Venezuela vive sin vivir en mí

La crisis que vive Venezuela ya dejo de ser un secreto, se ha convertido en una noticia de primera plana para diarios nacionales e internacionales que viven en constante preocupación por lo que ocurre en nuestro país desde mediados de 2013, la crisis ha sido el resultado de la pésima gestión de los gobernantes que han pretendido instaurar el mal llamado socialismo dentro del país. El país sigue inmerso en una profunda crisis de ansiedad e impotencia. Nadie sabe a donde ir. La gente salen a primeras horas de la mañana para hacer cola con la cartilla de razonamiento en sus manos, pero la mayoría de la veces no llegan a tiempo, ya que lo poco que hay se lo han llevado. El poder de Nicolás Maduro está corrupto. Las mafias organizadas están haciendo el mejor negocio de su vida a través de los contrabandos y en visto bueno del Gobierno de Nicolás Maduro.

 La libertad y los derechos universales de las personas brillan por su ausencia. Muchos son los emigrantes canarios que quieren salir del país caribeño, pero por muchas razones no lo puede hacer. Todos los medios de comunicación que están en contra de la dictadura del Gobierno de Nicolás Maduro coinciden con la grave y dura realidad que atraviesa en este comienzo del siglo XXI de una Venezuela desesperada y temerosas ante la dictadura férrea de un Gobierno que ya no tiene excusas para demostrar que ha fracasado.

Por todo ello, la mayoría opositora en la Asamblea Nacional de Venezuela aprobó en su momento un decreto legislativo que declara la “crisis humanitaria” en salud por la escasez de medicamentos esenciales y equipamiento médico y el deterioro de la sanidad pública. Muchos venezolanos cuentan que cuando el agua sale del grifo, a menudo contiene barro y arena. En El Valle, un barrio pobre de Caracas, la mucama Ángela Mera deja el grifo correr durante una hora antes de que el agua se aclare. Del mismo modo, el sistema eléctrico venezolano está fallando pese a una inversión de US$10.000 millones durante los últimos 10 años, según una declaración de Tineo ante la Asamblea Nacional en febrero. El gobierno invirtió unos US$60.000 millones en infraestructura entre 2008 y 2014, estima Juan Pablo Olalquiaga, presidente de la Confederación Venezolana de Industriales. La cifra incluye plantas termoeléctricas y la planta hidroeléctrica de Tocoma, que demandó una inversión de US$9.000 millones, el proyecto no petrolero más caro en la historia del país.

Toda alternativa en la búsqueda de soluciones positivas siempre son bien recibidas. Para ello, la crisis de salud que existe en el país ha llevado a los venezolanos a idear medidas para poder acceder a los fármacos que requieren, tal es el caso de Mildred Valero, paciente con cáncer de mama, quien junto a otras 3 mujeres fundó la Asociación Civil Conquistando la Vida. La asociación, conformada por más de 60 mujeres y 3 niños, tiene como propósito conseguir medicinas. Por medio de las redes sociales solicitan los medicamentos, además se organizan para salir a la calle y con pancartas protestar por la situación que afrontan.

Pese a las insistencias de la oposición para que se abra un canal humanitario que permita el acceso de fármacos e insumos médicos donados por naciones extranjeras, el Ejecutivo nacional se mantiene renuente a la propuesta. Recientemente el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) anuló la ley especial para atender la crisis de salud, aprobada el 3 de mayo por el Parlamento, tras considerar que “usurpa” competencias del Gobierno en materia de relaciones exteriores.

Por otro lado, en Venezuela son pocos los estados con hospitales que cuenten con los equipos necesarios para la realización de radioterapias a pacientes con cáncer. Muchas veces, estos deben recorrer largas distancias para poder acceder al tratamiento del cual depende su vida. En lo que respecta a los diabéticos, lo tienen muy difícil y sus vidas peligran por momentos. Los tratamientos e implementos para el control de la diabetes permiten que el paciente lleve registro del déficit o exceso de insulina en sangre. Sin embargo, en Venezuela, país en el que cerca de 1,1 millones de personas padecen la enfermedad, el control se complica por la escasez y el suministro intermitente de implementos para medir la anomalía. Elementos como jeringas para insulina, tiras reactivas para glucómetro, lancetas, bombas y tratamientos como la metformina, sitagliptina, y linagliptina, así como la insulina aparecen esporádicamente e incluso algunos se agotaron hace varios meses.

Venezuela, ese país que en otra época ofreció tantas oportunidades a muchos emigrantes de todas partes del mundo, en especial a los canarios, es hoy un país sin comida, medicinas y sin derechos universales. Un lugar, donde el aumento de muertes violentas destaca cada año más. La Venezuela rica en petróleo, diamantes, hierro y de tierras fértiles, yace en la miseria. Un Gobierno ciego que insiste en seguir llevando el legado del ya fallecido, Hugo Rafael Chávez Frías. Millones de venezolanos ya no mueren por las balas de las mafias, bandas e incluso, por la de los militares. También mueren por hambre y por la escasez de medicinas. Venezuela vive sin vivir en mí. 

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