La cara oculta del femicida y el femicidio IV

Lic. Horacio Serfilippo (*)

Si tuviera que hacer una estadística, respecto a la cantidad de mujeres que de alguna manera han estado sometidas a algún tipo de maltrato masculino, diría que por mi consultorio han pasado un porcentaje muy alto.

En todos los casos el factor común, motivo por el cual caen en las redes de un psicópata o del típico macho dominador, ha tenido que ver siempre con cuestiones emocionales. Y desde este punto se van desglosando las diferentes formas en que las emociones actúan en contra de la mujer.

A mis consultantes, en determinadas ocasiones les comentaba lo malo que era en psiquiatría confundir y tratar un síntoma psicológico, como si fuera psiquiátrico. Cuando se los medica, la droga actúa como una mordaza química que impide al sujeto hablar, y expresar su verdad. Al tiempo se pasa el efecto de la medicación, y vuelve al punto de comienzo. También es muy malo que un psicólogo confunda un síntoma psiquiátrico como psicológico, pues los resultados pueden ser muy malos.

En términos emocionales pasa igual. Tratar una situación, un problema, una conducta, una verbalización, un pensamiento, o cualquier otra forma de comunicación del otro hacia nosotros, de manera emocional y no racional, lleva a resultados terribles. Las emociones nublan nuestra capacidad de ver con claridad e interpretar la realidad.

Lo peor es que, según mi experiencia clínica, la mujer cuando logra separarse del psicópata, sigue usando el mismo mecanismo emocional para interpretar la realidad. Lo cual lleva a la necesidad de una reeducación del consultante, brindándole nuevas herramientas que le permitan poder ver la situación desde diferentes ángulos o perspectivas.

Ahora bien, la mujer no puede esperar a que el hombre se distraiga y afloje el lazo psicológico con que la tiene amarrada, para separarse y acceder al tratamiento psicoterapéutico. Está claro por las evidencias, que en muchos casos esa oportunidad nunca llega, y terminan las cosas de manera terrible.

Lo ideal sería, como dije anteriormente, que la mujer pudiera analizar racionalmente a quien tiene delante de sí, y que pretende ser su marido. Pero también sabemos que eso podría ser solo en un porcentaje de los casos.

La manera de abordar al resto de ese colectivo, es lograr en principio que las amistades colaboren con la  víctima, ayudándola a que se acerque a los organismos de ayuda, o a un psicólogo. Hay muchos casos, en los cuales el psicópata se entera que su esposa quiere ir a terapia, y como él está tan seguro de sí mismo, suele decirle que vaya, así se convence que está equivocada y que el terapeuta le va a dar la razón a él. En muchos casos hasta se ofrecen a ir a la consulta. Si no fuera por lo trágico que son los resultados de su interrelación con la víctima, diría que me resulta cómica y hasta ridícula la conducta de estos sujetos, pues pensar que el psicoterapeuta va a apoyarlo en su cruzada psicopática, ya demuestra cuán fuera de la realidad está. A su vez, esta actitud nos puede ser muy útil para poder trabajar con más tranquilidad, y elaborar una estrategia adecuada.

Lo que debe quedar absolutamente claro es que la víctima, sin ayuda externa es muy difícil que pueda salir del entorno agresivo.

Lo mejor en estos casos es buscar ayuda en personas que sean de nuestra confianza, y que no conozcan al victimario, para así evitar falsas interpretaciones de lo que diga o sienta la víctima.

Hablemos un poco del funcionamiento del cerebro.

Desde el coaching ontológico se plantea que tenemos tres cerebros. El primitivo, el emocional y el racional.

El primero es el que comanda las funciones más básicas de la persona. Hambre, sueño, necesidades fisiológicas, etc, son las que le atañen.

El emocional como bien lo dice la palabra, trata las emociones de la persona.

El racional es el filtro que permite que las emociones tomen una forma de manifestarse externamente de una manera socialmente aceptable. Cuando me refiero a socialmente no me refiero a lo que marca la sociedad, sino a lo que a socialización se refiere. El buen funcionamiento de este evita que cometamos errores, muchas veces irreparables.

El análisis de la realidad es también parte de su trabajo. O sea que no se ocupa solamente de cómo sale la información, sino que también debe procesar la entrada de los estímulos exteriores, sean verbales o de cualquier otra forma de comunicación. La intuición racional es parte de su trabajo, y es aquí donde se debe trabajar más, para afinar y perfeccionar su funcionamiento.

Les doy unos ejemplos. Una persona ante una explosión puede reaccionar con pánico y quedar paralizada. Esta es claramente una reacción emocional. Mientras que otra ante una situación similar, reacciona midiendo sus movimientos. Sea para ayudar o para salir del área de peligro, pero siempre teniendo en cuenta cual es la mejor decisión que debe tomar.

Sucede que muchas veces es tan grande el estímulo externo, que impide que racionalmente podamos procesarlo, ante lo cual actuamos por ese lado emocionalmente, con la posibilidad de paralizarnos. O la otra opción es que salgamos corriendo, pues nuestro cerebro primitivo nos indica que debemos actuar para autopreservarnos, pero nuestro lado emocional nos hace entrar en pánico y nos lleva a que corramos hacia el peor lugar.

Cuando la mujer se encuentra en una situación de indefensión, ante su pareja psicópata, es evidente que muchas veces lo que actúa es la parte emocional y la primitiva. Al no poder dar el adecuado uso de lo racional, que es quien da los consejos, termina por pensar que silenciarse ante el maltrato, y someterse es la mejor manera de autopreservación. Continuó en el próximo artículo. Si tienen alguna consulta o sugerencia el correo de contacto es Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

(*) Psicólogo y articulista