La cara oculta del femicida y el femicidio III

Lic. Horacio Serfilippo (*)

Así como describí lo que es un psicópata, corresponde hacer igual con su víctima.

Tal vez se pregunten cuál es la diferencia entre un femicida y un psicópata, ya que las dos categorías se aúnan en una misma persona, pero pueden existir por separado. El segundo no hace distinción de género, en lo que a elegir víctima se refiere.

En cambio el femicida, apoyándose en su componente machista, toma exclusivamente a las mujeres como su objetivo, lo cual no quita que pueda querer hacer el triste rol de machote ante otros de su género.

Por eso decía, en la anterior nota, que elige cuidadosamente las características de esa mujer.

Verán que por lo general, las mujeres que han sido víctimas, y han podido sobrevivir de un sujeto así, suelen tener componentes de personalidad débil. Baja autoestima, y antecedentes de indefensión.

Hay mujeres que han demostrado tener carácter suficientemente fuerte, como para acercarse a mi consultorio y comenzar un tratamiento, el cual le permita poder elaborar las herramientas necesarias, para desligarse de semejante lacra.

Llegan igualmente con la autoestima baja, así como también anímicamente mal.

La mujer, como decía anteriormente, vive un auténtico calvario. Y de igual manera a que el psicópata tiene dos caras, la de maldad y la de seudo bondad; la mujer tiene como en el teatro, dos caretas (o dos carátulas), la del drama y la de alegría.

Si deseamos que bajen los índices de muerte y agresión hacia las mujeres, porque pretender que disminuyan a 0% es imposible, el problema debe ser atacado desde su raíz. Y siento decirlo, pero el problema comienza con las mujeres, pues son ellas quienes aceptan formar pareja con esta clase de hombres. Lamentablemente se enamoran, y allí arranca todo el problema, pues por amor niegan todos los defectos que su contraparte tiene. Cuando vienen a psicoterapia, descubren que esa conducta la han tomado de algo de su crianza, y que mucho ha tenido que ver algún familiar, padre, madre o pariente cercano.

Lo que alimenta que el victimario se sienta fuerte, es la conducta de silencio que sostiene la mujer, ante las agresiones a la que es sometida. La mujer suele sentir muchas veces vergüenza por lo que le sucede, motivo por el cual el secreto es su peor aliado, al cual se le adhiere el sentimiento de culpa, que en este caso actúa como resultante de un rebusque (excusa) que se conforma con la frase “la culpa es mía, por que hice algo para provocarlo”. Frases de este estilo suelen aparecer en muchos de estos casos, y que solo son útiles para retroalimentar la relación violenta.

Tal vez las mujeres que lean este artículo puedan pensar que es de corte machista, o que deseo liberar de algo de responsabilidad al agresor. Nada más lejos que de eso. Lo que pretendo es que las mujeres sepan cómo analizar su propia conducta, para evitar caer en estas situaciones. Y que entiendan, que lo que ellas piensan como una solución, para su problema con el agresor, ya lo ha pensado otra mujer y que posiblemente no esté aquí para contarlo. No pueden inventar nada en este tipo de situaciones, solo usar la intuición racional, la cual se conforma con todos los pequeños detalles que se descartan, o se pretende ignorar, o peor se justifican en pos del amor. Estos detalles son los que tarde o temprano se vuelven en contra de la pareja, o de la mujer.

Es cierto que en algunos casos, el hombre sabe esconder muy bien su doble cara, engañando con mucha astucia a la mujer, hasta haber logrado su cometido, que es casarse para así tenerla bien sujeta. No son tantos los casos de estas características, pues como dije anteriormente, el psicópata termina por dejar entrever sus verdaderos instintos. Lo que sucede es que no siempre se descubre frente a la mujer. A veces se trata de algún comentario despectivo hacia el género femenino, que lo hace frente a un familiar, por ejemplo. O algún gesto o actitud. Es raro que no se descubra, pues se siente confiado de que su forma de pensar es la correcta. Lo peor en estos casos es que si uno, siendo más suspicaz, quiere abrirle los ojos a la mujer involucrada en cuestión, eso será lo más difícil, pues pueden no creerle o pensar qué hay segundas intenciones en sus comentarios. Es un tema delicado. En la siguiente nota seguiremos. Si tienen alguna consulta o duda al respecto mi correo es Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

(*) Psicólogo y articulista