo: un nuevo concepto una vieja forma de racismo

Asociación sociocultural gitana ‘Karipen’

El Pueblo Gitano ha sufrido marginación, exclusión y racismo desde su llegada a Europa en el siglo XV. En los últimos 600 años, el racismo en contra las y los gitanos ha tenido diversos niveles de institucionalización, desde el racismo institucional y más deshumanizante fue el que se produjo en la zona de Rumania (Walachia) donde los gitanos y gitanas eran esclavos y pertenecían al clero, el príncipe y la nobleza.

En la península, encontramos numerosas pragmáticas (leyes antigitanas) que se promulgaban contra las y los gitanos de la época y que tenían diversas estrategias que iban desde el exterminio, la asimilación, la negación de la identidad o la prohibición de usar la lengua Rromaní y los oficios tradicionales gitanos.

En España, desgraciadamente también tuvimos nuestro episodio de intento de exterminio, en julio de 1749, conocida como la Gran Redada, también conocida como Prisión General de Gitanos. Esta fue una disposición autorizada por el rey Fernando VI y organizada en secreto por el Marqués de la Ensenada para conseguir el exterminio biológico del Pueblo Gitano en España. Lamentable y triste episodio del que todavía se sufren las consecuencias.

En el siglo XX más de 500.000 gitanos y gitanas fueron exterminados en los campos de concentración de la Alemania Nazi. Sí el intento de exterminio fue doloroso para el Pueblo Gitano, aún fue más vergonzoso el olvido que sufrimos en los juicios de Nuremberg y la falta de reparación necesaria para la población gitana.

En el siglo XXI los movimientos populistas de extrema derecha han encontrado en el Pueblo Gitano la cabeza de turco para justificar todas sus reivindicaciones. Así encontramos actitudes antigitanas en diversos cargos políticos de altísimo nivel, como por ejemplo las propuestas del ex Ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, en el que propone hacer un censo para expulsar a los gitanos inmigrantes del territorio italiano, afirmando que a los gitanos nacionales “no tendrán más remedio que quedárselos”.

No sólo Italia ha bebido de las fuentes del antigitanismo, Francia, también ha protagonizado actuaciones antigitanas realizando expulsiones de ciudadanos de la Unión Europea de su territorio nacional por el sólo hecho de ser gitanos. En el ámbito de la salud, encontramos esterilizaciones no deseadas a mujeres gitanas en República Checa y Eslovaquia y en el ámbito de la educación el modelo de educación segregada donde aparcaban a las y los jóvenes gitanos en escuelas especiales fue condenado por el Tribunal Derechos Humanos de Estrasburgo.

Pero si hay un ámbito donde encontramos manifestaciones de antigitanismo es en el discurso público, medios de comunicación y redes sociales, como por ejemplo en las declaraciones de representantes públicos criminalizando al conjunto del Pueblo Gitano con reparto de trípticos a la ciudadanía de dudosa veracidad, con el fin de obtener un puñado de votos, en los mítines arengando a las masas con el fin de resolver el ‘problema gitano’ a tiros y ostias, en programas de televisión donde el Pueblo Gitano es tratado de forma humillante, morbosa y estereotipada, o en blogs donde se manifiesta odio directo a los gitanos.

Sin embargo, a pesar de todas estas evidencias no encontramos una definición consensuada en el término del antigitanismo. Tampoco hemos encontrado medidas para luchar contra el antigitanismo en las “estrategias nacionales para la inclusión social de la comunidad gitana” de los diferentes estados miembros de la UE, y no hay legislación a nivel europeo o nacional al respecto.