Y a partir de ahora, con otra cara en La Moncloa, ¿qué?

Luis Henríquez Lorenzo (*)

Considero que el hecho de no haber votado nunca por el Partido Popular ni tampoco por el PSOE -hay que ser ingenuo como sin duda lo soy para dejar por escrito una confidencia como esta-, me da cierta libertad y credibilidad para afirmar esto que sin duda molestará a la progresía: figuras como Blas Piñar o Manuel Fraga Iribarne, ¿por qué es imposible que atesoraran más dignidad moral y capacidad intelectual que los progres que no cesan en la matraquilla de culpar a Francisco Franco de todos los males actuales de España al tiempo que siguen defendiendo el comunismo, que es la ideología más perversa, criminal, totalitaria, antidemocrática y genocida de cuantas ha conocido la historia de la humanidad?

No en balde, Blas Piñar y Manuel Fraga Iribarne -con cuyos idearios políticos yo mismo particularmente no coincido, o no coincido del todo, coincido con reservas, etcétera- intentaron en sus respectivas vidas ser por encima de todo, allende errores, infidelidades y pecados, esto: buenos católicos hijos de la Iglesia de Cristo, fidelidad que, por cierto, los progres odian... y persiguen.

Y además, que fueron españoles, patriotas: amar a la patria es, luego de amar a Dios, el amor más grande; tanto que -como dijera el sacerdote y escritor argentino Leonardo Castellani-, cuando se ama a Dios y por ende a la patria, ambos amores se funden en uno solo.

Pero como tampoco me considero franquista, también considero que debo tener cierta libertad y cierta credibilidad para afirmar que entre el Partido Popular y el franquismo casi que no hay relación ya; la hubo en sus orígenes, por descontado, justamente con la Alianza Popular de Manuel Fraga, quien fuera ministro de Franco. Pero hoy en día el Partido Popular ha derivado hacia una ideología progre de centroderecha, no extraña a los dictados de la masonería; la diferencia con la ideología del PSOE, que esta está más escorada hacia la izquierda. No hay más. De manera que ambos, PP y PSOE, sirven a los intereses del Nuevo Orden Mundial, sirven a los intereses del neoliberalismo: a los amos del mundo. Sirven a la socialdemocracia, más el PSOE que el PP, ciertamente, pero ambas fuerzas políticas apuestan con variable intensidad o acomodo por esto: aceptación de la Ley del Aborto, Ley de Memoria Histórica, apoyo a la ideología de género y movidas LGTBIQ, identificación con el feminismo radical, defensa del multiculturalismo con todo su aparataje de inmigración a mansalva...

Entonces, del gobierno entrante de Pedro Sánchez lo único que espero es que mejore la economía -logro que, empero, dudo que se vaya a alcanzar, todo sea dicho, pero Dios quiera que me equivoque, por el bien de todos-, que pasa por ser uno de los pocos logros que cabría adjudicar al gobierno saliente de Mariano Rajoy: haber mejorado ligeramente la economía frente al espantoso desastre que en materia económica fue el tiempo de Zapatero. 

Sin embargo, empeñarse en dibujar líneas de continuidad entre el PP actual y el franquismo... Bueno, de qué extrañarse: este es el rancio, falsario y recalcitrante mantra de los filocomunistas que, por odiar a Cristo y a su Iglesia y siempre fieles a su empeño de sembrar la mentira, en la mejor estela leninista, pretenden meternos el gol de que Franco fue un despiadado asesino y dictador genocida.

Pero no: Francisco Franco debió sin duda perpetrar injusticias, crímenes y errores que ahora no viene a cuento poner de manifiesto en este breve escrito, y que además se escapan a mi competencia intelectual, solo que por su sola condición de gobernante católico que se empeñó en ser, merece una mirada distinta a la que se siguen empeñando en dirigir hacia él -contra él- todos los comunistas, progresistas y progresaurios que celebran con vítores el triunfo del oportunista, arribista y sin escrúpulos Pedro Sánchez, quien accede a la presidencia del Gobierno de una manera legítima, ciertamente, contemplada en las reglas del sistema constitucionalmente democrático español, mas sin embargo es desde ayer el Presidente de todos los españoles y también de argentinos miserables como Pablo Echenique, no habiendo ganado en las urnas: ha sido investido como Presidente de la Nación con los votos de los podemitas y los separatistas vascos y catalanes (y el sí de Nueva Canarias, formación política en la que algunos dizque católicos de base y de altura también acaban aplaudiendo a Sánchez y...), seculares enemigos de España.

Pero estábamos con Mariano Rajoy y su Partido Popular, que en su deriva ideológica hacia el laicismo ya ni fiel al ideario católico se reconoce, como que en no pocos aspectos mantuvo continuidad con la línea ultralaicista, revanchista y sectaria de José Luis Rodríguez Zapatero. A decir verdad, el político gallego, de haber sido fiel al ideario de la mayoría de sus propios votantes, pudo abolir la ley de memoria histórica (debió hacerlo) y no lo hizo. Incluso, habiendo gozado de una aplastante mayoría de diputados, pudo y debió cambiar la ley electoral, y no lo hizo. Con el transcurso de su ejercicio de gobierno, sin embargo, sí que acabó cargando la crisis a la clase media, con el resultado de que en la actualidad la mayoría de la clase media española ha visto con alarme creciente disminuido su poder adquisitivo y... 

El partido de Pedro Sánchez es el primero o el segundo más corrupto de entre todas las fuerzas políticas españolas (¡quién en España más corrupto que el hipermillonario José Bono!): codo a codo con el Partido Popular, PP y PSOE son en materia de corrupción lo que Bill Gates y Amancio Ortega en materia económica: se disputan año tras año el trono de ser la fortuna número uno del mundo. El partido del presidente Pedro Sánchez ha recortado desde 1978, en derechos laborales y sociales, lo que no está en los escritos. Pero como la cosa es alcanzar el poder a toda costa, pactando con el diablo si hubiera menester, en la tesitura actual y para complacer los votos de la derecha separatista vasca, no le queda más remedio que mantener unos presupuestos con el IPREM (Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples) congelado en 537€ 84cts. mensuales, ¡y viva la clase obrera!, ¡vivan los descamisados!

Como que ya lo sostengo, varios párrafos más arriba: derecha e izquierda (conceptos, que diría Pepiño Blanco, desgastados por el uso, casi insignificantes hoy) están al servicio del capitalismo liberal globalista, al servicio de los dictados del Nuevo Orden Mundial.

Y por no tener, ni un gesto de mínima decencia ha tenido al final el ectoplasmático Rajoy, gesto que solo podía pasar por presentar su dimisión y así tratar de obstruir la llegada al poder de la nación de esa coalición conformada por socialistas, podemitas y separatistas vascos y catalanes (golpistas, no lo olvidemos, en la mejor tradición golpista y guerracivilista de la Ezquerra Republicana y del PSOE) vascos y catalanes.

En definitiva, España ahora de la mano de partidos que se empeñan en abanderar la lucha contra la corrupción cuando lo cierto es que en las filas de varios de estos partidos coaligantes se han dado algunos de los más escandalosos o escabrosos casos de corrupción en la historia de la reciente democracia española. Y todo esto por la cobardía de Mariano Rajoy y la felonía de un personaje sin escrúpulos que, por llegar a La Moncloa al precio que sea, sea como sea... y de paso, asegurarse vitaliciamente una pensión.

En esta hora, inevitablemente me viene a la mente la idea, la intuición, la propuesta de san Agustín (de Hipona): ‘La Ciudad de Dios...’ Me temo que con el flamante Pedro Sánchez, la idea de Ciudad de Dios será aún más sepultada por las exigencias e imperativos de la Ciudad Secular alejada de Dios, entregada al laicismo más extremo, la degeneración moral generalizada, el neopaganismo, el nepotismo, la apostasía, los dictados del globalismo, las exigencias del separatismo...

A todo esto va a contribuir el señor presidente Pedro Sánchez. Como que todo está escrito (profetizado).

Postdata: es de justicia que obliga dejar constancia por escrito de que creo recordar que fue el gran san Juan de Ávila quien sentenciara que el arte de la política es, luego o en segundo lugar detrás de la contemplación propia de la vida monástica, la forma más noble de ejercer la caridad con el prójimo. Por esto, en esta postdata no puedo dejar de reconocer que yo mismo creo haber conocido a personas honestas en todas las organizaciones políticas habidas y por haber, en todas las tendencias ideológicas que quepa imaginar. Personas que, al menos a la luz de sus obras, manifestaban una actitud de servicio, ciertamente. Solo que el reconocer este particular de muy poco va a servir por lo que toca a la solución de los gravísimos problemas con que nos enfrentamos en nuestro día a día en España.  

(*) Profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social